Las personas que nunca han asistido a los BBC Proms tal vez no sepan que hay días en que se ofrecen no una sino dos sesiones en el Royal Albert Hall, adelantando la hora de inicio de concierto digamos “importante” para dejar así un hueco para un recital nocturno caracterizado por su relativa brevedad –no hay intermedio– y por dar paso a intérpretes y/o repertorios alternativos. Tienen su encanto, porque el ambiente es distinto, con un público hasta cierto punto diferente –ojo, también hay mucha persona mayor que se queda a los dos espectáculos–; asimismo hay mucha menor saturación en la “arena” –las localidades de pie, siempre a cinco libras-, donde por fin se puede uno desplazar con tranquilidad sin hacinarse con otros cientos de melómanos. La experiencia es de lo más recomendable.
En mi reciente visita a los Proms solo asistí a una “late night”, aprovechando que tenía alojamiento al ladito del Royal Albert Hall (el Beit Hall, típico colegio mayor con servicios justitos y precios asequibles). Acudí el martes 19 de agosto sin saber muy bien qué tipo de música me iba a encontrar. Sigo sin saberlo, porque en las canciones de Laura Mvula (Birmingham, 1987) se produce una mezcla entre blues, soul, góspel, música ligera y no sé cuántos géneros más, todo ello partiendo de una formación eminentemente clásica y evidenciando unas, a mi entender, marcadísimas raíces en el folclore del África negra. No diré que el resultado sea muy personal, pero sí que resulta atractivo. La chica, además, canta estupendamente y en alguna pieza resolvió sin problemas la parte del piano.
El programa de la velada consistía en la presentación de su segundo álbum, que no es sino una nueva grabación del primero, Sing to the Moon, esta vez con acompañamiento orquestal. Teniendo en cuenta que entre el uno y el otro ha pasado tan solo un año, de 2013 a 2014, queda en evidencia la rapidez con que ha saltado a la fama esta chica y el fuerte respaldo del mundo discográfico en un momento no precisamente dado a realizar experimentos. El excelente recibimiento por parte del público del Royal Albert Hall termina de dejar claro que nos encontramos ante toda una estrella en potencia.
Ahora bien, no todas sus canciones resultan igual de interesantes: algunas me hicieron pasar un rato entretenido, otras me aburrieron y algunas me gustaron mucho, particularmente las últimas –ya se sabe que en estas ocasiones lo mejor se deja para el final–, aunque a decir verdad con quien mejor me lo pasé es con la invitada de la noche, la estadounidense Esperanza Spalding, que además de cantar a dúo una de las canciones de Mvula nos deleitó con la estupenda Cinnamon Tree, de su propia cosecha. De paso, rivalizó con su colega en lo que a dimensiones de peluca se refiere.
La Metropole Orchestra, por su parte, realizó un formidable trabajo a las órdenes de Jules Buckley, lo mismo que el conjunto Electric Vocals, aunque a mi entender la amplificación del todo el conjunto no estaba conseguida; incluso llegaba a resultar molesta para quienes nos encontrábamos en la “arena” del Royal Albert Hall. La toma radiofónica, que he escuchado varias veces y disfrutado de manera considerable, resulta en este sentido bastante más agradable que el directo.
Por cierto, el espectáculo no fue filmado por la BBC, pero hay vídeos piratas en YouTube que les recomiendo vean antes de que los hagan retirar.
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