lunes, 5 de mayo de 2014

John Williams: Out of this World

He dejado por el momento a un lado el concierto de primero de mayo de Barenboim y las grabaciones de Bruckner que acaba de lanzar el argentino a través de iTunes, también la dosis de Edward Elgar que me estoy metiendo en el cuerpo con el fin de hacer una comparativa de las Variaciones Enigma, para escuchar un disco de música de cine que me ha gustado muchísimo. Se llama Out of this World, y se trata de una de esas selecciones de música más o menos ligera que grabó John Williams al frente de la Boston Pops en los años ochenta para el sello Phillips. En este caso se incluyen temas de películas y series de televisión de temática espacial, buena parte de las mismas salidas de la pluma del propio Williams. Músicas que, de mejor o peor calidad, marcaron mi adolescencia y sin las que no sería el melómano que soy. Parte del contenido del disco se editó en España en su momento en una colección de quiosco llamada Cine & Música –otro referente de mi juventud–, pero el contenido completo solo lo he podido pillar hasta ahora –el compacto está descatalogadísimo- gracias a una página “de intercambios”. No se pueden imaginar cómo he disfrutado.

Williams Out of this world

El registro cuenta con tres grandes bazas. La primera, una toma sonora que, aun faltando un poco de gama dinámica, es de mucha calidad y, en cualquier caso, resulta aplastantemente superior a las de las grabaciones originales de estas partituras. La segunda, una Sinfónica de Boston –Boston Pops es su nombre de guerra en este repertorio– gloriosa en todas y cada una de sus secciones, aunque yo destacaría unos violonchelos de ensueño y unos metales muy compactos.

La tercera es el propio John Williams, a veces un poco soso en su faceta de director pero encomiable por su acercamiento pleno de musicalidad: nada de convertir este repertorio en una exhibición de metales y percusión. La brillantez típicamente norteamericana está garantizada, eso desde luego, pero el balance entre familias instrumentales es el más sensato, no hay excesos de ningún tipo, se presta plena atención a los aspectos melódicos –admirables el legato y la flexibilidad con que frasea el maestro– y hay un total equilibrio polifónico, lo que dicho así, aplicado a este repertorio, suena un poco pedante. Me explico: mientras los directores mediocres solo prestan atención a las líneas principales, en un intento de llegar al gran público por la vía más directa, Williams atiende a todos los contracantos –importantísimos en su propia música– y consigue así una riqueza tanto sonora como expresiva mucho mayor.

El disco se abre con el arranque del Zaratustra straussiano: interpretativamente no tiene interés (Maazel, Karajan), pero desde el punto de vista comercial parece imprescindible por aquello de la película de Kubrick. Sigue una breve suite de E.T. que incluye la huida de los niños en bicicleta –típico scherzo de Williams inspirado en Prokofiev– y el emotivo final; la bella música intimista para la cinta de Spielberg queda fuera, como siempre, pero esta selección es muy hermosa, particularmente por lo muy bien cantadas que están las melodías. Sigue una irreprochable recreación de la excelente música de Jerry Goldsmith para los títulos finales de Alien, que el imbécil de Ridley Scott quitó de en medio; fantástico el trompetista de Boston (¿Tim Morrison?).

Sigue el tema de la serie de televisión Star Trek, compuesto por Alexander Courage, un buen amigo de Williams y ocasional orquestador del maestro: ¡qué belleza alcanza su melodía fraseada por los sensualísimos violonchelos bostonianos! Sigue la televisión con la música de Stu Philips para Battlestar Galactica, de la que sin duda nos acordamos todos los de mi generación. De nuevo la recreación de Williams logra potenciar los aspectos más interesantes de esta partitura, como pueden ustedes comprobar aquí mismo gracias a YouTube.

Volvemos a Star Trek, pero esta vez a la primera película que se hizo tras la serie televisiva, escuchando el tema principal y el de amor compuestos por Jerry Goldmsith, en una recreación que, por cierto, aún no incluye los molestos reguladores que el propio compositor añadiría en los últimos años de su carrera para discos y conciertos. A continuación viene la música de Marius Constat para la mítica serie Twilight Zone, a medio camino entre Schoenberg y Stravinsky: no se olvide que Constant fue una figura importante en la interpretación de la música contemporánea.

Para terminar, cuatro extraordinarios fragmentos – en versión de concierto, no suenan así en la pantalla– de la no menos portentosa partitura compuesta por John Williams para El retorno del Jedi. Las interpretaciones son superiores a las de la banda sonora original, tanto por la formación norteamericana –mejor aún que la Sinfónica de Londres– como por la dirección del propio Williams. El desfile de los Ewoks, indisimulado homenaje a la marcha de El amor de las tres naranjas, está dicho con calma y la adecuada mezcla de ternura y desenfado, pero lo que conmueve profundamente es el tema de Luke y Leia, uno de los más bellos compuestos por Williams: el arranque (Venus en Los planetas de Holst, obviamente) está dicho de manera mágica, y a continuación la trompa, el oboe y los gloriosos violonchelos de Boston (¡para derretirse estos últimos!) se suceden desgranando a cual mejor la conmovedora melodía que ilustra la relación entre los dos hermanos.

El sinuoso tema de Habba el Hutt está fraseado con Williams con más lentitud que en otras ocasiones, y además está dicho con más detallismo, más recochineo y más mala leche; lo de la tuba de Boston es de escucharlo para creerlo, y su cadenza para ponerle un monumento. La batalla en el bosque, finalmente, cierra con portentoso virtuosismo –qué exhibición de la orquesta–, electricidad y mucho sentido del humor un disco que, ya les digo, me ha hecho disfrutar de lo lindo. ¡Que se quiten Bruckner y Barenboim!

2 comentarios:

Juan José Roldán dijo...

Buen artículo sin duda. Nunca antes había reparado en los referentes de Prokofiev y Holst que apuntas, y tengo que decir que me han sorprendido mucho y que tienes toda la razón

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muchas gracias, Juan José.

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