sábado, 22 de marzo de 2014

Gaspard de la nuit, una obra maestra

Como pronto voy a hablar sobre un par de sensacionales recreaciones de Garpard de la Nuit, traigo aquí un extracto de las notas al programa que escribí para un recital que ofreció Joaquín Achúcarro en el Teatro Villamarta en mayo de 2001. La interpretación de esta obra genial a cargo del pianista bilbaíno me pareció extraordinaria.
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A pesar de su fama, todavía está por apreciar de manera definitiva la obra de Maurice Ravel (1875-1918). Quizá, como señala Achúcarro, el problema resida en que se la ha valorado desde una óptica corta de miras: “se le etiquetó ante todo como inventor de colores sonoros, orquestales y pianísticos, pero, ¡es tan grande lo que hay por debajo de eso!”.

Quizá sea Gaspard de la nuit su obra maestra para el piano. Se trata de un tríptico programático inspirado en tres poemas del poco conocido poeta romántico francés Aloysius Bertrand (1807-1841), que hemos incluido en una de las solapas de este programa; de ahí que nos extendamos en el argumento (el canto de una ninfa acuática en la primera de las piezas, el macabro balanceo de un ahorcado en la segunda, con el insistente tañido de una campana al fondo, y las andanzas de un maléfico duende en la tercera).

Ravel Viñes

Estilísticamente este tríptico resulta ambivalente e inclasificable. Por un lado, se aleja de la tradición de Liszt al tiempo que le rinde homenaje. Por otro, está en deuda con las innovaciones de Debussy pero propone una vía paralela. Igualmente, responde a la estética habitual en Ravel pero se aleja de ella al incluir una dosis de dramatismo, negrura y hasta morbo que no encontramos en sus más célebres creaciones.

Dificultad extrema entraña la ejecución de estas piezas, sobre todo la tercera, Scarbo, considerada como una de las páginas más difíciles de toda la literatura pianística. Esto no era ningún problema para quien estrenó la obra en 1909, el pianista catalán Ricardo Viñes. Amigo íntimo de Ravel desde su adolescencia, ambos compartieron andanzas homoeróticas en el liberal París de la época, pero también una extraordinaria pasión por la música y la poesía. Su vivencia conjunta de ambas artes derivó en intensas colaboraciones en las que se gestaron obras de asombrosa hermosura.

Entre ellas, la que tenemos la oportunidad de disfrutar en las manos de Joaquín Achúcarro, quien la ha convertido en uno de sus caballos de batalla: tras más de cincuenta años desentrañando sus secretos, su reciente versión discográfica está despertando la admiración de toda la crítica. Así, lo que escuchamos esta noche pertenece, como las criaturas que pueblan Gaspard, al reino de la fábula.
 

GASPARD DE LA NUIT

POEMAS DE ALOYSUS BERTRAND

1. Ondina
“¡Óyeme! ¡Óyeme! Soy yo, soy la Ondina, que acaricia con estas gotas de agua los sonoros rombos de cristal de tu ventana, iluminada por los taciturnos rayos de la luna; y aquí está, con su vestido de moaré, la señora del castillo, que contempla desde su balcón la hermosa noche estrellada y el hermoso lago dormido.
Cada ola es una ondina que nada en la corriente, cada corriente es un sendero que serpentea camino de mi palacio, y mi palacio es una construcción fluida, al fondo del lago, en el triángulo del fuego, de la tierra y del aire.
¡Óyeme! ¡Óyeme! Mi padre mueve el agua que croa con una rama de aliso verde, y mis hermanas acarician con sus brazos de espuma las frescas islas de hierbas, de nenúfares y de gladiolos, o se burlan del sauce caduco y barbudo que pesca con caña.”
Una vez murmurado su canto, me suplicó que me pusiera su anillo en el dedo para convertirme en el esposo de una Ondina, y visitar con ella su palacio, para ser el rey de los lagos.
Y al responderle yo que amaba a una mortal, enfadada y llena de despecho, derramó unas cuantas lágrimas, soltó una carcajada y se desvaneció en forma de aguaceros que resbalaron, blancos, por mis vidrieras azules.
 
2. El patíbulo
¡Ay! Lo que estoy oyendo, ¿no será el cierzo nocturno que chilla destempladamente, o acaso será el ahorcado, que suspira en la horca patibularia?
¿Será algún grillo que canta, agazapado entre el musgo y la hiedra, con los que se adorna la madera por compasión?
¿Será alguna mosca que va de caza tocando la trompeta alrededor de esos oídos sordos a la fanfarria de los gritos de acoso?
¿Será algún escarabajo que, con su vuelo desigual, arranca un pelo sangriento de su cráneo pelado?
¿O tal vez sea una araña, que borda media ana de muselina para hacerle una corbata a su cuello estrangulado?
Es la campana que tañe allá por el horizonte, entre los muros de una ciudad, y el esqueleto de un ahorcado al que enrojece el sol poniente.
 
3. Scarbo
¡Oh! ¡Cuántas veces pude oír y ver a Scarbo, cuando a la medianoche brilla la luna en el cielo como un escudo de plata sobre una bandera azul, sembrada de abejas de oro!
¡Cuántas veces oí zumbar su risa entre las sombras de mi alcoba, y el chirrido de sus uñas sobre la seda de las cortinas de mi cama!
¡Cuántas veces lo vi bajar del entarimado, dar una voltereta sobre un pie y echarse a rodar por la estancia, como el huso que cae de la rueca de una bruja!
¿Pensé yo entonces que se había desvanecido? El enano crecía entre la luna y yo, como el campanario de una catedral gótica, ¡con un cascabel de oro tintineando en su gorro puntiagudo!
Mas pronto su cuerpo se tornaba azul, diáfano, como la cera; su rostro perdía el color igual que el cabo de una vela y, de súbito, se apagaba.

3 comentarios:

Bruno dijo...

Para curiosos:
http://variacionesgoldberg.blogspot.com.es/2009/11/gaspard-de-la-nuit-aloysius-bertrand.html

Agustín dijo...

No conocía esta obra, así que gracias otra vez por guiarnos por este universo apasionante de la música.
Con una escucha basta para darse cuenta de que es una gran obra pero, si ésta es una obra maestra, entonces el OP. 90 de SCHUBERT ¿qué es?
Lo cito porque lo he vuelto a escuchar después de bastante tiempo y estoy entusiasmado con esa obra para piano.
Ese entusiasmo no me lo acaba de generar la música del siglo XX.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muchas gracias por el enlace, Bruno.

Agustín, me alegra que comparta mi entusiasmo por Gaspard. En cuanto a la música para piano de Schubert, me parece que es excelsa, aunque confieso que no la conozco todo lo a fondo que debiera.

Un saludo.

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