lunes, 11 de noviembre de 2013

La Traviata en Valencia, por fin con el elenco previsto

Estuve en la función de ayer domingo 10 de noviembre de La Traviata en el Palau de Les Arts. Sexta de las programadas y primera en la que por fin han actuado juntos los dos protagonistas originalmente convocados: Sonya Yoncheva (que apareció el día 7 con Ismael Jordi) e Ivan Magrì (que dejó la función del estreno a la mitad). No me extenderé sobre el asunto de los cambios de elenco; no tengo tiempo, así que al grano.

Me ha gustado mucho la Yoncheva: voz no muy personal pero de calidad, homogénea, con cuerpo, de sonoridad claramente eslava –algo que puede resultar molesto en Verdi para algunas sensibilidades–, pero en cualquier caso bien controlada en la respiración para delinear frases amplias con rico legato y matizada acentuación. ¿Importó que el aria del primer acto fuera simplemente buena y que la cabaletta se quedara en lo pasable? Para mí no demasiado, porque en el dúo con Germont y en el "Amami, Alfredo", sin duda el más intenso que he escuchado en directo, estuvo estupenda con una perfecta conjunción de canto y de sentido dramático, además de con unas excelentes dotes escénicas.  Y es ahí, en toda esa secuencia en la que Verdi nos legó una de las más inspiradas páginas de toda la historia del género, donde realmente se mide la estatura de una Violetta. Igualmente admirable estuvo en la secuencia en la casa de Flora. El "Addio del pasato", de menor nivel: aún debe depurar su línea y enriquecerla con recursos belcantistas. Aparte de todo lo dicho, la chica es muy hermosa y luce bien en esta producción escénica tan ligerita de ropa.

 
El que no cantó en calzoncillos, a pesar de ser lo previsto por Willy Decker para su personaje en el aria, fue Ivan Magrì. Aparte de eso, voz sin interés y técnica tosca acompañadas de muy buenas intenciones expresivas. Me pareció que cumplía en el primer acto, no me interesó en aria y cabaletta, sorprendentemente superó con nota esa prueba de fuego que es la escena de la casa de Flora; para terminar, en el "Parigi, o cara" se hundió sin remisión. Lástima.

Simone Piazzola me pareció un muy apreciable Germont, pero mucho antes por su buena técnica y excelente sentido del canto verdiano que por una voz pobre, desigual y sin armónicos. Buen nivel en el resto, y muy emocionante ver cómo el Doctor Grenvil lo encarnaba quien lo hizo en el estreno de la producción en Salzburgo con Netrebko y Villazón, el veterano Luigi Roni: daba la impresión de que la Muerte en persona había venido a presenciar otra vez esa historia que, como sugiere Willy Decker en el momento en que el coro monta en un gigantesco reloj a una nueva Violetta vestida de rojo mientras la protagonista desfallece, está condenada a repetirse una y otra vez.

Desconcertante a más no poder Zubin Mehta: entregado a la "rutina de altura" –que diría Ángel Carrascosa– en el primer acto, se mostró más comprometido y creativo en el segundo –muy bien la escena festiva de gitanas y toreros– hasta conseguir rematarlo en un concertante de gran fuerza expresiva; en el tercero se dedicó únicamente a que las cosas sonaran en su sitio, con claridad y con la mayor belleza sonora posible, pero sin mucha sustancia dramática. Muy por debajo, pues, del nivel al que debería haber estado. ¿Y cuál es ese nivel, se preguntará el lector? Pues el de él mismo en el excepcional Otello de hace unos meses. La excelente orquesta, a mi modo de ver, ha perdido algo de nivel con respecto al año pasado: los recortes también empiezan a notarse en el foso.

De la producción escénica ya hablé en una entrada anterior. Cada vez me gusta más: en directo he apreciado muchos detalles inteligentes que hasta ahora me habían pasado desapercibidos. En resumen, una Traviata con apreciables desequilibrios pero aun así de mucho nivel medio musical y escénico.

5 comentarios:

maac dijo...

Pues si de La traiata de Mehta dices eso, que para mí es fantástica, sobre todo comparada con la plomiza versión que nos dejó Maazel hace unos años, no sé qué dirás de La valquiria, me espero, aunque ya imagino que no te habrá gustado nada.

Miguel dijo...

Con tanto cambio de cantante a ultima hora, es difícil que un director se centre en hacer su versión en colaboración con los interpretes. Con Machado y Nuccio hubo intensidad, la misma que aportó el venezolano con su canto, y el tercer acto fue esplendido, acorde al patetismo que supo imprimir la italiana.
La versión del domingo 10 fue en general más rutinaria, pero hay que tener en cuenta que el sábado 9 dirigió una Valquiria.
Magrì no llegó a dar la talla y desequilibró el balance final, mientras que Yoncheva, aunque lució unos medios espectaculares y me convenció plenamente, no me hizo olvidar del todo a su sustituta.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

La dirección de Walkyria dista de ser mi idea, pero a decir verdad me ha gustado más que la de Traviata. He visto a Mehta... poco interesado. No sé.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Miguel, gracias por la aportación: parece que coincidimos en lo de la "cierta rutina" y parece sensato pensar, como dices, que en tanto cambio de cantante debió de desconcentrar al maestro o, al menos, hacerle perder cohesión a su lectura.

A la sustituta no la escuché, obviamente. No puedo meterme tantos kilómetros en el cuerpo...

Pablo dijo...

A la Yoncheva la vi hace tres años con la Barroca de Sevilla, y hace aún más tiempo (2007, creo) en un concierto en el Maestranza de Le jardin des voix de William Christie, cuando aún era por completo desconocida. Tengo yo ganas de verla así, en una ópera a lo grande.

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