domingo, 4 de agosto de 2013

Sinfonía nº 1, “clásica”, de Prokofiev: discografía comparada

La Sinfonía Clásica de Prokofiev no necesita presentación alguna, pero conviene recordar un dato: cuando la compuso entre 1916 y 1917, es decir, a los veintiséis años de edad, el artista tenía ya algunas obras de importancia en su catálogo, como la Suite Escita, y por las mismas fechas escribe otra obra de no menor inspiración, el Concierto para violín nº 1, del que ya presenté su correspondiente discografía comparada.

También es necesario advertir que esta Primera Sinfonía resulta particularmente difícil de interpretar. Por un lado, hay que hacerlo con toda la depuración sonora, elegancia y equilibrio que precisa el repertorio propiamente clásico al que el título y las intenciones hacen alusión. Por otro, es necesario capturar el espíritu propio de Prokofiev, esto es, su particular sentido del humor y, no menos importante, su latente lirismo melancólico. Quedarse en el simple juego estético neoclasicista resulta por ello tan equivocado como acentuar los aspectos trepidantes más de cara a la galería, que es la trampa en la que caen unos cuantos maestros en busca del aplauso fácil. Por no hablar de los muchos que frasean con rigidez, de modo cuadriculado y sin encanto ninguno. A mi entender, son muy pocos los directores que aciertan plenamente en esta obra y sacan a la luz la enorme genialidad de su inspiración. A mi entender, solo dos: Giulini y Celibidache.

Antes de pasar a la comparativa –conviene recordar que eso de puntuar del uno al diez resulta tan pueril como injusto en un terreno como el de la crítica estética, pero sirve para aclarar las ideas–, interesa puntualizar un detalle que se aprecia en numerosos registros: los ingenieros de sonido tienden a excederse con la reberberación, quizá por un equivocado deseo de "hinchar" sinfónicamente una partitura que en realidad está pensada para una orquesta de tamaño mediano.

Son sus movimientos:
  1. Allegro
  2. Larghetto
  3. Gavotta: Non troppo allegro
  4. Finale: Molto vivace




1. Koussevitzky/Sinfónica de Boston (RCA, 1947). Que la orquesta norteamericana alcanzó un gran nivel con el mítico director ruso queda fuera de toda duda: parece mentira que –en general– sea capaz de seguir sus tempi desquiciados en esta, digámoslo abiertamente, precipitada y nada elegante interpretación que resulta deleznable en los dos primeros movimientos, mecánicos, machacones y muy insensibles. Los otros dos, siempre dentro de una línea trepidante ante todo, alcanzan un más digno nivel. (4) 
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Celibidache Berlin

2. Celibidache/Filarmónica de Berlín (EMI, 1948). Resulta pasmoso que con tan solo treinta y cinco años, y al frente de la orquesta cuyo podio compartía entonces nada menos que con Furtwängler –estamos en las fechas de la gira juntos, aunque oficialmente el titular era el rumano–, Celi fuera capaz de acertar plenamente no solo en el estilo sino también en el contenido expresivo de la obra, derrochando encanto, vuelo lírico –lentísimo el Larghetto–, carácter espiritoso y un enorme sentido del humor sin caer en ninguna de las trampas interpretativas que acechan en la partitura, y todo ello además haciendo gala de una encomiable claridad. Muchos años más tarde el maestro ofrecerá una dosis aún mayor de refinamiento e imaginación, limando además algunos “excesos juveniles” evidentes en el primer movimiento, pero esta interpretación es ya formidable. Lástima que se encuentre descatalogada. (9)
 
 

3. Toscanini/Sinfónica de la NBC (audio YouTube, 1951). Este registro en vivo, colgado en la red por algún aficionado, es complementario del realizado poco antes en estudio por los mismos intérpretes. Independientemente de la mediocre calidad de la orquesta y de los evidentes desajustes, el maestro italiano dirige con insensibilidad y machaconería, aprisa y corriendo, con escasa elegancia y ninguna cantabilidad. Solo su olfato para la ironía agria y un bien trazado cuarto movimiento redimen parcialmente este cúmulo de horrores. (5)



4. Markevitch/Philharmonia (Testament, 1951-52). Interpretación muy vitalista y espiritosa, poco dada a la evocación melancólica, pero en cualquier caso sin precipitarse y desde luego muy alejada de lo pimpante o trivial. Lo más discutible es el Larghetto, incisivo y anguloso en los pizzicatti y el tratamiento de las maderas, pero no muy emotivo. Sensacional el Finale. A veces se echa de menos claridad en las maderas, quizá por la grabación, realizada originalmente por EMI. (8)

 
 

5. Fricsay/RIAS de Berlín (DG, 1954). Buen enfoque, entusiasta y con sentido del humor, sin precipitaciones y con un apreciable vuelo lírico en el segundo movimiento, para una realización un tanto tosca, sin mucha claridad y algo chapucera por parte de la orquesta. El final es un tanto bruto. Prescindible. (7)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Malko

6. Malko/Philharmonia (EMI, 1955). Notable interpretación de trazo sólido y seguro, ajena a los devaneos sonoros, clara en los planos y muy centrada en lo expresivo, a la que le faltan compromiso e inspiración para alcanzar el equilibrio entre lirismo e ironía que la obra necesita: no se comprend que alguos críticos la hayan considerado de referencia. Muy bien la orquesta, pese a algún desajuste. Sonido estéreo espléndido para la época. (8)


Prokofiev Sinfonía Clásica Ancerl

7. Ancerl/Filarmónica Checa (Supraphon, 1956). Conviene revisar las mitificadas interpretaciones del maestro checo: aquí aborda la obra con evidente energía, sano desenfado y apropiada efervescencia pero su pulso es tan precipitado, su planificación tan pobre, su cantabilidad tan escasa y su elegancia tan inexistente que el resultado es muy mediocre. La orquesta no ayuda precisamente. La reverberación de la toma parece añadida por la muy discutible remasterización del original estereofónico (5)



Prokofiev Sinfonía Clásica Kurtz

8. Kurtz/Philarmonia (EMI, 1957). La falta de matices por parte de la batuta es evidente, echándose de menos una buena dosis de imaginación para ofrecer la chispa, el sarcasmo y el lirismo necesarios, pero la seriedad del maestro ruso, su buena planificación, su entusiasmo y su rechazo al devaneo sonoro le hacen, junto a la excelencia de la orquesta, ganar la partida. (7)
 
 
Prokofiev Sinfonías Rozhdestvensky

9. Rozhdestvensky/Gran Orquesta Sinfónica de la RTV de la URSS (Melodiya, 1966). El primer movimiento resulta un verdadero horror, pero no porque el maestro, tantas veces admirable en este repertorio, quiera ver la obra desde el punto de vista del Prokofiev más aristado y agresivo, sino por basto, machacón y precipitado. El segundo y el tercero, algo sosos, se muestran mucho más centrados en lo expresivo y están bien dichos. El cuarto vuelve a ser una locomotora sin frenos, aunque aquí la vitalidad y el buen dominio del lenguaje que muestra Rozhdestvensky son un tanto a su favor. El sonido es deficiente: quizá pudiera mejorar con un nuevo reprocesado. (5)

 
Prokofiev Sinfonía Clásica Bernstein

10. Bernstein/Filarmónica de Nueva York (Sony, 1968). Al frente de una orquesta no muy allá pero haciendo gala de su proverbial comunicatividad y entusiasmo, el maestro norteamericano ofrece una recreación que engancha desde el primer momento por extravertida, animada y espontánea, dotada además de un risueño –más que sarcástico– sentido del humor. Es problema es que pero también resulta algo tosca, poco elegante, escasamente lírica y desde luego no muy “clásica”. (8)
 

Prokofiev Sinfonía Clásica Svetlanov


11. Svetlanov/Sinfónica del Estado de la URSS (BBC Legends, 1968). Nada en especial aporta esta toma en vivo, por cierto demasiado precaria como para enjuiciar correctamente el equilibrio de planos sonoros en un primer movimiento que, por lo demás, parece muy bien llevado. El segundo, correctísimo y un tanto insulso. En el tercero sobresalen el tratamiento sarcástico de la madera y algunos rubati de interés. Desdichadamente los aciertos parciales de esta interpretación se echan a perder en el cuarto, rapidísimo e insensible. (6)
 
  


12. Abbado/Sinfónica de Londres (Decca, 1969). A sus treinta y seis años lleno de talento y demostrando unas tremendas ganas de hacer música, Abbado defrauda de manera considerable en un primer movimiento tan vitalista y entusiasta como cuadriculado y poco elegante, por no decir machacón, amén de poco interesado por desmenuzar la partitura. Mucho mejor el segundo, paladeado con adecuada cantabilidad y dicho sin prisas, y sin duda espléndido el tercero, con unas maderas filigrana pura que destilan toda la ironía que la música necesita. Al cuarto, magníficamente expuesto, le faltan vitalidad y atención a sus posibilidades expresivas, pero es de agradecer que el maestro no caiga en el atropellamiento y el efectismo de su posterior registro para DG. (7)

 



13. Martinon/Nacional de la ORTF (Vox, 1971). No está claro si el maestro falla al entender a Prokofiev como un compositor eminentemente trepidante o al interpretar el clasicismo con excesivo hincapié en lo frívolo, lo grácil y lo risueño, pero lo cierto es que esta interpretación, no muy bien tocada y un tanto confusa, esto último en buena medida debido a la reverberante acústica de la sala, resulta tan vistosa como en exceso extravertida y tópica, cuando no –terrible el primer movimiento– precipitada, insensible y machacona. (5)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Ormandy

14. Ormandy/Philadelphia (RCA, 1972). Una pena desperdiciar tan soberbia orquesta en una interpretación de concepto frívolo y pimpante, dicha además con demasiadas prisas, no mucho encanto y escasa atención al matiz expresivo. Solo se salva el último movimiento, muy animado y pletórico de virtuosismo. La toma sonora tampoco es muy allá. (6)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Marriner

15. Marriner/Academy (Decca, 1972?). Queda claro que Sir Neville y sus chicos interpretan el neoclasicismo de Prokofiev igual que lo hacen con el clasicismo propiamente dicho, es decir, de manera aérea, distendida y luminosa, fraseando con ligereza, agilidad e incuestionable naturalidad, aportando además esa distinción típicamente británica, pero pasando por completo de largo ante todo lo que sean claroscuros expresivos. A veces, incluso (¡qué Gavotta más rutinaria!) de los matices propiamente dichos. El resultado es una interpretación tan placentera como inofensiva. La toma de sonido, distorsionada y un tanto reverberante, no está a la altura. (7)
 
 


16. Weller/Sinfónica de Londres (Decca, 1974). No hay en esta algo primaria y un tanto deslavazada realización particular elegancia, ni encanto, ni refinamiento, ni poesía ni sentido del humor, pero al menos está realizada con ganas –muy bien el primer movimiento, algo alicaído el segundo–, es comunicativa y se escucha con placer. En la integral de Weller hay cosas batante peores.  (7)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Ashkenazy

17. Ashkenazy/ Sinfónica de Londres (Decca, 1974). Solo un mes más tarde de su grabación con Weller, la London Symphony repite la obra para el mismo sello y en la misma sala de grabación, el desaparecido Kingsway Hall, pero los resultados tampoco son para tirar cohetes: primer movimiento precipitado y de trazo muy grueso –apenas se escuchan las maderas–, segundo más lento e igual de alicaído que antes, tercero sin apenas encanto y cuarto, menos mal, animado y trepidante sin desatender la claridad. (7)



18. Giulini/Sinfónica de Chicago (DG, 1976). Ante todo, y pese a que los violines en algún pasaje no suenan con el portentoso empaste en ellos habitual, es esta una interpretación tocada de maravilla por una orquesta cuyos solistas, además, son extremadamente musicales; y es una interpretación dirigida con una asombrosa claridad, realmente inigualada en toda la historia del disco, haciendo Giulini se escuchen con singular nitidez todas y cada una de las líneas instrumentales, siempre con gran atención a las voces intermedias y logrando un perfecto equilibrio polifónico. Ahora bien, lo más importante es que a todo esto se añade que el maestro italiano logra ofrecer una versión muy “clásica” (sobria, equilibrada, elegante, ajena al efectismo, sin pathos excesivo y alejada del arrebato) que saca todo lo que la partitura tiene de lirismo y de evocación, pero presentando al mismo tiempo todo el trasfondo de ironía y mala leche que alberga la partitura, siempre dentro –no podía ser de otra forma tratándose de Giulini– de un humanismo que rechaza el excesivo sarcasmo. El único reparo, muy relativo, es que el segundo movimiento, llevado con más rapidez de la esperada después de un primero en el que las cosas se toman con calma, no ofrece toda la elevación poética que conseguirá más tarde un Celibidache. La toma sonora, como todo lo que grabó DG en Chicago por aquellas fechas, es soberbia. Versión de referencia. (10) 
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Previn LSO

19. Previn/Sinfónica de Londres (EMI, 1977). De las realizadas con la Sinfónica de Londres en los setenta, esta bajo la dirección de su titular es sin duda la mejor, no solo por el evidente entusiasmo de Previn, su riqueza expresiva y su perfecto idioma, sino también por una técnica soberbia que le permite que se oigan todas y cada una de las líneas instrumentales sin dar en ningún momento la sensación de estar realizando un análisis sonoro. Le falta quizá un poco de imaginación, de personalidad, pero en su ortodoxia es sin duda excelente. (9)
 
 


20. Solti/Sinfónica de Chicago (Blu-Ray Cmajor, 1977). Posterior solo año y medio a la descomunal recreación de Giulini con la misma orquesta, resulta asombroso el modo en que la formación norteamericana es capaz de poner su enorme virtuosismo –increíbles las maderas– al servicio de una lectura no ya muy distinta sino conceptualmente opuesta, aunque no menos defendible en su planteamiento que la anterior: frente a la cantabilidad, el humanismo, la sensualidad y el humor más bien soterrado del italiano, la extroversión, la incisividad, la picardía, la inmediatez y la frescura irresistibles del maestro húngaro, quien tampoco se queda precisamente corto a la hora construir el edificio de tensiones y de clarificar texturas al tiempo que sabe ser elegante a su manera, esto es, sin abandonar la virilidad y el carácter decidido que le caracterizan. Falta, eso sí, un sabor más evidente a Prokofiev, así como una dosis mayor de creatividad y compromiso expresivo, sobre todo en los movimientos centrales. (9)
 
  

21. Maazel/Nacional de Francia (Sony, 1981). Interpretación vitalista y luminosa, dicha con la incisividad apropiada y con una buena dosis de sal y pimienta que resulta muy bienvenida, sobre todo en el último movimiento, pero no del todo clara ni elegante, además de escasa en sensualidad y vuelo lírico en el segundo movimiento. La orquesta evidencia algunas limitaciones. (7)



22. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG, 1981). El maestro salzburgués cae en las dos grandes trampas que acechan a esta interpretación: tener delante a la Filarmónica de Berlín y llamarse Herbert von Karajan. La primera le lleva a recrearse en una cuerda musculosa y de superficie muy pulida para olvidarse del entramado de las maderas. La segunda, a adoptar un enfoque frívolo, hedonista, por momentos pimpante y hasta con detalles de coquetería fuera de tiesto, amén que muy ajeno al sentido del humor propio de Prokofiev. El resultado es trivial y aburrido. La toma sonora podría ser mejor. (6)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Solti Decca

23. Solti/Chicago (Decca, 1982). Una toma sonora extraña, en absoluto a la altura de lo que hacía Decca en estas fechas, perjudica seriamente a una de las menos afortunadas interpretaciones de Solti en los albores del sonido digital. Su primer movimiento resulta precipitado, vulgar y sin gracia ninguna. Segundo tan correcto como insulso. Tercero bien llevado, sin resultar particularmente irónico. Cuarto espléndido, ágil y con desparpajo, con una orquesta y una batuta que exhiben todo su virtuosismo: demasiado tarde. Muy preferible su filmación de 1977. (7)
 
 
Prokofiev Sinfonías Jarvi

24. Neeme Jarvi/Nacional Escocesa (Chandos, 1985?). No es precisamente el estonio un director fino, cosa que aquí queda bien clara en el grosero clímax del Larghetto y en la no muy depurada disección del entramado orquestal –la reverberante toma tampoco ayuda–, pero su entusiasmo se hace evidente en esta interpretación luminosa y extrovertida, que no naif, ni pimpante ni atropellada, como le suele ocurrir a otros directores, sino con una buena dosis de sal y pimienta, es decir, de esa picardía y sentido irónico tan adecuados en esta partitura. (8) 
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Previn Los Angeles

25. Previn /Filarmónica de Los Ángeles (Philips, 1986). Lógicamente mejor grabada que su recreación con la London Symphony, esta nueva grabación de Previn vuelve a dar en la diana en lo que a transparencia e idioma se refiere, ganando quizá ahora un punto de agilidad pero pinchando en el segundo movimiento, cuya sección central resulta en exceso rápida y está tratada de modo pimpante. (8)
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Abbado DG

26. Abbado/Orquesta de Cámara de Europa (DG, 1986). diecisiete años posterior a su desigual registro para Decca con la LSO, esta nueva y muy diferente interpretación parece un extraño cruce entre el enorme dominio del lenguaje del autor propio del Abbado de antaño y esas nuevas maneras con que el milanés está empezando a entender la música en particular y el clasicismo en particular, es decir, con una mezcla de coquetería, refinamiento mal entendido y levedad sonora que se harán presente en sus tristes años de madurez. Curiosamente, ahora sale mejor el primer movimiento, que ha ganado en elegancia y picardía al tiempo que pierde la molestia contundencia de la ocasión anterior; eso sí, sobra el efectismo de los timbalazos, más aún habida cuenta de la reverberante acústica de la Konzerthaus. El segundo está ahora dicho con prisas (3’46’’) y tiende a esas maneras aéreas y frívolas antes referidas. Muy animado y con buenos detalles pero en exceso pimpante el tercero: de nuevo salimos perdiendo. Y muy de cara a la galería el cuarto, convertido en una vertiginosa carrera para que la orquesta haga gala de virtuosismo y entusiasmo sin detenerse a paladear la música como es debido, ni a analizarla ni a mezclar la electricidad desplegada, que es muchísima, con elegancia ni cn verdadero espíritu clásico. Pura fachada de un Abbado que, decididamente, ha iniciado su declive artístico.  (7)




27. Rostropovich (Erato, 1986-87). Interesado como siempre en la vertiente más lírica y humana del compositor, Rostropovich ralentiza los tempi, sustituye la luminosidad por el pathos y pone de relieve la cantabilidad melódica de la partitura con un fraseo muy natural, amplio y elegante, que se aleja del carácter trepidante de otros directores para aportar un toque de serenidad y carácter contemplativo, un punto otoñal quizá, y un tanto melancólico en un Larghetto lentísimo y algo pesante. La Gavota está llena de encanto, y el Finale está dicho con fluidez sin precipitarse lo más mínimo. Falta, en cualquier caso, una arquitectura más aquilatada en el primer movimiento, y en general da la sensación de que se necesita un grado mayor de depuración sonora, lo que en parte puede deberse a una orquesta que no es de primera, como también a una toma de reverberación excesiva. Con todo, se escuchan algunos detalles inhabituales, como las pinceladas de la trompeta en el segundo movimiento. (8)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Orpheus

28. Orpheus Chamber Orchestra (DG, 1987?). Muy lejos del pathos que van a exhibir un Rostropovich o un Ozawa, pero sin caer tampoco en la tentación de lo frívolo o lo pimpante, los Orpheus ofrecen una interpretación obviamente de sonoridad camerística, dicha con tempi rápidos pero sin la menor precipitación, increíblemente bien tocada y de una claridad pasmosa, que en lo expresivo resulta ágil, luminosa y radiante de entusiasmo, risueña antes que irónica –Gavotta–, poética cuando debe y siempre de un enorme encanto. Por si fuera poco, la toma sonora es fabulosa. (9)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Kitajenko Melodiya

29. Kitajenko/Filarmónico-Sinfónica de Moscú (Melodiya, 1987). Un primer movimiento precipitado, vulgar y sin el menor encanto hace presagiar lo peor. Por fortuna el Larghetto se encuentra notablemente paladeado, la Gavotta está muy bien planteada –irreprochable el tratamiento de las maderas– y el Finale se desarrolla con enorme corrección. Lo que es imperdonable es que la toma, presuntamente digital, ponga a las maderas en primer plano para relegar a la cuerda, sea en exceso reverberante y presente una molesta distorsión tímbrica. Cuesta trabajo escucharla. (6) 
 
 
Celibidache DVD Prokofiev Dvorak

30. Celibidache (DVD Euroarts, febrero 1988). Sin alcanzar el grado de perfección técnica, limpieza, distinción y sentido de lo apolíneo del registro de Giulini con la Sinfónica de Chicago, Celibidache ofrece en esta filmación “de estudio”, sin público, acompañada de unos maravillosos ensayos en los que el maestro rumano despliega todo su histrionismo facial, una recreación antológica en la que, además de desmenuzar de maravilla todo el entramado orquestal y desplegar el riquísimo sentido del color que en él es habitual, se ponen de relieve como nunca los aspectos más irónicos y socarrones de la obra –portentoso el tratamiento de las maderas– ofreciendo mucha retranca, pero sin excederse en la acidez y sin merma alguna de la elegancia consustancial a la obra ni del vuelo poético que debe alcanzar –y aquí lo hace como pocas veces– el segundo movimiento. La lentitud de los tempi no debe echar atrás para nadie, porque la arquitectura está delineada sin fisuras. A destacar, por añadir algo entre tantas maravillas, los prodigiosos rubati en la Gavotta y la alucinante manera en la que esta se va acercando a la conclusión. Solo una pega: en los clímax del primer movimiento no se escucha del todo bien el entramado de las maderas. El sonido, aunque la carátula del DVD afirme su carácter monofónico, es un estéreo de buena calidad. (10)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Celibidache EMI

31. Celibidache/Filarmónica de Munich (EMI, 26 de marzo de 1988). Repetición de la jugada, esta vez en vivo. Al ser solo audio, se pierde uno el espectáculo de ver a Celi dirigiendo. En cualquier caso, excepcional. (10)


Prokofiev Sinfonía Clásica Karajan DVD

32. Karajan/Filarmónica de Berlín (DVD Sony, 1988). Justo antes de deslumbrar junto a Kissin en el Primero de Tchaikovsky, Karajan ofreció la noche de fin de año una interpretación animada y con empuje, pero no muy clara, algo espesa y amazacotada, con un segundo movimiento frívolo y pimpante. En cualquier caso, algo mejor que su registro de estudio. (7)

 
 


33. Ozawa/Filarmónica de Berlín (DG, 1989). Tal vez influido por su amigo Rostropovich, el director oriental ofrece una lectura singular y muy discutible, pero no poco fascinante, en la que sirviéndose de una orquesta grande de robusta cuerda grave, valiéndose de unos tempi francamente lentos sin que el pulso se le venga abajo y haciendo gala del desarrollado sentido del color, la enorme elegancia y esa peculiar sensualidad digamos “oriental” que caracterizan su batuta, se pone de relieve la vertiente más lírica y melancólica de esta música, como si se quisiera tender un puente hacia la última sinfonía del autor. No hay aquí, por tanto, nada de la espontaneidad, del descaro y del carácter trepidante que normalmente asociamos a esta obra, pero la lectura resulta coherente y está maravillosamente realizada: pocas veces se habrá escuchado tan bien tocada por parte de una orquesta y tan admirablemente desmenuzada por parte de un director. (9)

 
Prokofiev Sinfonía Clásica Zedda

34. Zedda/Orquesta de Cámara de Lausana (Virgin, 1989). Han adivinado: el referente de esta interpretación es Rossini. Y lo es para bien, sobre todo en un primer movimiento ágil y espiritoso en el buen sentido, chispeante pero no superficial, en el que además el maestro italiano se permite prestar atención a las líneas de la trompeta que generalmente pasan desapercibidas. La inclinación lírica también se percibe en un Larghetto cantado con delectación, aunque de pulso irregular. Muy bien salpimentada la Gavotta y algo falta de electricidad pero en absoluto precipitado (¡menos mal!) el Finale, elegante y maravillosamente desmenuzado. En conjunto, una interpretación en la línea de Giulini, sin llegar a su excelsa altura. (9)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Barshai

35. Barshai/Philharmonia (Collins-Alto, 1989). Al frente de una orquesta no en su mejor momento recogida por una toma de volumen bajísimo y un punto difusa, el mítico Barshai ofrece una recreación irreprochable en el estilo, con todo en su sitio, dicha con cierta convicción y buen gusto, pero no del todo clara, no muy bien tensada y, globalmente, un tanto sosa e inexpresiva. Prescindible. (7)
 


36. Muti/Philadelphia (Philips, 1990). Interpretación muy briosa e irónica que solo flaquea por el primer movimiento, basto y algo precipitado. También es verdad que el tercero podía tener más sentido del humor. Pero el Larghetto está lleno de poesía y el Finale resulta verdaderamente sensacional, en parte gracias a unas maderas deslumbrantes. En realidad toda la orquesta está para quitarse el sombrero, independientemente de que resulte demasiado grande. (9)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Tilson Thomas

37. Tilson Thomas/ Sinfónica de Londres (Sony, 1991). Aunque se trata de una lectura más idiomática que la media, sobre todo por el tratamiento de las maderas, lo cierto es que el maestro norteamericano navega con el piloto automático puesto y apenas el buen trazo del primer movimiento y algún logrado rubato en la Gavotta logran hacernos despertar en medio de la rutina y la indiferencia expresiva que terminan imponiéndose. La toma sonora es algo turbia. (6)


 Prokofiev Sinfonía Clásica Levine

38. Levine/Sinfónica de Chicago (DG, 1992). Con una batuta tan vulgar y pedestre como la de Levine se podía temer lo peor, pero lo cierto es que el mal gusto del maestro solo se evidencia en un primer movimiento sin duda vitalista y con espléndido sentido del humor, pero también precipitado, machacón y carente de toda elegancia. El resto, sorprendentemente, está dicho con excelente línea, buen gusto y un espléndido equilibrio entre frescura y control, a lo que no es ajeno el enorme virtuosismo de una Sinfónica de Chicago en el mejor momento de su trayectoria. De hecho, a la postre es una interpretación superior a la que su titular Sir Georg Solti grabó con ella en estudio para Decca diez años atrás. La toma de sonido, también de manera inesperada, es igualmente mucho más satisfactoria. (8)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Simonov

39. Simonov/Royal Philharmonic Orchestra (RPO, 1996). El maestro ruso parece querer enfrentarse con la tradición de lo trepidante y, tomándose las cosas con calma, desarrolla una interpretación equilibrada, elegante y cuidadosa, ágil más no pimpante, y desde luego antes lírica que irónica, aunque paradójicamente funciona mejor en los movimientos extremos que en los centrales, algo desvaídos. Los ingenieros de sonido hicieron un buen trabajo, aunque con el defecto tan habitual en esta obra: excederse en la reverberación. (7)
 
 
  CD-Muti-Wiener Mozart 40 Prokofiev Schubert

40. Muti/Filarmónica de Viena (VPO, 2000). Globalmente esta lectura es algo superior a la del propio Muti en Philips, pues aunque la orquesta vienesa no tiene la perfección de la de Filadelfia, e incluso muestra unos violines no siempre empastados, tiene unas dimensiones y una sonoridad mucho más adecuadas para esta obra, menos robusta y más transparente. Además, el primer movimiento está mejor dirigido, resultando menos precipitado y conservando su mismo sentido del humor, aunque no vendría mal una mayor atención a la polifonía de las maderas. El segundo es quizá un punto menos poético. Al tercero sigue pudiéndosele sacar más partido, y el cuarto vuelve a ser admirable. (8) 
 
 
 

41. Gergiev/ Filarmónica de Viena (DVD TDK, 2000). Al poco de interpretar la partitura con Muti, la orquesta vienesa sigue mostrándose espléndida para esta partitura, pero la dirección de Gergiev, sin duda encendida y dotada de un acertado sentido del humor, resulta gruesa y vulgar en comparación con la del napolitano. Su Allegro inicial está bien, sin ser precisamente refinado; el Larghetto resulta más nervioso de la cuenta, en absoluto elegante y muy basto en el clímax; la Gavotta funciona sin problemas, con unas maderas que suenan con la incisividad y carnosidad apropiadas para el autor; en el Finale Gergiev se aprovecha del virtuosismo de los vieneses y se echa a correr sin preocuparse de matices y otras zarandajas. La toma sonora no es todo lo buena que podría haber sido, aunque al menos ofrece surround auténtico por los canales traseros. (6)




42. Gergiev/Sinfónica de Londres (Philips, 2004). De nuevo Gergiev ofrece una versión muy encendida y animada, con mucho sentido del humor y de adecuado remanso lírico en el segundo movimiento, pero también de trazo grueso y un punto vulgar. Lo peor es el último movimiento, algo atropellado. Los ingenieros de sonido no estuvieron tampoco muy finos. (6)
 
 
Prokofiev Sinfonía Clásica Rabinovitch_Barakovsky


43. Alexandre Rabinovitch-Barakovsky/Orquesta Sinfónica de Flandes (DVD Arthaus, 2005). Como telonera de uno de esos espectáculos Argerich and Friends, en este caso en el Festival de La Roque d’Anthéron, se ofreció una Sinfonía Clásica precipitada, convulsa, descuadrada, histérica incluso, con caprichos innecesarios en la Gavotta, a cargo de un director muy del gusto de la pianista y de una orquesta normalita incapaz de seguir las velocidades impuestas por la batuta. Solo se salva el segundo movimiento. El resto, un horror. (4)

 

44. Kitajenko/Gürzenich-Orchester Köln (Capriccio, 2005-07): el maestro ruso, ya veterano, se saca la espina de su lectura para Melodiya con esta otra recreación no solo muchísimo mejor grabada –suena de escándalo–, sino también considerablemente mejor planteada. Aquí el primer movimiento, ya sin precipitaciones, esquiva toda vulgaridad y ofrece toda la elegancia, la finura bien entendida y el equilibrio clásico que demanda. El resto es francamente notable, por el buen dominio del idioma, lo acertado del planteamiento expresivo y la excelente factura con la que este se encuentra plasmado en lo sonoro, agradeciéndose especialmente la buena disección del entramado orquestal y la cantabilidad del fraseo, sobre todo en un Larghetto que se deja de trivialidades para explorar el lado más melancólico de esta música. Solo falta una vuelta de tuerca más tanto en el manejo de las tensiones como en la sal y la pimienta para alcanzar la excepcionalidad: a la postre, esta lectura resulta un punto sosa. (8)

10 comentarios:

Pablo Varela dijo...
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Fernando López Vargas-Machuca dijo...
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Andante moderato dijo...

Interesante recorrido por una obra maestra.
Sin embargo, no puedo dejar de señalar que lo de llamar "cúmulo de horrores" a la interpretación de Toscanini es, a todas luces, excesivo (el concepto enérgico, paródico del maestro puede gustar más o menos, pero es completamente coherente). Como también es insensato insistir en el triste tópico de su "habitual machaconería e insensibilidad". Ejemplos para rebatir este mito hay a montones, como "El Mar" de Debussy (Philadelphia, 1942), "Vida de Héroe" (NBC, 1941) y Oberturas de Wagner (registros varios).
No estoy hablando de gustos sino de características de estilo de dirección.
Saludos.

Anónimo dijo...
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Fernando López Vargas-Machuca dijo...
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JAVIER M.F. dijo...

Fernando:

Estoy escuchando la de Ancerl, y bueno, a modo de resumen observo claramente que le falta sutiliza y vuelo lírico (un poco embarullada), pero quiero ir a lo de la Orquesta:
La Filarmónica Checa de los sesenta tiene una gran consideración, y personalmente sí me parece espléndida en otras grabaciones de Ancerl, ya con mejor sonido. La que nos ocupa tiene muy mal sonido ( o simplemente malo) y entiendo que no deja valorar demasiado a la orquesta. Te hablo con el CD Supraphom delante (viene con un Romeo y Julieta de Prokofiev) Ref 111949-2.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Andante, he eliminado lo de la "habitual machaconería" de Toscanini, aunque este director diste en general de convencerme. He dejado lo de la machaconería e insensibilidad solo referido a esta interpretación. Sobre su manera de interpretar La Mer, ya dejé aquí algunos elogios:

http://flvargasmachuca.blogspot.com.es/2012/08/la-mer-de-debussy-discografia-comparada.html

Javier, la calidad de la Filarmónica Chceca de los sesenta y setenta me sige pareciendo muy discutible, aunque tampoco conozco tantos registros como para generalizar. Desde luego los "remasterizadores" de Supraphon se lucieron.

Anónimo dijo...

Fernando , ya era hora. Gracias por poner otra vez esta discografía comparada.AMC.Sánchez

Nemo dijo...

Interesantísima comparativa, muy informativa. Gracias.

Normalmente el nombre de Toscanini va acompañado, con alguna razón, del prejuicio de cierta tosquedad interpretativa. Lo mismo pasa con Levine, incluso cuando acierta. Hay casos en los que Toscanini puede sorprender, y lo mismo ocurre con Levine. En el caso de éste yo diría que no es tan raro encontrar interpretaciones suyas que son buenas, y de vez en cuando hay algunas muy buenas. No digo yo que la cosa de para una revisión radical de su figura, pero quizás bastaría con afearle la conducta cuando mete la pata.

LaViejaPartitura dijo...

Pues gracias, nuevamente, por dirigir nuestra audición de esta forma. He podido escuchar en Spotify esta sinfonía por Celibidache, la grabación de 1988 con la filarmónica de Munich (EMI 2005) y se ha convertido en mi favorita. ¡Que surtido de matices y picardía elegantemente servida! De paso estoy descubriendo la quinta del mismo autor (grabacion 1990) y por fin me está "entrando" esta música que me solía parecer mas bien insulsa y plana.

Ricardo de los Ríos.-

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...