“Paradójicamente, la pieza más cercana al modelo rossiniano es una de sus oberturas más maduras, y no solo eso, sino una escrita para una ópera francesa, Les Vêpres siciliennes (1855). El Largo introductorio, cargado de presagios fúnebres, da paso a un Allegro agitato en forma sonata abreviada, dominado por el segundo gran tema para los violonchelos; en las dos veces en que aparece es seguido por una versión actualizada del tradicional crescendo. El acento puesto en el tema cantabile a menudo ha dejado en segundo plano la belleza de la transición que precede a la reanudación, la emotiva melodía del adiós de los condenados a su patria, confiada a la cuerda aguda, pero todavía punteada por el ritmo fúnebre de la percusión, que es el verdadero motivo unificador de toda la pieza.”No ha sido fácil reunir un cierto número de interpretaciones para esta comparativa: no son muchos los grandes directores sinfónicos –quedan aparte los especialistas del foso– que se han acercado a esta pieza. Me hubiera gustado mucho escuchar la de Igor Markevitch en el sello Philips: conociendo la personalidad artística del maestro ucraniano, bien podría tratarse de una interpretación de referencia. De los resultados de mi pequeño experimento, se desprenden resultados que harán reir a los detractores de este blog: ¡gana Barenboim! Eso sí, les aseguro que su interpretación no la he localizado y escuchado hasta que ya tenía la comparativa casi completamente acabada.
1. Toscanini/Sinfónica de la NBC (RCA, 1942). Las características del de Parma, se hacen bien presentes en esta recreación directa, vibrante, incisiva, de gran exactitud rítmica, apreciable claridad y elevado sentido teatral, también algo seca y desde luego ajena a la opulencia sonora y a la delectación tímbrica. Lo bueno es que, al contrario que otras veces, Toscanini no está aquí muy dispuesto a renunciar a la cantabilidad imprescindible en este repertorio: de alguna manera su italianidad se tenía que notar. La pueden escuchar aquí. (8)
2. Erich Kleiber/Orquesta del Teatro Comunales (varios sellos, ópera completa, 1951). También el estilo de Kleiber (mejor dicho, de los Kleiber) se refleja en esta recreación procedente de la famosa representación florentina con Callas y Christoff: rápido, directo, ágil, con nervio y garra teatral, dotado además de una elegancia muy particular –aristocrática y un punto incisiva– que deja mucho espacio para la belleza sonora, la chispa y el encanto, pero no tanto para la delectación melódica, para la densidad dramática o para el misterio: la primera sección, que otros directores hacen sonar bien amenazadora, bien lúgubre, pasa sin pena ni gloria, y en conjunto la interpretación resulta algo apresurada. Mucho ojo: la edición del sello Testament no incluye la obertura. La pueden escuchar aquí. (8)
3. Fricsay/Sinfónica de la RIAS de Berlín (DG, 1952). Si el enfoque de Kleiber padre hasta cierto punto podía calificarse de “vienés”, el del maestro húngaro entronca más claramente con la tradición germánica, al menos en lo que a músculo y densidad sonora se refiere. Densidad, que no falta de claridad: el tejido polifónico se escucha de manera admirable a pesar de que la toma es monoaural. Por lo demás, una versión bien paladeada, con fuerza y empuje al tiempo que dotada de cierto carácter opresivo. La orquesta, sin ser muy allá, suena con la rusticidad apropiada para Verdi y sin el menor intento por parte Fricsay de hacerla sonar con refinamiento. (9)
4. De Sabata/Filarmónica de Viena (IDIS, 1953). Menos electrizante pero también sin la sequedad de un Toscanini, el de maestro de Trieste aventajó al de Parma –a quien había sustituido en 1929 al frente de las huestes de La Scala– en diferentes aspectos expresivos, y eso queda bien claro en esta recreación en vivo –Festival de Salzburgo– que arranca no de manera amenazadora sino misteriosa, y se desarrolla con una sensualidad, una cantabilidad y una emotividad superiores a la de su colega, así como con mayor riqueza de matices expresivos. También la belleza sonora es mucho mayor, peso eso tiene que ver con la presencia de una Filarmónica de Viena cuya cuerda resulta impagable. Sobran quizá algunos portamenti. Lástima que la toma sonora sea tan precaria. (9)
5. Giulini/Philharmonia (BBC Legends, 1963). Cinco años posterior a su grabación oficial en estudio con la misma orquesta para EMI, en esta grabación en vivo Giulini logra canta las melodías con una italianidad –gozo, valentía, luz mediterránea– admirable al mismo tiempo que cuida la claridad y el rigor en el trazo de los momentos más dramáticos, bien apoyado por el excelente hacer de la orquesta de Klemperer. Aun así, el maestro resulta un punto más apolíneo de la cuenta: necesita aún una dosis de sal y pimienta, de “descaro” incluso. El sonido tiene los problemas habituales de las tomas radiofónicas de los Proms. (8)
6. Giulini/New Philharmonia (DVD EMI, 1968). De nuevo una interpretación de trazo seguro, concentrado, sin precipitaciones, que permite cantar las melodías con un sabor inconfundiblemente italiano, dicha además con el toque rústico y popular adecuado para Verdi. De nuevo se queda un pelín corta, y desde luego suena peor –la toma es monofónica– que la comentada con anterioridad, si bien es un placer ver en la pantalla el gesto distinguido del maestro. (8)
7. Levine/New Philharmonia (RCA, ópera completa, 1974). La orquesta es la misma, pero ya desde una introducción particularmente seca, con las frases iniciales muy recortadas, se evidencia que nos vamos a encontrar ante un enfoque diametralmente opuesto al de Giulini: la cantabilidad, la sensualidad y la elegancia del maestro italiano han desaparecido para dar paso a la brillantez, la fogosidad y el altísimo sentido teatral del norteamericano, muy en la línea de un Toscanini pero añadiendo cierta fascinación por lo marcial y por lo aparatoso que por desgracia van a ser marca de la casa. Impresionante, eso sí, la ejecución de la New Phiharmonia y la exactitud rítmica de la batuta. Muy buena la toma sonora. (8)
8. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG, 1975). No podía ser sino Karajan quien, de modo diferente al de un Fricsay, llevase las “brumas germánicas” a esta obra. Y le sientan estupendamente, sobre todo en una introducción gótica, atmosférica e inquietante a más no poder, pero también en un desarrollo donde la cuerda densa de la orquesta berlinesa desgrana las melodías con delectación y belleza sonora inigualables al tiempo que los metales impactan por su potencia perfectamente controlados por un Karajan que consigue ser opulento controlando al máximo los medios y sin dejarse llevar por precipitaciones ni excesos. Obviamente se pueden echar de menos la vivacidad e inmediatez tanto de Kleiber como de Toscanini y sus seguidores, pero como realización sinfónica, más que teatral, lo de Karajan no es fácil de superar. (9)
9. Muti/New Philharmonia (EMI, 1977?). De nuevo espléndida la que fuera orquesta de Klemperer, y otra vez al servicio de un joven maestro que insiste en el epigonismo toscaniniano en una interpretación directa y vibrante, mucho antes belicosa que atmosférica, de trazo firme y elevado sentido teatral. Por fortuna, Muti frasea con menor rigidez que su colega Levine, posee un más desarrollado sentido melódico y no se deja tentar por el efectismo. Los resultados no son del todo emotivos –las melodías no están muy paladeadas-, pero sí electrizantes. Lástima que a la toma sonora, originalmente cuadrafónica, le falte gama dinámica. (9)
10. Abbado/Sinfónica de Londres (RCA, 1978). Con el respaldo admirable de los ingenieros de RCA (asombrosa la remasterización de 2001, aunque he preferido poner la portada del vinilo original), un Abbado armado de una técnica colosal y en el mejor momento de su carrera demuestra que es posible llegar a una síntesis entre todas las posibilidades interpretativas de la partitura. Hay teatralidad, contrastes y frescura, sí, pero también plena delectación melódica; y refinamiento sin rozar lo amanerado; y sentido de la atmósfera en la introducción –atractivo color ocre de las maderas–; y esa elegancia con un punto de carácter popular que tanto conviene a Verdi. Y todo ello lo hace con un fraseo de naturalidad extrema, lleno de sutiles inflexiones, con perfecta planificación de los crescendi y un tratamiento de las texturas que releva la espléndida escritura polifónica verdiana. Falta, quizá, un punto más de electricidad en el final, pero aun así es una interpretación de primera magnitud. (10)
11. Giulini/Filarmónica de los Ángeles (YouTube). Un aficionado ha dejado en la red esta filmación televisiva protagonizada por Giulini sin datos sobre fecha y localización, pero la sala de conciertos y la no muy brillante calidad de la orquesta nos dejan claro que se trata de la Filarmónica de Los Ángeles, de la que el italiano fue titular entre 1978 y 1984. Muy buena interpretación, sin duda, pero no aporta gran cosa a lo ya conocido. Del enorme maestro italiano en su etapa de madurez se podría esperar más, la verdad. (8)
12. Sinopoli/Filarmónica de Viena (Philips, 1983). Treinta y siete años tenía el maestro veneciano cuando se puso al frente nada menos que de la Filarmónica de Viena para demostrar lo que tenía que decir en el mundo orquestal verdiano, pero en esta obertura los resultados fueron muy desconcertantes por una evidente falta de unidad en el desarrollo: introducción inquieta y amenazante, pasajes líricos muy lentos, paladeados en extremo aunque no siempre con un fraseo natural, y momentos tempestuosos espectaculares por su riqueza de color y virulencia, se yuxtaponen sin continuidad en el trazo y careciendo de una idea de la estructura global. Por descontado que muchos momentos suenan nuevos a nuestros oídos y que se repara en detalles que no todos los directores saben poner de relieve, pero a la postre la interpretación resulta un punto pretenciosa. Impagables los violonchelos vieneses. La pueden escuchar aquí. (8)
13. Muti/Orquesta de la Scala (EMI CD, Opus Arte DVD, ópera completa, 1989). Rara vez acertaron los ingenieros de sonido a realizar una toma en vivo en La Scala a la altura de la era digital, y la presente lectura, que procede de unas representaciones protagonizadas por la Studer, no es precisamente una excepción ni siquiera en el CD oficial. Por lo demás, Muti repite su vibrante acercamiento ya conocido por su grabación de estudio, pero la muy inferior calidad de la orquesta milanesa con respecto a la New Philharmonia se deja notar de manera considerable. (8)
14. Barenboim/Staatskapelle de Berlín (YouTube, 1993). Solo la segunda parte de esta gala lírica protagonizada por Plácido Domingo conoció edición comercial, y sin imágenes: primer acto de Walkyria con Polaski, Tomlinson y el tenor madrileño (CD en Teldec). El vídeo completo qua de momento reservado a YouTube. El preludio de I Vespri que la abría, desde luego lejísimos en lo conceptual de un Toscanini o un Muti, en principio se debe enmarcar en la línea "germánica" de un Fricsay y un Karajan, tanto por la densidad del sonido como por la atención a los aspectos más góticos y atmosféricos de la partitura, así como por la concepción digamos que orgánica del fraseo, entendiendo la dirección de orquesta como –Barenboim dixit– "el arte de la transición". ¿Por qué, entonces, hace cantar el de Buenos Aires a la cuerda berlinesa con más calidez, belleza, ternura y sentido melódico que ningún otro director, Giulini y Abbado incluidos, añadiendo además unos toques anhelantes de lo más apropiados, sobre todo en la melodía que alude al adiós de los condenados? Habría que ir desmontando tópicos. Parece admirable la planificación de los crescendi, además, y digo parece porque la toma televisiva recorta de manera muy grave la gama dinámica. Aun así, una versión para escuchar ya mismo. Basta con hacer click arriba. Por cierto, admirables también –nada tísico– el preludio de La Traviata y la música de ballet de Otello, por no hablar del Wagner. Y del Manrico, el Alfredo, el Otello y el Siegmund de Domingo... (10)
15. Abbado/Filarmónica de Berlín (DG, 1996). El maestro milanés realizó un giro a peor cuando asumió la titularidad de la Filarmónica de Berlín, quizá en parte por ser demasiado consciente de las enormes posibilidades del instrumento. Semejante circunstancia se deja notar aquí en comparación con su registro dieciocho años anterior: el refinamiento ahora va un poco más lejos de la cuenta, la opulencia sonora también, al igual que los contrastes dinámicos, al tiempo que se pierden parte de la frescura y algunos matices. Aun así, una impresionante recreación ante la que es difícil resistirse. (9)
16. Abbado/Filarmónica de Berlín (DVD Euroarts, 2002). La acción de esta ópera tiene lugar en Palermo, así que resulta lógico que Abbado ofreciera su obertura como propina en el Concierto Europeo del 1 de mayo de 2002 en el Teatro Massimo. No hubo sorpresas, pues se trató de una brillante interpretación, pletórica de virtuosismo, que se resiente un tanto en comparación por lo conseguido por él mismo en sus registros anteriores: falta la electricidad de sus años londinenses, mientras que su empeño en ser más refinado que nadie (¡esos dichosos portamenti, más que en 1996!) empaña un poco la enorme belleza sonora de su fraseo. (8)
17. Chailly/Filarmónica de la Scala (Decca, 2012). Maestro milanés para una orquesta que, sin ser precisamente para tirar cohetes, posee la más rancia tradición verdiana del mundo. No puede fallar el estilo –espontáneo, cálido, popular– , y no lo hace, en esta notable recreación bien trazada y mejor cantada a la que, pese a lo dicho, le falta una última vuelta de tuerca en todos los sentidos, tanto en lo que a virtuosismo se refiere como en claridad, riqueza de matices y compromiso expresivo. Además, sobra algo de ruido. La toma sonora es muy buena, pero no tanto como podía esperarse. (8)
No hay comentarios:
Publicar un comentario