miércoles, 1 de mayo de 2013

Pimiento Verdi: muy recomendable

Completé mi apretado puente madrileño –los espectáculos ya por aquí comentados más un montón de exposiciones– con El Pimiento Verdi, la obra que Albert Boadella se ha autoprogramado en los Teatros del Canal que él dirige. Ustedes ya seguramente sabrán de qué va el rollo, y si no lo saben pueden ver los vídeos adjuntos para hacerse una idea. Yo me voy a limitar a recomendarles que, si tienen la oportunidad, no dejen de verla.

No tiene esta nueva creación de Boadella ni mucho menos la mala leche de otras suyas anteriores, pues en el fondo su mirada sobre los dos compositores homenajeados, Verdi y Wagner, es bastante naif, pero sí que tiene ritmo, gracia, desparpajo y buen sentido del humor gamberro y hasta chabacano, además de una maravillosa inventiva a la hora de jugar con las partituras y los textos de los dos geniales artistas, un aspecto en el que supongo habrá tenido que ver el asesor musical Manuel Coves. Los resultados son excelentes, pero eso sí: si usted no conoce la obra verdiana y wagneriana –caso improbable en los lectores de este blog–, olvídese de El pimiento Verdi porque no entenderá ni la mitad.

Siete personas sobre el escenario y solo un actor profesional: el veterano de Els Joglars Jesús Agelet, que estuvo divertidísimo. El asunto es que los músicos profesionales lo hicieron estupendamente, tanto el pianista Borja Mariño –muy bien en el plano puramente musical- como los cantantes congregados para la ocasión. José Manuel Zapata demostró una maravillosa desvergüenza y, quitando un momento en el que se puso envarado por culpa de una deriva del libreto de Boadella que bien podían haberse ahorrado, se movió con soltura, aparte de protagonizar con brillantez el momento más divertido de la velada: contar el argumento de La Walkiria imitando a un locutor de Carrusel Deportivo. María Rey-Joly evidenció su abundante experiencia en el campo de la zarzuela. Elvia Sánchez y Antoni Comas estuvieron a la altura de cualquier buen actor profesional, es decir, fantásticos. Ninguna sorpresa por parte de Luis Álvarez, tan inmenso como siempre en en plano teatral y con una voz todavía en muy buenas condiciones.

Por cierto, aunque en principio no proceda hacer una crítica de cómo cantaron, hay que puntualizar que alcanzaron entre todos un más que notable nivel medio, con sus más y sus menos y habida cuenta de que tenían que hacerlo bajo condiciones escénicas no precisamente operísticas. Además, me parece de justicia llamar la atención sobre la Rey-Joly, una chica a la que vengo escuchando desde que hace años se presentó a un concurso de canto en el Villamarta. En este mismo blog he dado cuenta de sus intervenciones en Doña Francisquita, Luisa Fernanda y El Juramento. Cada vez me había ido gustando más. Pues bueno, en este Pimiento Verdi ha tenido que apechugar con fragmentos dificilísimos de los dos autores y ha lucido no solo una voz en su mejor momento, sino también una perfección técnica que nos hace augurarle un brillante futuro a la soprano madrileña: no la pierdan de vista, porque nos puede dar una sorpresa con papeles que son auténticos pesos pesados.

Ah, una cosilla más: si pueden, saquen una entrada sobre el escenario. No, no se preocupen, que no les hacen ninguna perrería.

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