Leí hace poco (ver noticia) que el humorista egipcio Basem Yusef ha sido puesto en libertad bajo fianza tras su detención por “denigrar al Islam”. Aunque nunca he visto lo que hace este señor, me parece claro que hay que tenerlos bien puestos para comportarse así bajo el simpático régimen de los Hermanos Musulmanes. No sé si su vida durará mucho o poco, la verdad, pero apoyo desde aquí plenamente su actitud, porque soy de los que piensan que el humor –el humor inteligente– es la mejor arma para combatir la intolerancia, sea esta del signo que fuere, y para sobrevivir en medio de la represión. Y de esto último en Egipto saben algo, me temo.
Soy, además, de los que piensan que nada hay intocable a la hora de ser corrosivos, y por eso mismo me permito recomendarles a ustedes una revista satírica que he descubierto y me encanta, Mongolia, que lo mismo se mofa de los borbones que de la ETA, no sin advertirles antes a ustedes que el contenido puede resultar extremadamente blasfemo para algunas sensibilidades. Yo, desde luego, me rio a mandíbula batiente.
En fin, en homenaje a los humoristas antitotalitarios les dejo a ustedes el segundo movimiento de la Sinfonía nº 13 de Dimitri Shostakovich. En él se pone música a los siguientes versos de Yevgueni Yevtushenko, un señor que, por cierto, resistió al régimen soviético y aún anda vivo por ahí. ¡Que viva el Humor!
(La traducción la he obtenido del siguiente enlace)
Zares, reyes, emperadores,
Soberanos de todo el mundo,
Podrán dirigir desfiles, pero nunca podrán mandar en el humor.
En los palacios de los poderosos,
Que pasan todo el tiempo reposando,
Entró Esopo el vagabundo,
Y todos ellos? ¡parecían mendigos!
En casas donde un hipócrita tiene dos
Miserables huellas izquierdas de los pies,
Jodzhá Nassredín se burla de las frivolidades, simulando que las derriba como piezas del ajedrez.
Ellos necesitan comprar el humor.
Pero él ¡no se vende!
Ellos lo quieren matar,
Pero el humor les hace cuernos.
Combatirlo es un asunto difícil,
Ellos no se detienen en aniquilarlo,
Su cabeza cortada estaba en la punta
De la espada de un soldado.
Pero tan pronto como los caramillos de los payasos se oyeron entonando tonadas,
El humor desde afuera gritaba: ¡ahí estoy!
Y atrevido, se puso a bailar.
Vistiendo con un abrigo mísero,
Abatido y, aparentando arrepentimiento,
Como un preso político,
Va camino al cadalso.
Todo alrededor suyo es sumisión,
Resignación, en la vida,
Cuando de pronto se despoja de su abrigo,
Y hace la señal con la mano:
¡Adiós, amigos!
Ellos esconden al humor en un calabozo,
Pero no tienen esperanza en el infierno,
El humor pasa a través de barrotes de hierro o murallas de piedra.
El humor se aclara la garganta, tosiendo de frío. Y como un simple soldado,
con su fusil, marcha al son de una tonada popular sobre el Palacio de Invierno.
El humor se acostumbra a las malas miradas, pero esto no parece preocuparles,
Y de cuando en cuando el humor se mira a sí mismo con sentido del humor.
El humor es eterno, astuto y veloz,
Pasa a través de todos y de todo.
Por eso: ¡Que viva el Humor!, ¡por valiente!
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