sábado, 21 de marzo de 2020

Octava sinfonía de Beethoven: discografía comparada

Actualización 21-III-2020

Esta entrada se publicó originalmente el 26 de julio de 2012.
Ahora se incorporan las grabaciones de Walter'42, Schuricht, Bernstein/Nueva York, Barshai, Kubelik, Karajan'75, Rattle/Berlín y Nelsons. Asimismo, he vuelto a escuchar las de Furtwängler, Fricsay, Walter'58, Klemperer'70, Kubelik, Bernstein'78 y Brüggen'11, escribiendo comentarios más o menos renovados de todas ellas. A la de Fricsay le rebajo la puntuación del 10 al 9, y a la de Furt le subo del 8 al 9.

_________________________________________

Beethoven escribió su Octava Sinfonía entre 1811 y 1812, en la misma época que la mucho más musculosa y dionisíaca Séptima. No obstante, el presunto retorno al Clasicismo del que tanto se ha hablado no es ni mucho menos tal, sino más bien una mirada al mismo tiempo tierna e irónica sobre ese pasado sinfónico al que el propio compositor le había abierto unas perspectivas completamente nuevas. De ahí que interpretar esta partitura con la dosis adecuada de potencia, energía y tensión dramática -sin pasarse: elegancia y vuelo lírico tienen también que hacer acto de presencia- resulte necesario para hacerle plena justicia.

Son sus movimientos:
  1. Allegro vivace e con brio.
  2. Allegretto scherzando.
  3. Tempo di Menuetto.
  4. Allegro vivace.


1. Pfitzner/Filarmónica de Berlín (DG-Naxos, 1933). Todo un placer descubrir que en fecha relativamente temprana en la evolución del sonido grabado el autor de Palestrina sea capaz de ofrecer una admirable lectura presidida por la calidez y la cantabilidad, más que por la fogosidad o el carácter visionario. Hans Pfitzner, que se toma las cosas sin prisas pero sin perder el pulso, maneja además a la orquesta con enorme plasticidad y se muestra muy creativo en el dominio de la agógica, desmenuzando bien el entramado orquestal y aportando la suficiente dosis tanto de encanto como de fuerza expresiva. Suena muy bien para la época, por lo que resulta incomprensible que Deutsche Grammophon no se haya dignado a pasar esta joya a CD. Menos mal que tenemos la edición de Naxos. (9)



2. Mengelberg/Concertgebouw (Teldec, 1938). El de Mengelberg es un mito decididamente a revisar. El primer movimiento de esta Octava dista de convencer, no ya porque no tenga todo el nervio deseable, sino porque cada vez que aparece el tema lírico el tempo se ralentiza, como veremos en Karajan poco después, y además lo hace con un fraseo que roza la blandura. Mejor el Allegretto scherzando, que ofrece un adecuado sentido del humor. En el tercero sobresale la enorme sensualidad del trío. El cuarto posee poca garra y tensión interna, pero a cambio despliega un vuelo lírico asombroso, estropeado -eso sí- por los portamenti marca de la casa. La orquesta no es ni mucho menos la de hoy. El sonido no está muy distorsionado, pero la gama dinámica es muy pobre. (6)



3. Toscanini/NBC (Andrómeda, 1939). Resulta lógico que en una partitura como la presente uno quede enganchado de la incisividad, de la precisión y de la enorme carga de electricidad controlada que caracterizan el arte toscaniniano, pero a la postre su rechazo a la flexibilidad agógica, su habitual sequedad y su carencia tanto de vuelo lírico como de cualquier clase de chispa, encanto o sentido del humor, terminan convirtiendo esta lectura en un tan vistoso como superficial y aburrido ejercicio de virtuosismo metronómico. Aunque bien pensado, lo del metrónomo puede resultar en esta ocasión muy oportuno. (7)



4. Walter/Filarmónica de Nueva York (Sony, 1942). En pleno conflicto bélico, un Bruno Walter que ya arrastraba sesenta y cinco años a sus espaldas se decide a demostrar que los alemanes no tienen el monopolio de la interpretación beethoveniana y ofrece una interpretación de magnífica ortodoxia que se inicia con un primer movimiento con garra y dicho de un solo trazo, continúa con un segundo que sabe aunar gracia y empuje, prosigue con un tercero en el que sobresale un trío amplio y de gran calidez, y finaliza con un Allegro vivace que no quiere ser trepidante ante todo, para decidirse a explorar el potencial lírico de la página sin perder energía interna. La toma sonora resulta francamente satisfactoria para la fecha en que fue realizada. (8)



5. Karajan/Filarmónica de Viena (EMI, 1946). Aunque en el primer movimiento, expuesto sin repeticiones, no convence la ralentización cada vez que aparece el tema lírico (el “B” de la forma sonata), el conjunto es espléndido por su empuje, su vigor y su enfoque abiertamente dramático. El maestro hace seguidamente un Allegretto scherzando rígido, marcial y con empuje, pero con escaso encanto. Menuetto en la misma línea, aunque su trío sí despliega vuelo lírico y sensualidad. Finale de nuevo enérgico, robusto y muy dramático, pero en exceso marcial y escaso de naturalidad pese a que a partir de la mitad el tempo se ralentiza como si se buscase el vuelo lírico. En fin, un interesante ejemplo de las particulares maneras del joven Karajan en el que, en cualquier caso, ya aparece la tendencia del artista a extremar las dinámicas. (7)



6. Furtwängler/Filarmónica de Estocolmo (EMI, 1948). La última restauración sonora de este originalmente precario registro en vivo –Furt nunca llegó a grabar la obra en estudio– nos permite comprobar lo cómodo que se siente el maestro en los dos movimientos extremos, que plantea con el espíritu combativo que en él es de esperar y por momentos con un ardor considerable, al tiempo que hace gala de esa flexibilidad e imaginación en el fraseo que caracterizan su arte directorial. El segundo le queda un tanto soso, mientras que el tercero lo plantea con pesadez y solemnidad excesivas, lo que no le impide frasear el trío con calidez. La orquesta es más bien discreta. (9)



7. Fricsay/ Filarmónica de Berlín (DG, 1957?). Aprovechando a fondo la maravillosa sonoridad, oscura y cálida, de la formación berlinesa, Fricsay logra aunar músculo y agilidad para ofrecernos una lectura trepidante -pero controlada en todo momento- y comunicativa a más no poder, dicha de un solo trazo y atenta tanto a los guiños de la partitura como a su fuerza visionaria. Bien es verdad que los matices no son tan abundantes como deberían, que algún pasaje está desaprovechado y que el Trío no resulta del todo sugerente, pero me parece claro que se trata de una lectura a reivindicar. Buen sonido monofónico. (9)




8. Schuricht/Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio (EMI, 1957): el maestro prusiano aborda la página desde una óptica enérgica y decidida, en absoluto apolínea, trabajando las masas orquestales con mano muy segura y con pulso firme, quizá demasiado: se echan de menos flexibilidad, sentido orgánico del fraseo e imaginación. Así las cosas, lo más convincente es un primer movimiento lleno de fuerza y convicción, flojeando muy seriamente un tercero en exceso machacón en el que al menos se salva el Trío. La recuperación japonesa en SACD ofrece un sonido monofónico muy decente. (7)



9. Walter/Sinfónica de Columbia (Sony, 1958). El ya octogenario maestro vuelve a la carga con una aproximación no muy distinta a la primera que realizó en estudio, clásica en el mejor de los sentidos, muy bella pero también muy emocionante y comunicativa, quizá ahora dotada de mayor depuración sonora –trazo flexible, transiciones muy cuidadas– y más madura en lo expresivo, en la que hay que destacar el mordaz tratamiento de las maderas en el Allegretto scherzando y, sobre todo, la sensualísima poesía de un Trío que contrasta con la seriedad con que está planteado el Menuetto y ofrece interesantes detalles creativos. Pincha un tanto el movimiento conclusivo, amplio y magníficamente desmenuzado, pero también algo pesado y sin toda la tensión interna deseable, aunque no por ello carente de fuerza dramática. La reciente restauración en HD nos descubre una toma de apreciable limpieza. (8) 


10. Cluytens/Filarmónica de Berlín (EMI, 1960). Aunque el maestro flamenco ofrece una admirable claridad de líneas y aporta una incuestionable elegancia, al tiempo que la orquesta de Karajan responde con su sonoridad robusta y portentoso virtuosismo, esta lectura –grabada en un lapso muy amplio de tiempo– fracasa relativamente por carecer del impulso vitalista y del carácter trepidante que, en mayor o menor medida, la obra necesita. En este sentido, el primero movimiento se desarrolla con alarmante flacidez, mientras que el cuarto solo convence por su capacidad para atender a los pasajes más líricos. Lo mejor es el Menuetto, con un trío fraseado con amplitud y cantabilidad. (7)



11. Monteux/Sinfónica de Chicago (DVD Vai, 1961). Si el primer movimiento tuviese un poco más de agilidad y elegancia nos encontraríamos ante una versión irreprochable por su certero enfoque, que mira al futuro sin perder de vista el pasado, y por su espléndida ejecución. Por desgracia no es así, aunque en contrapartida debemos destacar un magnífico Menuetto. El sonido de esta retransmisión televisiva deja mucho que desear, pero siempre resulta interesante ver al mítico y por esas fechas ya muy anciano Monteux en acción. (8)



12. Leibowitz/Royal Philharmonic (Chesky, 1961). Un Beethoven muy ágil, con electricidad, admirablemente planificado y diseccionado, muy alejado de brumas y densidades germánicas, pero desde luego dotado de fuerza, tensión interna y garra dramática, aunque se echa de menos una dosis mayor de delectación melódica, sensualidad y sentido humanístico. El primer movimiento es sensacional, con las tensiones maravillosamente estudiadas. Allegretto scherzando lleno de virtuosismo y con mucho humor, mirando a Haydn pero con el “descaro” beethoveniano. El Menuetto resulta un punto precipitado, pudiéndosele sacar más partido al trío. El cuarto deslumbra por su virtuosismo impresionante, aunque parece más un ejercicio de técnica que otra cosa, siendo necesario paladear mejor los pasajes melódicos. El productor Charles Gerhardt y el ingeniero K. E. Wilkinson garantizan un sonido espléndido. (9)



13. Bernstein/Filarmónica de Nueva York (Sony, 1963). Lenny tiene bien claro el carácter combativo y sanguíneo de esta partitura –nada de retorno al clasicismo–, y lleva el concepto a la práctica haciendo gala de esa irresistible mezcla de frescura y comunicatividad que caracterizan su arte directorial, añadiendo un control de los medios que por aquellas fechas no era siempre habitual en el inflamable director norteamericano. Pero los resultados, aunque enganchen de principio a fin, distan de ser convincentes. Faltan elegancia –hay incluso más de una brusquedad inapropiada–, refinamiento, sensualidad, depuración sonora… Falta la Filarmónica de Viena. Tampoco la toma sonora, ni siquiera en la reciente recuperación a 192 KHz, es ninguna maravilla, aunque está por ver si las insuficiencias del gran crescendo del primer movimiento se deben a una gama dinámica recortada o más bien a la inmadurez de la batuta. (7)





14. Keilberth/Sinfónica de la Radio Bávara (Orfeo, 1967). A poco menos de un año de su fallecimiento prematuro dirigiendo Tristán, Keilberth ofrecía en la Herkulessaal de Múnich una interpretación que deja por completo de lado lo de la “broma clásica” para llenarse de de músculo, de tensión interna, de vitalidad y de entusiasmo. Sin olvidarse en modo alguno del sentido del humor, pero aportando un importantísimo componente combativo y dramático, sobre todo en el cuarto movimiento, como si quisiera mirar frente a frente a la Séptima Sinfonía, no en balde escrita por las mismas fechas y página que cerraba el concierto. Todo ello, por descontado, con una sonoridad puramente beethoveniana, una planificación resuelta de manera admirable y una comunicatividad e inmediatez irresistibles. La toma sonora está a la altura de la época. (10)



15. Jochum/Concertgebouw (Philips, 1969). Recreación excepcional en todos los sentidos, perfecta en su enfoque que mira al pasado y al futuro por igual. La planificación es pasmosa, clarísima, férrea pero sin la menor rigidez, perfecta en las tensiones y distensiones, ágil y vibrante siempre, en absoluto descontrolada pero tampoco pimpante. Las sonoridades son musculosas, muy beethovenianas, pero sin asomo de pesadez y recogiendo a la perfección el brío y el sentido del humor haydinianos. El primer movimiento sabe no ser pesado ni rocoso, alcanzando un clímax acongojante. El segundo está lleno de encanto al tiempo que se mantiene ajeno a la trivialidad, sin caer en lo mecánico. El Menuetto aúna la chispa con el carácter combativo de los metales y el músculo de la cuerda grave, sin renunciar en el trío a una poesía maravillosa, llena de cantabilidad y humanismo. Cuarto vibrante, rotundo, pero siempre fluido, animado y perfectamente desmenuzado. Orquesta fantástica. Una grabación excelente para la época redondea la que sigue siendo interpretación de referencia. (10)




16. Klemperer/New Philharmonia (Blu-ray Fundación Otto Klemperer/BBC, 1970). De olímpico suele calificarse el Beethoven de Klemperer. También de granítico. Ambos calificativos pueden aplicarse a esta Octava que nada tiene (¡faltaría más con el de Breslau!) de encanto, de chispa o de alegría, como tampoco de ardor dionisíaco o de frenesí “romántico”. Sí de humor sarcástico, eso desde luego, en un singularísimo planteamiento en el que saca a la luz los aspectos más modernos de la escritura beethoveniana realizando un lúcido análisis de todo el espectro sonoro y planteando un rigurosísimo juego de tensiones arquitectónicas. En cualquier caso, su visión no está exenta de poesía: asombroso el partido que obtiene del Trío del tercer movimiento, en el que trompas y clarinete dialogan de manera sublime. Lo más discutible, un cuarto movimiento más lento de la cuenta y probablemente ajeno al espíritu de la página, aunque con las mismas virtudes que el resto de la interpretación. El reciente trasvase a Blu-ray –carísimo, pero merece la pena tener esta integral filmada en el Royal Festival Hall– mejora de manera sustancial la calidad de la copia que aún circula en YouTube. (9)



17. Karajan/Filarmónica de Berlín (DVD DG, 1972). Interpretación intensísima, llena de fuerza y vigor, entusiasta a más no poder, que pierde un poco por la tendencia del maestro a la marcialidad y –como vimos que ocurría ya décadas atrás– a buscar los grandes contrastes sonoros. La orquesta suena empastadísima, pero extrañamente los dibujos de las maderas no están siempre bien clarificados. (8)
 


18. Giulini/Sinfónica de Londres (EMI, 1972). El problema de esta interpretación admirablemente expuesta, dicha con exquisito gusto, cantada con ese humanismo tan propio en Giulini y desmenuzada con verdadera mano maestra, es su enfoque excesivamente apolíneo. Tanta elegancia, por momento de una suavidad excesiva, necesita ser enriquecida con una dosis mucho mayor de claroscuros sonoros y expresivos, de tensión sonora y de extroversión para terminar de convencer. En cualquier caso, un gran Beethoven en su línea. (8)



19. Kempe/Filarmónica de Munich (EMI, 1972). Lo más característico de esta admirablemente tocada y diseccionada interpretación es la manera en que Kempe otorga a la partitura una naturalidad, una elegancia, una cantabilidad y un vuelo lírico de la mayor altura –impresionante el trío– sin caer en un equivocado clasicismo, en una amabilidad que estaría fuera de tiesto o en la asepsia expresiva, pues el músculo, la tensión dramática y la energía beethovenianas están aquí por completo presentes, independientemente de que se hayan escuchado interpretaciones más incisivas y trepidantes. (9)



20. Böhm/Filarmónica de Viena (DG, 1972). Interpretación marmórea en el mejor de los sentidos: se encuentra construida con una planificación milimétrica sin lugar para la improvisación, pero trazada de tal modo que resulta tan lógica como natural; está sonada con una belleza que sin conocer preciosismo o superficialidad alguna, resulta abiertamente insuperable; y posee, finalmente, una elegancia distinguida –en absoluto fría– y un sentido del humor tan inteligente como eficaz. Se pueden preferir enfoques más inmediatos, electrizantes y teatrales, también más desenfadados, pero la coherencia interna es total y los resultados terminan enganchando. Lástima que la toma sonora sea un tanto extraña. (9)



21. Barshai/Orquesta Sinfónica (Melodiya, 1975). Última de las grabaciones realizadas en su cuasi-integral a la que solo le faltó la Sinfonía Coral, en esta Octava Barshai se mostró menos rústico y combativo que en el las otras partituras, más atento también al equilibro de planos sonoros, y desde luego muy preocupado por diseccionar minuciosamente todas las líneas de la partitura. Pero lo cierto es que, tras un primer movimiento con mucho brío pero poco matizado en las dinámicas –el gran crescendo central prácticamente no existe–, no consigue esa particular mezcla de sentido del humor, elegancia, cantabilidad y humanismo que necesita este universo sonoro. En la poderosa extroversión del Allegro vivace conclusivo vuelve a sentirse más a gusto, pero el conjunto no termina de funcionar. (7) 



22. Kubelik/Orquesta de Cleveland (DG-Pentatone, 1975). Ya desde un comienzo verdaderamente enérgico, lleno de brío, queda claro que Kubelik va a apostar por una visión mucho menos apolínea que la de la Séptima del mismo ciclo, y que tampoco está muy dispuesto a ver aquí un “retorno al clasicismo”. Pero eso no le impide precisamente hacer gala de esa naturalidad en el planteamiento de las tensiones, esa fluidez en el fraseo y esa transparente cantabilidad que caracterizan su arte, como tampoco ofrecer un segundo movimiento que es todo finura con un punto de picardía. En cualquier caso, lo que llama la atención en esta lectura es la portentosa planificación de las dinámicas y la excepcional atención al entramado orquestal, por no hablar de la formidable ejecución por parte de la formación norteamericana, todo músculo pero capaz también de las mayores sutilezas. El sonido en SACD ofrece una gama dinámica y un relieve formidables. (9)



23. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG Bluy-ray Audio, 1975-77). El primer movimiento es magnífico, por su soberbiamente delineada arquitectura y por su carácter gozoso, sin excluir el adecuado carácter combativo y tempestuoso del genial clímax escrito por el de Bonn. Los movimientos intermedios están francamente bien, a falta de un punto más de sal y pimienta en el segundo y de encanto en el tercero. Pero el cuarto es un descalabro: no solo precipitado sino también rígido y cuadriculado, incluso machacón. Eso sí, hay tremendos contrastes dinámicos y músculo a tope, como le gustaba al maestro. La calidad sonora es increíble en el reciente trasvase a Blu-ray audio. (8)



24. Jochum/Sinfónica de Londres (EMI, 1978). Nos encontramos sin duda ante una lectura noble, elocuente, de fraseo cálido, elegancia sin amaneramiento, arquitectura irreprochable y enorme claridad, en la que la orquesta suena muy beethoveniana, con músculo, pero sin asomo de pesadez. Por desgracia Jochum no se muestra tan tenso y vibrante como en su versión para Philips, para por el contrario decantarse, haciendo uso de unos tempi más dilatados, por el equilibrio apolíneo, o incluso por cierto tono otoñal, lo que aumenta la dosis de cantabilidad y lirismo pero hace perder electricidad y garra dramática. En la red podía localizarse hace años una remasterización que recuperaba la cuadrafonía original; el resultado era extraño, pero incrementaba la claridad. (9)




25. Bernstein/Filarmónica de Viena (DVD y Blu-Ray Audio DG, 1978). Como era de esperar, el contacto con la orquesta austríaca le permite a Lenny enriquecer su concepto y alcanzar un admirable equilibrio entre la sonoridad apolínea de esta y el enfoque dionisíaco, decidido y entusiasta de su batuta, Pero lo cierto es que los resultados, siendo netamente superiores, tampoco alcanzan la excelencia. El primer movimiento, enérgico, también resulta algo cuadriculado. Al humor del Allegretto scherzando le falta ironía. El tercero vuelve a ser un ranto rígido, aunque es excelente el trío, que sí ofrece la flexibilidad necesaria; el canto de las maderas es para derretirse. En el Finale hay que admirar la extraordinaria disección de las diferentes líneas, así como la atención a la graduación de dinámicas y la energía magníficamente controlada que emana. Sonido muy bueno, pero no espectacular en el Blu-ray Audio.
(8)


26. Sanderling/Philharmonia (EMI, 1981). Recreación amplia que se aleja de lo juvenil y lo trepidante para adoptar un enfoque maduro al tiempo que sereno, pero lleno de fuerza interior y desarrollada con una lógica constructiva aplastante, amén de diseccionada de modo difícilmente superable y admirable por su rico sentido de la tímbrica. Primer movimiento nada jubiloso, sino más bien noble y con un adecuado equilibrio entre lo épico y lo dramático, perfecto en su acumulación de tensiones. El segundo se desarrolla con un sentido del humor más bien irónico y distanciado, en absoluto frívolo. El Menuetto puede parecer más pesado de la cuenta, desarrollándose con amplitud y hondura poética. Cuarto en la misma línea que el primero, poderoso y con retranca, sin arrebato ni trepidación pero lleno de fuerza. En conjunto recuerda un tanto a Klemperer, curiosamente. (9)



27. Norrington/London Classical Players (EMI, 1986). El colorido del enfoque historicista resulta muy atractivo, y por una vez hay que agradecer al británico la corrección del enfoque estilístico y expresivo, así como el buen pulso y la ausencia de blanduras, amaneramientos o caídas en lo pimpante. El problema es que Sir Roger es un director más bien gris, por lo que el resultado es un tanto cuadriculado, escaso de matices, y por ello superficial y algo aburrido. Además debería haber trabajado más las dinámicas y planificado mejor las tensiones. (7)



28. Hogwood/Academy of Ancient Music (Decca). En esta otra temprana apuesta historicista, no poco deslavazada, se agradece muchísimo que el enfoque sea mucho antes extrovertido, dramático y aristado que grácil o amable, pero el fraseo resulta tan rígido como atropellado y el conjunto termina resultando muy superficial. Por si fuera poco hay numerosas caídas en el mal gusto y el efectismo. (5)




29. Abbado/Filarmónica de Viena (DG, 1987). Tras un irreprochable primer movimiento, poderoso y elegante al mismo tiempo, el milanés apunta ya claramente por dónde van a ir los tiros de su evolución como director en los años noventa con un Allegretto scherzando trivial, insulso, de sonoridades ingrávidas y hasta relamidas, en el que parece estar más obsesionado por lucir su enorme técnica que en dar en el clavo con las intenciones expresivas del compositor. Los otros dos movimientos son más que correctos, pero en más de una frase asoman de nuevo los amaneramientos, al tiempo que la obsesión por ofrecer enormes contrastes sonoros –impagable la orquesta vienesa en esta toma en vivo– hacen planear la sombra de Karajan más de lo que a Abbado le gustaría reconocer. (7)



30. Solti/Sinfónica de Chicago (Decca, 1988). Aun sin alcanzar la inspiración y el carácter visionario de un Fricsay o un Jochum, Solti ofrece una recreación que, dentro de una línea ortodoxa, resulta modélica por la manera en que se conjugan la naturalidad, la fluidez y la cantabilidad imprescindibles para obtener la hondura beethoveniana, por un lado, y el carácter luminoso, incisivo y trepidante asociados tanto con esta partitura en concreto como con el carácter habitual en Solti, por otro. Todo ello ofreciendo, como no podía ser menos, una respuesta orquestal portentosa, un admirable equilibrio de planos y un fraseo alejado –gran tentación en esta obra– de cualquier tipo de mecanicismo. Impresionante la construcción de tensiones en el primer movimiento, tan difícil de conseguir. Espléndida la toma sonora. (10)



31. Dohnányi/Cleveland (Telarc, 1988). Intensa, decidida y entusiasta recreación en la que, además de la enorme calidad de la orquesta, se pone de relieve la solidez del trazo, la musicalidad y la comunicatividad del maestro alemán, a quien no obstante se le podría pedir un enfoque más plural, con más pliegues expresivos, así como una mayor flexibilidad y más variedad de ideas personales; en el tercer movimiento hay algunas, pero éstas no terminan de convencer. Ingeniería sonora algo turbia. (8)



32. Brüggen/Orquesta del Siglo XVIII (Philips, 1989). Extrovertida, tensa y poderosa lectura que intenta subrayar los aspectos más modernos y combativos de la página, pero que resulta algo tosca y de violencia algo gratuita, y que no termina de atender a los aspectos más elegantes y lúdicos de la pieza, que los tiene. En cualquier caso, interesante demostración de que los instrumentos originales no sólo son perfectamente válidos para esta música, sino que además ofrecen una sonoridad atractiva. (7)



33. Harnoncourt/Orquesta de Cámara de Europa (DVD Warner, 1990). Provocador por antonomasia, pionero a la hora de mezclar instrumentos antiguos y modernos en la interpretación de este repertorio, el maestro berlinés no se muestra en esta ocasión tan ajeno como suele al espíritu de la música beethoeviana y ofrece, por el contrario, una magnífica y muy personal recreación, de sonoridades rústicas y agresivas, muy tensa en su planteamiento, que además se encuentra dotada de un nada inocente sentido del humor. Sobra algo de violencia gratuita, al tiempo que es de comprender que en el fraseo seco e incisivo que caracterizan a este director no sea del gusto de todos los paladares. (9)



34. Giulini/La Scala (Sony, 1992). Una pena: aunque la cantabilidad, la efusividad, la belleza sonora y la atención a todas las líneas orquestales están garantizadas, la excesiva suavidad con que Giulini aborda esta partitura termina lastrándola un tanto, sobre todo en los movimientos extremos, necesitados de un enfoque más incisivo y vivaz. (8)



35. Gardiner/Orquesta Revolucionaria y Romántica (DG, 1992). No hay sorpresas en el "históricamente informado" y muy toscaniniano Beethoven del británico: los tres primeros movimientos están bien, aunque se echa en falta una mayor variedad expresiva y sobran rigidez y contundencia, mientras que el cuarto fracasa claramente por su precipitación y machaconería. Riccardo Chailly, ya sin instrumentos originales, tomará más adelante el testigo de esta línea y llevará al extremo semejantes planteamientos. (6)



36. Colin Davis/Staatskapelle de Dresde (Philips, 1993). He aquí un caso parecido al de Giulini. El fraseo es noble, cálido y muy natural, la musicalidad resulta evidente y la arquitectura está magníficamente expuesta, todo con la ayuda de una orquesta de gran sensualidad tímbrica. Por desgracia el enfoque es demasiado otoñal, al menos en los movimientos extremos, que suenan sin el nervio y la tensión dramática que deberían, incluso por momentos algo blandos. Los centrales están muy bien, nada rígidos, particularmente el tercero, con un trío admirablemente desmenuzado y fraseado con gran calidez. (8)



37. Celibidache/Filarmónica de Múnich (EMI, 1995). Discutible que esto suene a Beethoven. O a Mozart, o a Schubert, o a quien sea. Discutible también la enorme cantidad de libertades que se toma la batuta a la hora de frasear y acentuar. Y la lentitud de los tempi que la alejan tanto del carácter trepidante con que la abordan muchos directores como de la frivolidad que le inyectan otros. Pero lo cierto es que esta personalísima recreación, densa y clara al mismo tiempo, digamos que abstracta en lo que a “contenido” se refiere pero no por ella exenta de nobleza, tensión, luminosidad, grandeza o sentido del humor –el segundo movimiento, que pocas veces se habrá escuchado con semejante encanto, recuerda a lo que hace Celi con la Sinfonía Clásica de Prokofiev–, resulta atractiva de principio a fin y arroja muchas nuevas luces sobre la partitura. (9)



38. Barenboim/Filarmónica de Berlín (DVD TDK, 1998). En el más temprano testimonio fonográfico que tenemos de su acercamiento a la obra, el de Buenos Aires ofrece una lectura musculosa, densa, amplia y enérgica, pero siempre muy controlada, admirablemente planificada y sutilmente matizada con un fraseo flexible, cálido y elocuente. Eso sí, hay más dramatismo, conflicto y tensión que chispa o encanto, por lo que el enfoque puede no convencer. (9)



39. Barenboim/Staatskapelle de Berlín (Teldec, 1999). El maestro repite su lectura musculosa, llena de vida, de fuerza y de garra dramática, muy dionisíaca, que mira más al futuro que al pasado, y de nuevo carece de la elegancia, la chispa y la gracia que se supone debe tener esta partitura. El problema de la presente grabación, en cualquier caso, es que Barenboim extrema sus planteamientos y ofrece unos movimientos impares demasiado robustos y enérgicos, por momentos desbocados, particularmente el conclusivo, mientras que los pares resultan algo más nerviosos de la cuenta. En fin, un experimento radical que aborda esta sinfonía como si fuera la Séptima. (8)



40. Abbado/Filarmónica de Berlín (DVD 2001). Aunque el planteamiento es correcto, atendiendo mucho a la elegancia pero también a la tensión sonora y a la energía, y añadiendo además un fino sentido del humor, el italiano no termina de matizar en lo expresivo y se vuelca ante todo en los grandes contrastes sonoros, adelgazando y puliendo el sonido hasta límites que bordean la cursilería y luego haciendo estallar robustas explosiones sonoras. El resultado de esta filmación realizada en Roma es estimable pero insincero. (7)



41. Rattle/Filarmónica de Viena (EMI, 2002). Haciendo uso –como Zinman y Abbado– de la edición Jonathan del Mar, otorgando gran protagonismo a vientos y percusión y moderando sensiblemente tanto el peso como el vibrato la cuerda de la mismísima Filarmónica de Viena, el maestro británico ofrece una Octava vibrante e impetuosa en la que parece querer sintetizar la agilidad de Leibowitz, con la rusticidad y el carácter combativo de un Brüggen o un Harnoncourt con la tradición centroeuropea, pero sin interesarse por los aspectos más densos y cantables de esta música –para entenderlos, los más presuntamente “wagnerianos”– y añadiendo un salpimentado sentido del humor muy propio de Rattle que pretende lanzar un puente a Haydn. El resultado es muy atractivo, aunque el tratamiento pseudo-historicista de la articulación le juega alguna mala pasada –hay alguna caída de tensión hacia el final del primer movimiento, minuto ocho– y todo el conjunto se resienta de un exceso de nerviosismo en el fraseo. (8)



42. Mackerras/Royal Scottish (Hyperion, 2006). Recogiendo numerosos elementos de la renovación historicista pero sin renunciar a los instrumentos tradicionales ni adoptando la excesiva ingravidez sonora de otros colegas, el octogenario maestro australiano propone una visión ágil, luminosa e incisiva, en la que junto a la garra y el carácter trepidante que esta música debe alcanzar hay también algo del carácter risueño, la galantería y el sentido del humor de finales del dieciocho. Ahora bien, y a despecho de la excelencia técnica de la realización, el excesivo nerviosismo –por momento el fraseo es algo pimpante– y el desinterés por otros aspectos de la partitura provocan que los resultados, aunque llenos de vida y color, terminen siendo algo superficiales. (8)



43. Herreweghe/Royal Flemish (Pentathone, 2006). El enfoque expresivo del belga es muy sensato, pues atiende tanto a la elegancia y la chispa como a los elementos más dionisíacos de la página. El trazo en general es bueno, como también lo es la claridad, echándose de menos imaginación y un mayor compromiso expresivo. El trabajo con la orquesta –instrumentos modernos con algunos de época– es desigual, marcado siempre por el deseo de huir de la densidad, pero también por el deseo de epatar con los contrastes dinámicos; el protagonismo va para percusión y metal, con algún que otro exceso, la cuerda resulta en exceso flaca y por momentos frasea con timidez. En conjunto, una versión vistosa pero superficial. La toma sonora despliega una amplia dinámica. (7)



44. P. Jarvi/Deutsche Kammerphilharmonie (RCA, 2007?). Recreación muy deudora de Harnoncourt, no solo por la combinación de instrumentos antiguos y modernos, sino también por su sonoridad rústica, su incisividad, su agilidad en los tempi, su electricidad agresiva y su reivindicación de los valores de los metales y la percusión. Por desgracia todo suena precipitado, la música no respira, no hay cantabilidad y la comunicatividad busca la teatralidad superficial y hasta efectista. La cuerda suena demasiado delgada y la percusión actúa con brutalidad gratuita. Al menos la visión es mucho antes dramática que amable o liviana y el segundo movimiento resulta simplemente soso, sin chispa ni encanto, pero no disparatado. Existe una filmación disponible en YouTube con los mismos artistas, que debe de ser la que circula en DVD. (5)



45. Thielemann/Filarmónica de Viena (DVD CMajor, 2008). A pesar de contar con la enorme baza de la belleza sonora y la musicalidad de la Filarmónica de Viena, Thielemann se pierde intentando ser original en una lectura que, siguiendo claramente la tradición con su amplitud y densidad, y optando por un enfoque mucho antes solemne que fresco o chispeante, está repleta de detalles que no solo rompen la continuidad de la arquitectura, sino que resultan rebuscados y por momentos de mal gusto. El resultado es deslavazado, incluso aburrido, con la excepción de un movimiento final sin mucha electricidad pero aun así bastante logrado. (7)



46. Jean-Philippe Tremblay/Orchestre de la Francophonie (Analekta, 2009). El hecho de que los movimientos extremos –sobre todo el último– carezcan del nervio, la tensión sonora y el carácter trepidante que la mayoría de los grandes maestros saben inyectar puede disculparse por resultar coherente por el planteamiento basado en la ligereza tanto sonora como expresiva del director canadiense. Lo que termina por resultar irritante de esta lectura es su terrible mojigatería, la cursi ingravidez con que el director hace sonar a la cuerda, su timidez a la hora de lanzarse a ofrecer contrastes tímbricos y dinámicos y, en fin, su generalizada asepsia e incapacidad por comunicar. Tampoco la orquesta es para tirar cohetes precisamente. (5)



47. Chailly/Gewandhaus de Leipzig (Decca, 2009). El milanés alcanzó aquí uno de los puntos más bajos de su tan pretenciosa como disparatada integral con una lectura precipitadísima, cuadriculada, convulsa, machacona, histérica incluso. No se respira en absoluto, tampoco hay sentido del humor, aunque los aspectos “combativos” de la obra sí que están expuestos… mediante unos metales excesivos y una percusión brutal. Lamentables los movimientos extremos. Admirables, eso sí, el virtuosismo de la orquesta y la claridad de las líneas. (3)



48. Barenboim/West-Eastern Divan Orchestra (Decca, 2011). Aun manteniendo el enfoque dionisíaco y vigoroso de su grabación de estudio, muy apoyado en los sonidos graves al tiempo que atento a las voces intermedias, Barenboim corrige los excesos de energía de los movimientos extremos y aporta una dosis mayor de encanto, desenfado y calidez, incluso de coquetería –sobran portamentos en el Allegretto scherzando– como también de humanismo –hay frases reveladoras en el último movimiento–, redondeando así una lectura cálida, comunicativa, de brío muy controlado e irreprochable sonido beethoveniano, a lo que no es precisamente ajena la calidad de una orquesta que en estos conciertos de Colonia dio lo mejor de sí misma. (10)



49. Brüggen/Orquesta del siglo XVIII (The Grand Tour y Glossa, 2011). Brüggen vuelve a demostrar que se puede optar por lo “históricamente informado” y al mismo tiempo ofrecer un Beethoven por completo tradicional en lo expresivo, vibrante y poderoso. Y lo hace sabiendo frasear con sensatez y musicalidad, sin los excesos de su antigua grabación para Philips y sabiendo no caer en la trampa del nerviosismo. En cualquier caso, el siempre austero maestro holandés no es precisamente el más adecuado para sacar al flote la calidez, la sensualidad y la picardía que también alberga esta música, ni su técnica resulta equiparable a la de los más grandes directores: en el cuarto movimiento hay alguna caída de tensión. La orquesta rinde bien en vivo, a despecho de algunas desigualdades en los metales. La edición en SACD mejora el sonido de la que originalmente lanzó la propia orquesta en disco compacto, aunque tampoco esta es nada del otro jueves. (8)




50. Barenboim/WEDO (DVD Decca, 2012). Muy parecida a la de Colonia el año anterior, esta es una lectura que sabe ofrecer el músculo, la tensión sonora y la grandeza que tanto identificamos con el universo beethoveniano, pero aunando estos elementos con la sensualidad, la cantabilidad y hasta la ternura –maravilloso el Trío–, haciendo gala de un fraseo noble, natural y cálido a más no poder. Hay incluso, aun tratándose de una recreación que mira más al futuro que al pasado, una buena dosis de coquetería galante como guiño al mundo dioeciochesco; en este sentido, algún portamento del segundo movimiento sigue sobrando. (10)



51. Rattle/Filarmónica de Berlín (BP Bluy-ray Audio, 2015). No sé si se trata de una impresión propiciada por la sustitución del terciopelo de Viena por el músculo berlinés, o tal vez es que se imponga la poderosísima personalidad de la orquesta que fue de Karajan, pero lo cierto es que Sir Simon parece aquí bastante menos interesado por una sonoridad “HIP ma non troppo” –la cuerda berlinesa, aun moderándose, sí vibra como en ella de de esperar– y más por trazar correctamente las tensiones –no hay problemas ya en el primer movimiento–, ofreciendo así una notabilísima lectura que sabe ser tensa y combativa al tiempo que atiende los guiños clásicos de la página y a su peculiar sentido del humor. Es verdad que pincha con claridad el tercer movimiento, rígido y sin encanto, pero el asombroso virtuosismo y la portentosa musicalidad de la orquesta –increíbles todas sus familias– nos llevan a conceder el sobresaliente. (9)



52. Nelsons/Filarmónica de Viena (DG, 2017). En estos tiempos de historicismos y pseudohistoricismos, es un alivio escuchar una Octava así, planteada tan “a lo grande”, musculada y poderosa, ajena al del presunto “retorno al clasicismo” por parte del autor. Ahora bien, lo dicho no significa que sea esta una interpretación de pathos extremo, ni menos aún que esté dicha –Klemperer queda lejísimos– con el ceño fruncido y destilando mala leche. En absoluto: esta es una versión de verdadera plenitud espiritual, radiante y gozosa, pícara y no agria en su sentido del humor, dramática solo en su justa medida y siempre cargada de esa particular mezcla de sensualidad y de sentido humanista que hacen tan reconocible la música de Beethoven. Ni que decir tiene que la planificación es formidable tanto en la estructura global como en el detalle, y que la ejecución responde a los estándares exigibles a una orquesta como la Filarmónica de Viena. Se puede reprochar, en cualquier caso, la excesiva suavidad con que está dicha la frase final del primer movimiento, así como la que empaña algunos momentos del segundo. El tercero resulta admirable desde cualquier punto de vista, y posee un trío de virtuosismo como pocas veces se haya escuchado, mientras que el Finale es un prodigio en todos los sentidos. (10)
 

27 comentarios:

Julio Salvador Belda Vaguer dijo...

Estupendo análisisquerido amigo.
Si me permites un añadido: Szell con Cleveland. Me encanta.

Anónimo dijo...

Realmente extraordinaria la comparativa como todas las que ha hecho.Dudo que en España, y en el mundo(¿)haya un blog comparable(probablemente el de Ángel Carrascosa Almazán si le dedicase más tiempo o,si Pedro González Mira lo tuviera,que creo que no,si lo serían).Este blog es portentoso( lo visito todos los días)salvo cuando trata de política desde posiciones que me parecen propias de una izquierda muy trasnochada y sectaria e impropias del siglo 21 y de alguien tan joven. De todas formas gracias y enhorabuena.A.M.C.Sánchez

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias a los dos. Saludos desde Francia.

Felirosi dijo...

Me encantan estas comparativas que frecuenta Sr. López Vargas-Machuca. Son bastante exaustivas y pese a ciertos desacuerdos (es algo cruel con Chailly e incondicional de Barenboim) sus criterios suelen ser impecables.
Por lo demás, también le apoyo en que publique sus ocasionales desahogos ante el extrangulamiento y la ruina acelerada a que nos está llevando esta derecha moderna del S. XXI que no duda en machacar al débil y esconder sus propias miseras.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias mil. Debo advertir que la versión de Barenboim en Teldec ha salido con un nueve por error al teclear. En realidad quería poner un ocho. Lo corregiré cuando vuelva a casa, ahora ando por Tolosa. Saludos.

vicentet dijo...

Muy completo (e historicamente informado) resumen de versiones disponibles en el mercado. A mi me gustan dos versiones que no nombras, una de Kna en directo, llena de socarroneria, y la ultima que grabara Karajan con Berlin, donde va acumulando masas hasta llegar a un extasis final.Enhorabuena y que disfrutes el viaje.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Ahora que estoy en casa os puedo contestar con un poco más de tiempo.

Julio: muchas gracias. Me apunto lo de Szell para ampliar la comparativa en el futuro.

A.M.C.: agradezco mucho sus elogios, que obviamente no comparto. También quiero hacer constar que estas comparativas no tienen otra pretensión que poner un poco de orden en mis apuntes, y que mi blog sirve fundamentalmente para no olvidarme de lo que me han parecido las cosas. En cuanto a mi presunto sectarismo izquierdista, por muchas cosas malas que escriba sobre el PSOE (que razones tengo para escribirlas, desde luego), me temo que no podría convencerle de que no lo soy. Por cierto, a Pedro Gonzáles Mira llevo diciéndole desde hace mucho que debería hacerle un blog, pero no parece estar por la labor. Ah, lo más importante: ¡MIL GRACIAS POR LLAMARME JOVEN!

Felirosi: muchas gracias. Con Chailly no creo haber sido cruel; más bien es él el que se ha mostrado cruel con la música de Beethoven, despedazándola sólo para llamar la atención. Por otra parte, esta Octava es de lo peor de su integral; a otras sinfonías les pongo más "nota", si es que se puede hablar en términos semejantes. En 1992 le escuché en directo una espléndida Cuarta, dicho sea de paso.

Vicente: precisamente por ti he procurado dejar a un lado en esta nueva comparativa beethoveniana a algunos nombres recientes para dar paso a los "clásicos". Por desgracia no he podido localizar a Kna. En cualquier caso, gracias.

Anónimo dijo...

Bueno pues...No comparto sus opiniones sobre Chailly, Su integral creo que merece tanto respeto como el que haya podido merecer Toscanini en su momento.
Opino también que Szell no puede faltar en ninguna comparqativa de la octava (ni de ninguna otra), a los que habría que sumar la nueva de Haitink y una antigua que nunca menciona nadie: Paul Kletzki/Filarmónica Checa (integral de los sesenta para Supraphom. Para mi la integral más completa. Alucinante pero cada vez somos más, aunque pocos todavía, los que pensamos esto).

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias, anónimo, por la aportación. Me hubiera gustado escuchar a Szell y a unos cuantos más, pero a las cuarenta interpretaciones mi materia gris no daba para más... Tampoco he intentado dar cabida a todas las grandísimas Octavas, sino más bien ofrecer una muestra lo suficientemente variada de lo que circula por ahí.

De Kletzki creo que tengo algunas versiones sueltas que hace muchos años que no escucho. Intentaré incorporarlas en futuras comparativas. Gracias.

jmfurtwangler dijo...

Gracias Sr. Machuca por colgar mis comentarios (también los otros dos con el nombre de Javier - segunda y 5ª por Barenboim). A partir de ahora, dudas de los primeros momentos al incorporarme a su foro, voy a utilizar el nombre o pseudónimo de jmfurtwangler,si es posible, que es el que utilizaba en un conocido foro, que, por cierto, no me subyuga demasiado en la actualidad. Aspiro a opinar con respeto sin que nadie me ande insultando a la vuelta.
Quiero señalarle que la integral de Kletzki la ha reeditado Supraphom (Diverdi). Me hice con ella, reconozco que furtivamente, y confirmé los comentrarios sueltos que hace algún tiempo había leido a otro forero. Para no aburrirle a Vd. ni a otros lectores: Versiones claras, objetivas, con un bellísimo sonido transparente, deudoras de Toscanini (suavizado)pero con toques bastante originales. No existen, a mi modo de ver, versiones más claras, al mismo tiempo enraizadas dentro de la tradición, donde se escuche todo como aquí (ni instrumentos originales ni leches, bueno... tal vez Vanska y Jarvi).
Estas versiones (perdón por el sacrilegio)las comparo con las del mismísimo Szell,y, en estilo, también están muy próximas. El sonido de la Filarmónica Checa envidia poco a Cleveland (buena época de esta orquesta con Ancerl). Concretamente, nunca escuché unas 6ª y 8ª de sonido más bello (ni Szell, en belleza sonora, al menos le iguala; sobre la calidad equiparable de la orquesta, o no, tengo dudas). Enamoran de verdad.
Bueno..cuelgue el comentario o no, quería contar esto.
Gracias.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Escriba lo que quiera, jmfurtwangler, que siempre será bienvenido. Me gusta leer y que me lean, las dos cosas por igual, y toda apreciación será siempre interesante por quien se pudiese pasar por aquí. Pero lo de "señor Machuca" me suena un poco raro; con Fernando basta y sobra.

Los foros en general no me gustan. Los leo con interés, pero me produce rechazo el mal ambiente que siemrpe terminan produciendo algunos señores, especialmente cuando se aprovechan del presunto anonimato de la red.

Las versiones de Kletzki intentaré escucharlas. Lo cierto es que la Filarmonica Checa nunca me gustó; desde luego Cleveland es fantástica.

¿Realmente merece la pena el ciclo de Vanska que usted cita? Escuché la Primera y me pareció horrorosa, pero luego a este director le he escuchado una integral Nielsen que me ha gustado mucho.

jmfurtwangler dijo...

Fernando:
En los últimos tiempos he cambiado de opinión varias veces sobre el ciclo Beethoven por Vanska.Lo he defendido con vehemencia, ante mis dudas, influenciado, tal vez, por la unanimidad de la crítica internacional resalatando sus bonanzas, y por la perfección formal y equilibrio que, sin duda, atesora.
He llegado muy recientemente a la conclusión de que no me gusta y que está claramente sobrevalorado. Pienso que Hurwitz en classicstoday tendrá algún día que confesarse. Es inaudito que se le ponga como referencia absoluta en Beethoven.
Sintetizando: Ciclo dentro de la línea objetiva de Szell, que bebe también de los historicistas, perfectamente tocado pero sin el genio ni la esplendorosa orquesta de aquél (ojo, la orquesta de Vanska suena muy bien), ligeramente frío en la línea de Abbado aunque en líneas generales creo que supera al milanés. Vanska es más suntuoso que Abbado, más cuidadoso en los matices y extrae el 100% de Minnesota, lo que, creo, no hace Abbado con Berlin (por el tipo de sonido, seguramente).
No obstante Vanska es mucho más conservador que Jarvi o Chailly.
Jarvi es mi ciclo moderno predilecto. Estoy de acuerdo en que es más deudor de Harnoncourt que de Gardiner, a pesar de lo cual, por ejemplo, en las sinfonías 5ª y 8ª es bastante original y no se observan influencias de ninguno de los otros dos. Creo que Jarvi ha traido ideas nuevas; ha perfeccionado sobre lo anterior y además con toques bastante originales, y, dentro de su estilo, deja respirar a la música mucho más que Chailly. Recordatorio también de sobresaliente para lo que parece una orquesta portentosa: la Orquesta de Cámara de Bremen (al menos en esta grabación).
Sobre Cleveland con Szell nada que objetar. En belleza sonora es la referencia en Beethoven, por encima incluso de la Filarmónica de Viena. Nadie suena (ni sonará creo) mejor en Beethoven que Cleveland con Szell, pero, de verdad, cuando escuche la sexta y octava por Kletzki/Filarmónica Checa, si le parece, volvemos a hablar.
Gracias nuevamente.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Me acabo de dar cuenta de que del ciclo Vänska conozco no la Primera sino la Segunda; la que me pareció horrorosa fue la Primera de Zinman. Dinde dije digo he de decir Diego, pues. A la Segunda de Vänska le puse en mi comparativa un 7. Intentaré escuchar alguna más, a ver. Saludos y gracias por la información.

jmfurtwangler dijo...

Creo que las estrellas del ciclo de Vanska son la 2ª y 7ª, aunque para el susodicho Hurtwizt son todas, sólo con mínimos reparos para la tercera donde en el primer movimiento realiza unos pianísinos casi inaudibles que se pueden calificar de amanerados y ridículos (más o menos dice esto, lo cual suscribo en este apartado).
Por cierto, si referencias o analizas la séptima de Beethoven no te olvides de la de Kleiber/Munich (del 82 creo, editada por Orfeo). Para un servidor la más grande séptima. ¡Qué cosa!¡Qué contrastes¡¡Qué matices! ¡Que regulación dinámica del sonido! ¡Qué, qué....!

jmfurtwangler dijo...

A mi comentario anterior del día 10de diciembre, 22,04 h., donde dice:
"Vanska es más suntuoso que Abbado, más cuidadoso en los matices ...", debo sustituirlo o corregirlo de la siguiente forma:
La orquesta de Vanska, aun dentro de una sonoridad orquetal de un grosor equivalente, suena más redonda y sin las pequeñas aristas del sonido Abbado". Por lo demás Vanska parece más sobrio y menos eshibicionista, huyendo de las sonoridades relamidas del italiano.
Creo, no obstante, que en concepto están bastante cerca aunque con una diferencia importante: Vanska utiliza determinados acentos propios del movimiento historicista y Abbado es más conservador aquí, siguiendo una línea más tradicional aun dentro de la modernidad de su integral.
Otra cuestión que me he dado cuenta al volver a escuchar el ciclo de Vanska: Hay que subir un poco el volumen del lector con respecto a otras grabaciones y esta cuestión me ha tenido perplejo durante un tiempo al confundir el volumen ligeramente bajo de la grabación original con una supuesta falta de intensidad de la interpretación.Nada más lejos de la realidad.Se sube el volumen del aparato un poquito y ya está, perfecta la audición, observánndose una regulación dinámica del sonido como la que más.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Efectivamente, el sello BIS graba a un volumen muy bajo para recoger mejor la gama dinámica original, de tal modo que al llegar a los fortísimos el volumen no queda comprimido. El resultado es que cuando se ponen solo unos segundos el sonido parece lejano, sin pegada, pero cuando se escucha la interpretación completa uno obtiene una gama dinámica (diferencia entre pianísimos y fortísimos) mucho más amplia, más espectacular y más fiel a la realidad.

jmfurtwangler dijo...

Gracias por la información. Lo mismo me ocurre con la 4ª de Bruckner por Vanska, de la que ya comentamos algo.
Volviendo a Beethoven. Pongo en el lector, por ejemplo, la tercera por Pierre Monteux/Concertgebouw (Philips), o Erich Kleiber/Concertgebouw (Decca)- en mi opnión junto con Toscanini 1939 y Furtwangler, 8-12-52, Titania Palast, las más grandes terceras-, y rápidamente te das cuenta que la intensidad del sonido y volumen de grabación te sacuden. Eso es un Beethoven tocado con dos co...(perdón por la vulgaridad), a parte de supermatizado y demás, y luego pones a Vanska pero subiendo el volumen (si antes lo tenías a ls menos 10, pones el dial a las menos 5 -equivalente esfera del reloj) y ojito....lo que se escucha aquí no digo que esté a la altura de esos dos monstruos pero estoy en condiciones de jurar que no le falta mucho.
Si, a lo mejor tiene razón Hurwitz....(ya sabes que en mi intervención reseñada anteriormente dije que "tiene que confesarse" por referenciar a Vanska como uno de los más grandes en el ciclo sinfónico beethoveniano).

jmfurtwangler dijo...

Debo aclarar que cuando hablo del Beethoven de Abbado me estoy refiriendo al de los DVDs de la Academia Santa Cecilia de Roma.
A modo de anécdota recordar que el anterior ciclo del 2000 para DG, fue, en su momento, puesto al máximo nivel, dedicándole una doble página central en una muy solvente y conocida revista de música clásica española (a la que por cierto estoy suscrito desde el nº 56 creo)que no es Ritmo. Posteriormente salen los DVDs de Roma y un crítico muy antiguo de esa revista, uno de los fundadores de la misma, elogia una de esas actuaciones (la que le tocó comentar) pero añadiendo que seguramente no estaban a la altura de la grabación anterior en CD.
Lo demás ya es también conocido, en el 2008 DG descataloga los CDs del 2000 y reedita en CD los DVDs del 2001 de la Aademia Sª Cecilia. El propio Abbado comentó que el concepto, visión y demás de las sinfonías había evolucionado, considerando superiores las interpretaciones de los DVDs.
¿Ha rectificado también el famoso crítico español o le puede discutir a Abbado la bonanza de los CDs 2000 en detrimento de los DVDs del 2001?.
PD.- Por cierto, respeto y considero solvente a ese crítico, por eso no doy el nombre.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Creo que no hay ningún problema en decir que se habla de Enrique Pérez Adrián, crítico muy veterano en Scherzo que antes, como tantos otros de esa revista, escribía en Ritmo. EPA jamás ha ocultado su desinterés hacia Barenboim y su entusiasmo ante el Abbado actual. En su derecho está, como yo también lo estoy de situarme en la posición justamente contraria con respecto a los dos intérpretes.

Por cierto, la Novena de la caja de CDs de Santa Cecilia no es nueva, sino la del primer ciclo de Abbado con la Filarmónica de Berlín, ese que fue descatalogado. A Abbado le parecía mejorable. ¡A mí también, y muchísimo! Las Quinta y Sexta, en concreto, me parecen horrorosas.

jmfurtwangler dijo...

Si, efectivamente.
Lo de Abbado y Barenboim está claro.
Referente a la 9ª también. Por cierto, interpretada con criterios totalmente distintos a los de las anteriores, y no se trata sólo del tamaño de la orquesta, sino de los propios criterios interpretativos, sonido, concepto en definitiva.
No me gusta esta 9ª. Creo que empieza mal. En la introducción del primer movimiento no le veo la resolución ni la claridad necesaria. Algo así como una introducción un poco timorata. Toda 9º que no empiece de forma contundente y con gran claridad de articulación no me interesa. Para mí no es Beethoven.
Por cierto: ¿En la Academia Santa Cecilia no se interpretó la 9ª?

Anónimo dijo...

Profesor qué le parece la integral del maestro Gunter Wand. (Paulo)

Nemo dijo...

Que el autor del blog no es un incondicional de Barenboim queda claro con su nota para la versión del ciclo de Teldec. Su diferente calificación, y los comentarios, para la versión con la WEDO me da una pista clave para elegir uno de los dos ciclos, pues en general me gusta más el enfoque que al parecer tiene el segundo.

No obstante, recomiendo, o más bien me uno a la recomendación, de la Octava por Szell, hermosísima y exacta, eléctrica y de gran belleza, dentro del enfoque objetivo de corte haydniano. Añado el ciclo de Kletzki, mencionado aquí. Y ya puestos, me uno a la recomendación de Knappertsbusch, en vivo, dentro de la caja de grabaciones de la RIAS, publicado por Audite a partir de las cintas de la radio, remasterizadas con muy buen sonido (mono).

Sí quiero añadir una mención nueva: como siempre, Calsals, que grabó las 1, 2, 4, 6, 7 y 8 con la orquesta del Festival de Marlboro (con músicos de la Sinfónica de Boston) para CBS. Con buen sonido estéreo.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Anónimo, perdone usted que haya tardado más de un año en contestar: se me había pasado por completo por alto. Por desgracia, creo que no conozco nada del Beethoven de Wand. Lo lamento.

Nemo, todo el mundo sabe que Barenboim me parece un artista extraordinario, pero esta Octava creo que no está a la altura, como tampoco ninguna de sus Pastorales en disco. Un saludo.

Anónimo dijo...

¿Me podría indicar cómo puedo comprar la versión que Vd. considera la mejor (Jochum/Concertgebouw (Philips, 1969))?
Muchas gracias

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues en Amazon está agotado, pero...

http://juliosbv.blogspot.com.es/2011/12/beethoven-integral-sinfonica-oberturas.html

Nemo dijo...

Aquí están publicando la integral de Beethoven de Josef Krips.

Al parecer se grabó en cinta de 35mm. Si el reprocesado digital es bueno el sonido puede ser fabuloso:

https://classicalpippo9.com//?s=krips&search=Go

.

Anónimo dijo...

Hola! Hay en youtube una octava por Furtwängler de 1953 con su BPO.

HDTT rescata la Tercera de Mahler de Horenstein... pero pasa de mí

El sello HDTT llevaba anunciando desde hace tiempo el rescate de la justamente mítica Sinfonía nº 3 de Gustav Mahler que registró Jascha Hor...