Su técnica es extraordinaria, tal vez la mejor del planeta. Es difícil escuchar a un pianista con una agilidad tan asombrosa, con una gama de colores tan amplia, con una potencia sonora tan abrumadora, con unos pianísimos tan delicados, con un fraseo tan flexible y controlado al mismo tiempo, sin lugar para que la arquitectura se tambalee; con una capacidad tan enorme para desplegar brillantez y descender al mismo tiempo al más sutil de los matices, en definitiva. Y sin embargo, Lang Lang (Shenyang, 1982) tiene mucho peligro, porque es tan consciente de sus posibilidades que con frecuencia se deja llevar por el mero exhibicionismo y llega a resbalar de manera considerable: es lo que le pasó en Granada en 2007 junto a Barenboim en un despistadísimo Primero de Brahms. Por eso mismo tenía un poco de miedo de este Blu-ray, correspondiente a un recital en la Musikverein de Viena ofrecido los días 27 de febrero y 1 de marzo de 2010, que me compré hace tiempo a buen precio –en una tienda del extranjero, por supuesto- y que hasta ahora no he visionado. Me ha gustado mucho.
Me ha sorprendido, habida cuenta de que su Mozart no me suele entusiasmar, lo bien que interpreta a Beethoven, aunque desde luego en una línea ajena a las densidades filosóficas del “más grande” en este campo, obviamente Barenboim. En la Sonata nº 3 (una obra temprana, de 1874-75) aborda los movimientos extremos mirando al pasado, que suenan risueños, galantes e incluso coquetos, pero en absoluto triviales o amanerados. El segundo no resulta particularmente denso pero ofrece toda la concentración y cantabilidad deseables, mientras que en el tercero sabe añadir toques encrespados sin renunciar a la visión global de la pieza, mayormente apolínea. En la Appasionnata el pianista chino ofrece una versión que se aleja de la atmósfera gótica para ser más bien fresca y juvenil, de una tensión extrovertida antes que soterrada y una cantabilidad que no resulta agónica sino más bien contemplativa, aunque no por ello caiga en lo ensoñado. Obviamente es imposible olvidar la hondura que en esta página alcanza Barenboim o, en una línea igualmente distante, la áspera rebeldía de Gilels, pero la realización de Lang Lang es posible y digna de elogio.
Menos me ha interesado su Albéniz. Del libro I de Iberia el chino ofrece una visión excesivamente delicada e impresionista, muy cercana a Debussy, a la que le faltan atmósfera, densidad sonora y sentido español, aunque también sean de apreciar sus numerosos hallazgos. Concretando un poco, me ha defraudo “Evocación”, una lectura hermosísima, delicada y muy contemplativa pero fuera de estilo, quizá por recrearse en exceso en el sonido. Mucho mejor “El Puerto”, que sí ofrece chispa aunque ésta no sea española. “Corpus Christi” es una verdadera exhibición de la más colosal técnica imaginable, pero se sigue echando de menos un concepto más apropiado.
De la Sonata nº 7 de Prokofiev nuestro pianista construye una lectura muy inteligente en la que, sin renunciar en modo alguno al lenguaje propio del compositor, consigue que los aspectos maquinistas y opresivos de su escritura no resulten meramente mecánicos, y también que los líricos no se escoren en exceso al romanticismo para ofrecer en su lugar un marcado carácter onírico y cierta ambigüedad expresiva. El resultado es absolutamente magistral, deslumbrante.
Las propinas se concentran en Chopin. El Estudio op. 25, nº 1 lo interpreta con asombroso sentido de los colores y las texturas. Apasionamiento controlado y elegancia aunada con rotundidad presiden una interpretación de la celebérrima Polonesa nº 6, op. 53, Heroica, que potencia los aspectos más elegantes de la pieza. En el Gran vals brillante nº 2, op. 34 nº 1 todo es portentoso, particularmente la flexibilidad de un fraseo dispuesto a descubrir muchas cosas nuevas, pero también la capacidad para aunar cantabilidad y brillantez sin caer en el mero espectáculo sonoro. El Blu-ray ofrece asombrosa calidad audiovisual, pero la filmación me parece algo mareante. Para los que dispongan de la tecnología necesaria, se incluyen varias de estas piezas filmadas en Berlín en junio del mismo año en formato 3D. Mi recomendación es que busquen el mejor precio posible y se lo compren. Ojalá el joven pianista nos siga ofreciendo cosas así. Ah, tienen otro comentario en el blog de Ángel Carrascosa (enlace).
3 comentarios:
Estimado Fernando:
Con respecto a tu serie de artículos sobre las sinfonías de Brahms, quisiera recomendarte algunas grabaciones de primerísimo nivel, presentes en You Tube, y pertenecientes a una integral de obras orquestales, injustamente olvidada. Se trata de la Primera Sinfonía y las Variaciones sobre un tema de Haydn (junto a la Rapsodia para contralto, coro masculino y orquesta), en la interpretación de la Orquesta del Concertgebouw, bajo la dirección de su titular Eduard van Beinum (Philips, 1958).
No estoy seguro de que este ciclo brahmsiano, uno de los más destacados de la discografía, haya sido editado íntegramente en CD (tal vez, se encuentre descatalogado). La excelencia de estos registros merece una mejor suerte de la que tiene.
El concepto interpretativo del gran director holandés es más cercano al de Szell (o Toscanini) que al de Furtwängler, pero sin los defectos de los dos primeros: tempi justos, incisivo sentido del ritmo (que acentúa la tensión del discurso), irreprochable transparencia (nunca en detrimento de la densidad de la música), especial atención al detalle, excepcional sensibilidad para el fraseo (imprescindible en Brahms) y el balance instrumental, y, por sobre todo, renuncia a cualquier amaneramiento o exceso gratuito. La calidad sonora es de lo mejor de aquella época.
Soberbia la Primera Sinfonía, con un primer movimiento implacable; y magníficas las Variaciones Haydn: todo un prodigio de ligereza bien entendida y de severo juego contrapuntístico. La Rapsodia no la he escuchado todavía, pero promete.
¡Imperdible! (si bien el resto de esta integral es inencontrable).
Saludos.
P.D.: También, es espléndida la versión que hace van Beinum de La mer (bastante similar a Haitink).
¿Qué quieres decir con "densidades filosóficas"?
El concepto de es tan difícil de explicar como fácil de percibir con el oído, pero intentaré hacerlo.
La escuela interpretativa centroeuropea hereda del romanticismo germánico -en general, se incluyen literatura, pintura, etc.- su gusto por utilizar la obra de arte como vehículo para reflexionar sobre la dimensión trascendente del ser humano. En música a esto lo llaman algunos "contaminación wangeriana", siendo Furtwängler el máximo exponente de semejante tendencia que hoy continúa hasta Barenboim. La densidad sonora -vamos a reconconocer que de estirpe wagneriana y bruckneriana,también lisztiana-, como también la fuerte tensión de la arquitectura y la maleabilidad de la misma en función de los "sentimientos", conforman sus rasgos característicos. Para entendernos, un Toscanini a la batuta o un Gould al piano serían lo más distante a este concepto interpretativo.
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