miércoles, 19 de octubre de 2011

Una noche en Les Arts

El pasado sábado 15 tuve la oportunidad de participar en una de las jornadas de puertas abiertas organizadas por el Palau de Les Arts. Una iniciativa no solo felicísima sino absolutamente necesaria en estos tiempos de recortes para una institución que ha vivido hasta ahora de espaldas a quien debería ser su verdadero protagonista: el público, y más concretamente -aunque no con exclusividad- el público valenciano. Hay muchas personas de la ciudad del Turia que no saben lo que allí se cuece. Otras sí lo saben, pero apenas han tenido la oportunidad de acercarse. Y las que sí lo han hecho no son siempre conscientes de todo el potencial técnico que tiene. De eso se trata, de mostrar lo que allí hay, porque solo contando con el público se puede garantizar, tal y como están las cosas, la continuidad del proyecto.

Esta Nit a Les Arts se abrió con un concierto gratuito de la Orquesta de la Comunitat Valenciana bajo la dirección de su nuevo titular Omer Wellber. En el plano artístico me pareció muy decepcionante –hablaré de él en la próxima entrada-, pero lo que ahora me interesa señalar es el enorme placer de ver en la sala del Auditori a un público en gran medida nuevo: en lugar de matrimonios burgueses de edad avanzada y con cara de estar aburriéndose de manera soberana, gente joven y risueña intentando pasárselo bien. Se notaba felicidad en el ambiente. ¿Por qué no vienen entonces todos estos a las sesiones habituales de la temporada? Sólo se me ocurre una explicación: el precio de las entradas. Si, ya, hacer buena música es caro, y más aún mantener una orquesta de semejante calidad en un edificio de tal envergadura, pero lo cierto es que muchos de los que terminan asistiendo no son quienes realmente más podrían disfrutar. Justo como pasa en Madrid con Ibermúsica.

Después del concierto acudí a la así denominada “visita artística”: te invitan a conocer la gran sala de ensayos del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo y luego te ofrecen un recital en la Sala Martín i Soler. Cinco recitales en realidad, uno para cada turno de visitas. En el mío comenzaron con el motete Jauchzet dem Herrn alle Welt de Mendelssohn: no solo los miembros del coro cantaron bien, sino que además lo hicieron muy en estilo, mérito que ha de responder a su director, quien además corrigió con presteza algún desequilibrio puntual. Luego vinieron los solistas. Su nivel técnico es -obviamente- el de lo que son, estudiantes de canto, pero los tres me parecieron atendibles. En Diana Mian, que se encargó del “Tu che di gel sei cinta” de Turandot, lo que más me interesó fue la calidad de su voz, dotada de un atractivo brillo metálico. En Ilona Mataradze y Daniele Piscopo, que abordaron el dúo Adina/Dulcamara del Elixir, destacaría la musicalidad de la primera y la desenvoltura escénica del segundo. Y es que, por cierto, la pequeña función estuvo sobria pero estupendamente semi-escenificada por Allex Aguilera. Al público le encantó, y a mí también.

Pasadas ya las doce y veinte de la madrugada me tocó la “visita técnica”. Eché de menos un recorrido más largo por las tripas del Palau, la verdad, pero lo que se vio no estuvo mal: te pasan al escenario, te suben y bajan los peines, juegan con las luces y luego hacen emerger la celda de Florestán del reciente Fidelio, aprovechando para evidenciar las enormes dimensiones de la caja escénica de la sala principal. Se podían haber incluido algunos datos que enriqueciesen el contenido –vamos, que podían haber fardado más de lo que tienen-, y sobraba quizá el vídeo en el que se iba recorriendo la próxima temporada espectáculo por espectáculo. En cualquier caso creo que el objetivo estuvo conseguido: poner en valor ante los valencianos el conjunto de Les Arts y conseguir que la gente se llevara un buen recuerdo. Ahora a ver cómo hacen para que las familias de economía modesta puedan acudir con regularidad en estos tiempos de crisis.

3 comentarios:

maac dijo...

Me hubiera gustado asistir pero me decidí por la Bolena del Met en los Yelmo, espero que al año que viene lo repitan.

Vicent L. dijo...

A mi también me encantó el mini-espectáculo. Menos la visita técnica. En el fondo, cuando voy a un teatro de ópera lo que me apetece es ver ópera. Me tocó el 4º pase y he de señalar la magnifica interpretación del barítono coreano Aldo Heo en el ária de Pierrot, Tanzlied de la ópera La ciudad muerta de Korngold. Estremecedora la puesta en escena cargada de simbolismo y de un minimalismo sublime. No sé si se ha cogido de alguna producción ya existente o si es creación del que la dirigió (Allex Aguilera) ya que me cuesta creer que en tan poco tiempo se pueda expresar de esta manera tan bonita este aria. El detalle de la muñeca Colombina fue muy acertada. Ojalá se pueda ver más espectáculos en el centre con esta calidad. Felicitaciones a todos los que han colaborado en dicho evento.

Eugenio Murcia dijo...

Fernando, el otro día vi La Traviata con la Dessay en la Staatsoper por 3 euros y un concierto de la Filarmónica Checa (Martinu y Stravinski) por 8. O sea, hay sitios donde la música no es tan cara como aquí.

Para lo que ha quedado la Gheorghiu

Por supuesto, yo ya ando en casa. Escribiré poco a poco sobre lo que he escuchado en Bucarest.