miércoles, 29 de junio de 2011

Cien años de Bernard Herrmann

Se cumplen hoy miércoles cien años del nacimiento del compositor y director de orquesta neoyorquino (tentado estoy de escribir “británico”) Bernard Herrmann. Sigue siendo, a día de hoy, mi autor favorito. Obviamente no pienso que se trate de uno de los mayores compositores que se han conocido, ni siquiera le creo merecedor de ocupar un lugar entre los cinco o seis nombres más importantes del siglo XX. Simplemente es el que a mí más me llega, el que más parece hablarme directamente, aquel con quien mi corazón más se identifica; solamente con la música de Prokofiev siento algo similar. De ahí que me vea obligado a dedicarle unas líneas, aunque -no sé que otra cosa escribir sobre él que no hayan dicho otros- sea para contarles cómo llegó hasta mi vida.

A Hermann le descubrí a los trece años gracias a un disco que tenía mi padre en su colección, integrado en una serie de quiosco que publicaba Salvat sobre “Los grandes temas de la música”, en el que se recopilaban registros realizados para Decca de varias de sus partituras cinematográficas. Recuerdo bien cómo me enganchaba el preludio de Con la muerte en los talones, me intrigaba la composición para cinco órganos que ilustraba la aparición de Atlantis en Viaje al centro de la Tierra y me fascinaba la suite de Psicosis, entre otras piezas. En la mayoría de los casos, ¡sin haber visto las películas! Tal era la fuerza de sugestión que emanaba la música de Herrmann, muy particularmente de su portentoso sentido del color y de su imaginación orquestadora, dicho sea sin olvidar su conmovedora vena lírica. Esta última la terminé de descubrir, allá por 1988 creo recordar, gracias a la compra del compacto que incluía la regrabación realizada por Elmer Bernstein de su banda sonora más sincera, hermosa y emotiva, la de El fantasma y la señora Muir. Por las mismas fechas Vertigo se convertía -hasta hoy- en mi película favorita de todos los tiempos, y su banda sonora en una de mis piezas de cabecera.

Siendo ya por aquél entonces cinéfilo –consolidé mi afición al trasladarme a Sevilla para estudiar- y convirtiéndome más adelante en melómano, la figura de Bernard Herrmann ya me acompañaría para siempre, tanto en su faceta de compositor para el cine como en la que él realmente quiso convertir en su dedicación principal, la de director de orquesta, sin saber yo aún muy bien por qué este señor ejercía sobre mí semejante poder de fascinación. La posible respuesta, aunque no estoy muy seguro de ella, la encontré ya mediados de los noventa en la excelente biografía de Steven C. Smith (“A Heart at Fire's Center”), en la que descubrí que importantes aspectos de la personalidad de Herrmann (reconozcámoslo: no precisamente el talento, y sí algunos de los menos felices) coincidían con los la mía. A manera de anécdota, las fotos me permitieron comprobar que también se daba una curiosa coincidencia física entre los dos, tanto en la época juvenil como en la madura: al llegar a los cuarenta se me ha colocado en la panza, sin intención de irse, una abultada curva que mucho se asemeja a la que lució el compositor hasta el final de sus días. Herrmann falleció el 24 de diciembre de 1975 en su ciudad natal. Ojalá hubiera podido conocerle.

6 comentarios:

Sergio dijo...

Tal disco de Salvat aún lo conservo, pues tengo la colección completa. Felicidades por la celebración.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Todos lso herrmannianos nos tenemos que felicitar :-)

Como curiosidad: en la portada del lp venía fotogramas de películas que efectivamente fueron musicadas por Herrmann, pero que no se incluían en el disco, como Marnie o La isla misteriosa. Por cierto que el contenido no fue seleccionado por los españoles encargados de la colección, sino que venía directamente de un vinilo editado por Decca/London mezclando varias ediciones anteriores.

Juan José Roldán dijo...

Yo descubrí su música a través de las radionovelas que escuchaba mi madre cuando yo era un niño. En las escritas por Muñoz Casaseca se solía utilizar la Scene d'amour de Vértigo. Cuando vi la película en el cine, gracias a una recuperación que se hizo de cinco títulos emblemáticos de su filmografía a principios de los 80, me quedé perplejo al escuchar esa música que tanto identificaba con mi infancia, y desde entonces caí hipnotizado por su música para siempre.

El invitado de Elliot dijo...

Yo lo descubrí una tarde de verano en la que tuve el placer de ver en pantalla grande (en el antíguo cine Imperial de Sevilla, hoy Librería Beta), Con la muerte en los talones. Calculo que tendría unos 10 u 11 años y esas notas junto a la presentación de Saul Bass me marcaron para siempre. Es mi película favorita de Hitchcock y la partitura de Herrmann tiene toda la culpa.

Eugenio Murcia dijo...

Yo tb adoro a Herrmann, y lo que te pasó a ti con él me pasó a mi con Nino Rota, gracias sobre todo al magnífico libro de Latorre. Es curioso, Hitchcock me gusta más que Fellini; sin embargo, Rota me gusta más que Herrmann (aunque después de Rota mi compositor de cine favorito es Herrmann, quizá igualado con Rozsa, y por cierto los tres me parecen grandes autores tb para la sala de conciertos).

Eduardo Padilla dijo...

Que curioso, Rota y Herrmann los conocí en la misma clase de música, primero Herrmann, el profesor nos hizo escuchar Fahernheit 451, Psicosis, Vertigo, y de Rota El padrino II, 81/2 y Roma, Herrmann cuando ve a Hitchcok es muy incisivo, Cuando ves a Fellini Rota acompaña de manera muy propia sin ser incisivo, ahora, Fuera del Cine me quedo con Nino Rota, un magia especial, creo que se puede escuchar la musica de Fellini sin depender de la imagen de Fellini, el mismo Rota se preocupaba de hacer música que funcionara por si sola, Herrmann trabajaba con la duración exacta acompañando la sincronización y la edición de la música, tambien me parece Genial dado a los resultados y a su influencia.

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