Flojo, muy flojo, el Werther que dejó programado Antonio Moral para el Teatro Real. O al menos a mí me lo pareció en la función del pasado domingo 3, porque fallaron los dos pilares fundamentales: dirección musical y escénica. La producción de Willy Decker es buen teatro, incluso excelente teatro: personal, inteligente, muy atractiva desde el punto de vista plástico (interesante la escenografía de Wolfgang Gussmann) y bien realizada. Pero una cosa es hacer un buen espectáculo teatral y otra muy distinta ofrecer un buen Massenet. Planteamientos así, a medio camino entre el expresionismo y lo conceptual, pueden funcionar maravillosamente (y funcionan: recuerdo ahora la soberbia Lulu que le vimos en Sevilla) en otros repertorios, mas no en este. El melodrama romántico tiene sus reglas, y lo que se veía sobre la escena no encajaba con lo que se escuchaba.
Emmanuel Villaume sí parecía dominar medianamente el lenguaje massenetiano -la morbidez, la elegancia más o menos indolente y todo eso-, pero la inspiración no apareció por ningún lado. Todo sonó gris, rutinario, incluso por momentos algo machacón. Y no hace falta irse a la genial dirección de Michel Plasson en el DVD con Kaufmann: Julius Rudel realizó una soberbia labor hace años en este mismo teatro (no estuve presente pero conservo la emisión televisiva, que le recomiendo busquen por Internet).
Así las cosas, poco podían hacer los cantantes. Por eso no lució Sophie Koch, tan admirable como en el citado DVD de Plasson: voz, estilo y una perfecta gradación de la expresividad la convierten en una Charlotte de referencia. La admiración que siento por José Bros (más por la seriedad de su carrera que por sus maneras de hacer) la he dejado ya clara en este blog (enlace). Lamentablemente su Werther me defraudó: elegantísimo siempre, de un gusto exquisito, le encontré incómodo en lo vocal y plano en su recreación del protagonista. Alguien dirá que hacer el personaje con una voz y una línea así implica semejante distanciamiento expresivo. Pues miren, no es así: escuché hace ya lustros en el Maestranza a cierto tenor de Las Palmas de Gran Canaria al que se le escuchaba muchísimo mejor -con más potencia y solidez- y que supo inyectar mucha más intensidad al personaje. La comparación, más que odiosa, me temo que es necesaria.
Ángel Ódena me pareció un Albert innecesariamente sombrío y monolítico. Más me interesó la Sophie de Auxiliadora Toledano, una voz ciertamente prometedora. Mediocre Jean-Philippe Lafont, ya muy mayor para salir al escenario. E irregulares los dos comparsas de la obra, Schmidt y Johann, que siempre he encontrado un tanto molestos en este título. Y es que, para ser sinceros, hay que reconocer que pese a sus instantes de mágica belleza (el dúo del primer acto, gran parte del tercero), la inspiración de Massenet conoce serios baches que solo pueden ser superados por una interpretación de primer orden. Esta del Teatro Real distó de serlo.
En cualquier caso, les animo a leer una opinión muy diferente en el blog La Verbena (enlace).
6 comentarios:
Hola YNQUDM:
Tuve a Filianoti y me gustó. la escenografía, molesta y la dirección de actores extraña con los hermanos Dupont (como en Tintín) merodeando por el espectáculo. Me sigue sorprendiendo que en en 2011, cuando se habla de Werther se active el mágico resorte de Kraus. Gracias
Jajajaja, sí que eran los hermanos Dupond y Dupont /Hernández y Fernández), pero yo creo que ya lo eran un poco en el original de Massenet: comparsas graciosos y poco más. Saludos.
Estoy por iniciarme en la Sexta Sinfonía de Gustav Mahler y, ya que has estado escribiendo acerca del compositor austríaco, quisiera preguntarte acerca de una primera versión para acercarme a esta obra, antes de pasar a intérpretes más radicales y heterodoxos. Estaba pensando en la elogiada Sexta del ciclo Boulez - Viena(DG), considerada como una de la mejores entregas mahlerianas del maestro francés por su objetividad y su modernidad. Parecen interesantes también la del impetuoso (a veces, hasta prepotente) Georg Solti o alguna de las de Bernard Haitink.
Por el contrario, no llega a convencerme en estas sinfonías el enfoque del posmoderno Chailly: impecable ejecución, potencia orquestal, obsesión por la belleza del sonido, mesura y pulcritud extremas, superficialidad, escasa imaginación, ausencia de rusticidad y de fiereza... Se nota la influencia de Karajan, para lo bueno y para lo malo.
No obstante, aprecio la muy hermosa versión que grabó el milanés de "Apollon Musagéte" de Stravinsky, así como su matizadísimo Adagietto mahleriano.
Saludos.
Hombre, Karajan no hizo mucho Mahler, y tampoco tengo muy claro que influyese a Chailly en tal repertorio. A mí me gusta mucho el Mahler del milanés, aunque hay altibajos. La Quinta, la Séptima y la Novena se cuentan ente mis preferidas. Y la Décima es la mejor de las que conozco (no hay mucho donde escoger).
Para la Sexta, sin dudarlo: la de Barbirolli (EMI) y la última de Bernstein (DG). Sí, ya sé que son personalísimos, pero yo empezaría por ahí. Adusto el primero, sensualísimo el segundo, pero los dos demoledores al cien por cien. La de Solti está muy bien, pero queda claramente por debajo. A Haitink y a Chailly no se la he escuchado. La de Boulez es fabulosa, ciertamente; quizá sea una buena manera de iniciarse con "objetividad", sí. Saludos.
Jajaja, parece que en Mahler los dos coincidimos en todo. xD
También mis sextas favoritas son las de Barbirolli y Bernstein-Viena (DG). La de Barbirolli se le critica mucho el tempo demasiado lento en el primer movimiento. A mí no me afectó en absoluto porque conocí la obra por esta grabación y por tanto no tenía referencia alguna. Eso sí: nadie ha superado al británico en el Andante de dicha grabación. La grabación de Bernstein pues tiene todas las virtudes de la grabación de la Quinta del mismo ciclo mahleriano.
Muchas gracias por las respuestas.
Saludos.
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