lunes, 19 de octubre de 2009

Antonini dirige Beethoven: nada nuevo

Compré este doble Super Audio CD el pasado mayo en un mercadillo en la puerta del Pergamonmuseum de Berlín. Me hice con él en parte atraído por la alta calidad sonora que este sistema ofrece (mi equipo reproduce SACDs de hasta seis canales), en parte por el morbo de ver qué demonios hace con las sinfonías Tercera y Cuarta de Beethoven el director de ese grupo gamberro, renovador, interesantísimo pero quizá un tanto sobrevalorado que es Il Giardino Armonico. Por fin me he sentado a escuchar la grabación en condiciones y ya tengo en la respuesta: Giovanni Antonini no solo no hace nada que ya no hubieran hecho otros, sino que además lo hace peor.

Las lecturas, grabadas respectivamente en 2006 y 2007 por los ingenieros de Sony Classical, son por descontado de corte historicista. Renegando de la densidad y del carácter digamos “gótico” de buena parte de la tradición centroeuropea, Antonini apuesta por la premura de los tempi, la moderación del vibrato, la ligereza de texturas, la pujanza rítmica, la incisividad tímbrica y una apreciable sequedad en el fraseo, demandas a las que la esforzada Kammerorchester Basel, formación de instrumentos originales no siempre impecable, responde con solvencia.

Hasta ahí, nada que objetar. Se trata al fin al cabo de una opción coherente y ya otros han obtenido plausibles resultados con ella en las sinfonías beethovenianas, fundamentalmente Frans Brüggen (enlace) y, en menor medida dada su irregularidad, John Eliot Gardiner, aparte del siempre desconcertante Nikolaus Harnoncourt, quien aun usando instrumentos en su mayoría modernos siguió parecida senda.

Con estos dos últimos nombres comparte Antonini una alta dosis de electricidad en sus lecturas, y no en balde el adjetivo de electrizante es reivindicado por el director italiano en su entrevista de la carpetilla como una de las bases de su acercamiento al compositor. El problema, claro, es que nuestro artista es más cuadriculado aún que el citado Gardiner, todavía más frío que Harnoncourt, tiene a su frente una orquesta menos brillante que la de los dos maestros citados y posee una técnica de dirección sinfónica bastante primaria. Matiza poco, poquísimo, y a la postre el resultado, todo lo extravertido y brillante que se quiera, termina aburriendo.

De las dos sinfonías la más floja, claro está, es la Heroica, partitura de la que Antonini nos ofrece una recreación toscamente planificada y de muy escasa cantabilidad. Procura, eso sí, epatar con los contrastes dinámicos y con el brío de los tempi, pero a todas luces esta recreación necesita un más minucioso trabajo con la gama dinámica y con los matices expresivos. Sólo convencen un animadísimo Scherzo, con unas trompas naturales adecuadamente rústicas y una fogosa coda final.

Músico mucho antes extrovertido que reflexivo, Antonini se mueve más a gusto en los pentagramas de la Cuarta. Por momentos parece demostrar cierta concentración e incluso es capaz de impresionar -más que de convencer- en el áspero y dramático clímax que traza en el Adagio, como también en un vitalista y ciertamente muy electrizante tercer movimiento. Por desgracia en el cuarto se deja llevar de nuevo por la precipitación y la machaconería, resultando a la postre una interpretación muy superficial.

Lo dicho: dentro de la misma línea un Brüggen (en la Heroica) y un Gardiner (preferible en la Cuarta sobre el holandés, que aquí resulta innecesariamente nervioso y violento) son para mi gusto bastante preferibles. Que un Hogwood o un Norrington hayan ofrecido un Beethoven historicista peor -el tiempo, por fortuna, les ha puesto en su lugar- no hace que éste de Giovanni Antonini, sin ser malo, albergue especial interés. Circula por ahí otro volumen -en el sello Oehms Classics- que contiene las sinfonías Primera y Segunda. Creo que pasaré de escucharlo.

5 comentarios:

Barbebleue dijo...

Teniendo en cuenta que en su repertorio (XVII-XVIII) son punteros y rompedores, tienen un excelente flautista-director (muy mediático) y un magnífico concertino.
¿Por qué crees que está sobrevalorado Il Giardino Armonico?

Salu2

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues porque tengo la impresión de que detrás de sus "efectos especiales" marca de la casa hay más pose que otra cosa. Cuando se pasa la deslumbrante impresión inicial... ¿que queda?

Eso se nota más cuanto más grande es la música que tienen entre manos. No hace mucho me dediqué a escuchar los Brandenburgos completos intercalando varias interpretaciones de cada uno de los conciertos, incluyendo entre otros a Il Giardino y a Musica Antiqua Köln, que siguen parecida línea: ganaron los chicos de Goebel por goleada, y de hecho su interpretación sigue siendo mi favorita.

Además hay otra cuestión: no consigo soportar el narcisismo expresivo de Onofri. Creo que este señor, cuyo virtuosismo es indudable y cuya creatividad resulta manifiesta, confunde la sensibilidad con el amaneramiento, al igual que sus compañeros a veces ofrecen tosquedad en lugar de extroversión, brutalidad en lugar de garra dramática.

Y que conste, por si no ha quedado claro, que a mí en general Il Giardino me gusta. El tiempo dirá. Un cordial saludo.

sir mariposus dijo...

vaya mania por meterse en terrenos ajenos, me gustaria ver que diria la caverna historicista si Pierre Boulez dirigiera el Orfeo de Monteverdi, con placido Domingo a la cabeza.

Anónimo dijo...

Sobra la opinión acerca de Enrico Onofri sinceramente. Hoy en día... el mejor violinista barroco del mundo por goleada.

Un saludo.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Bueno, soy consciente de que mi opinión sobre Onofri es absolutamente minoritaria. Qué le voy a hacer. Saludos.

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...