viernes, 21 de agosto de 2009

Encuentro inesperado en las calles Bonn

Aunque desde el punto de vista musical mi viaje por Renania ha sido muy poco estimulante, no puedo dejar de citar mi visita a la casa natal de Beethoven en Bonn, una ciudad -por cierto- bastante provinciana, pero con cierto encanto. El museo había cerrado, así que me limité a visitar la tienda (Karajan y Masur como opciones para comprar las sinfonías, manda huevos) y a sacarme la fotografía turística de rigor en la fachada.

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Pocos metros más adelante me llevé una sorpresa: en la embocadura de la calle, uno de esos pintores callejeros ofrecía, junto a una imagen del genial sordo, otra nada menos que de… ¡Giuseppe Sinopoli!

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En la esquina superior izquierda del cuadro, aunque en caracteres apenas visibles a quien no se acerque, puede leerse “AIDA III AKT”. Nos encontramos, pues, ante una representación del maestro veneciano en el momento previo a su fallecimiento, que como es sabido tuvo lugar dirigiendo el tercer acto de la genial ópera verdiana.

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Qué quieren que les diga: no es que sea el irregular Sinopoli mi director preferido de todos los tiempos, pero me emocionó encontrarme un homenaje a su figura en el lugar donde me lo encontré, y me reconfortó comprobar que en Alemania hay personas capaces de reconocer su talento (que pese a las citadas desigualdades lo tuvo, y mucho) mientras en otros lugares, fundamentalmente en Reino Unido pero también en nuestra querida España, hay melómanos empeñados en difundir la imagen de un director mediocre y hasta incompetente. Claro que estos aficionados son los mismos que luego no regatean elogios a batuteros como Gergiev como Minkovki, lo que explica muchas cosas…

9 comentarios:

curra dijo...

Ese cuadro era para comprarlo, vaya xulada.

Antonio dijo...

Que necesidad hay de denostar a musicos extraordinarios con un calificativo de connotaciones despectivas como "batuteros"? Sinopoli era un grandisimo director, y Gergiev y Minkovski, cada uno en su repertorio, tambien lo son. Pocos directores del actual panorama mas interesantes que el ruso en el repertorio de su pais, tanto sinfonico como lirico, y el Handel o el Rameau de Minkovski es simplemente sensacional.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Lo siento, pero frente a la opinión de muchos melómanos, a mí Gergiev y Minkowski me parecen directores abiertamente mediocres. Por qué me lo parece el ruso ya lo intenté explicar en otro lugar de la red:

http://www.forumclasico.es/BLOGSFOROS/Blogsconnombrepropio/tabid/65/articleType/ArticleView/articleId/65/El-peor-director-del-mundo-Gergiev.aspx

Por qué me lo parece el francés intentaré explicarlo en otra ocasión, cuando tenga más tiempo. Ahora ando un poco agobiado, la verdad.

Antonio dijo...

Podriamos tirarnos horas discutiendo y no nos pondriamos de acuerdo, es lo que tiene la musica y mas en general el arte. Discrepo abiertamente de su opinion, sin duda mucho mas autorizada que la mia, puesto que soy simple aficionado y no critico musical como usted. Pero tengo que hacerle caso a mis oidos. A Gergiev le he escuchado en directo una Segunda de Mahler efectivamente bastante poco interesante, de brocha gorda, batacazo y decibelio, espectacular pero no muy profunda. Pero tambien le he escuchado, junto con un magnifico Petrushka, la Patetica mas emocionante que he escuchado jamas, una version tensa, puro nervio, pura desesperacion, una Patetica que no creo que olvide en mi vida, entre tantas versiones mediocres que se escuchan de esta musica tan sobada. Y hace poco le he escuchado en Baden-Baden unas versiones de Aleko, Iolanta, el Segundo de Rachmaninov y la Babi Yar simplemente maravillosas, consiguiendo un sonido propio para cada compositor, y con excepcionales pasion y concentracion. Un senor capaz de firmar estas versiones no es un "batutero" ni cosa que se le parezca. Otra cosa es que este mismo senor se suba al foso o al podio practicamente todos los dias del ano y que abarque o pretenda abarcar un repertorio gigantesco, no solamente el de su pais virtualmente integro (opera, ballet y sinfonico) sino tambien Berlioz (no solamente la Fantastica, sino Benvenuto Cellini, Damnation de Faust, Troyanos este ano...), Wagner (no selecciones, sino Lohengrin, Anillo...), Mahler (todo el ciclo), Debussy, Sibelius, Verdi, Puccini..., todo lo que se le ponga por delante, y todo ello siendo titular de la Orquesta del Mariinsky y de la London Symphony. Vamos, que su agenda como que esta bastante apretada, y que no todas las interpretaciones le van a salir igual de redondas ni van a ser igual de profundas. Pero cuando un senor tiene una carrera internacional como la suya, cuando las mejores orquestas se le disputan, pues en general suele ser por algo. Es lo que pienso, aunque desde luego no se me va a ocurrir comprarme sus Sinfonias de Mahler. Pero ojala hubiese muchos "peores directores del mundo" como este y ojala yo pudiera escucharle todos los dias, le aseguro que no dejaba escapar oportunidad.
Sobre Minkovski, conforme, hablamos otro dia.
Un saludo y reitero mi enhorabuena por el blog.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Comprendo perfectamente sus razonamientos, que por otra parte mucha otra gente comparte, pero a mí este señor no me gusta nada. Al menos ahora. Antes sí: le escuché en directo en la Expo 92 (dirigiendo a Rostropovich)y no le puse el menor reparo. Ya se sabe que los gustos cambian. No creo que nos vayamos a poner de acuerdo, pero al menos he intentado explicar mis porqués.

En cuando a Minkovski, suscintamente, me parece que su Rameau, sin ser del todo malo, oscila entre lo pimpante y los ataques de vulgaridad. Prefiero mil veces a Christie.

Ah, la distinción entre "críticos" y "simples aficionados" no tiene sentido. La única diferencia es que los primeros escriben en la prensa y los otros no. Gente sabia y gente que no lo es la hay en ambos "bandos" por igual. ¿No?

Un cordial saludo.

Antonio dijo...

Hombre, un critico se supone en general, vamos, digo yo, que dispone de unos conocimientos superiores a los del "simple aficionado". Le aseguro que, aunque Brahms es mi compositor favorito, no me he escuchado veinte o treinta ciclos completos de sus sinfonias como esta usted haciendo, y ya solamente ese hecho hace que, en principio, yo preste atencion a lo que el critico opina. Luego ya discrepare o no. Y desde luego, creo que en general los criticos tambien tienen sus filias y sus fobias respecto de determinados directores o cantantes, como les pasa a los demas aficionados, pero suelen ser bastante evidentes, de manera que una vez localizadas se puede descontarlas. Por ejemplo, como ha quedado claro con mis anteriores mensajes, yo padezco una filia hacia la Filarmonica de Berlin, y ademas no tengo intencion alguna de curarmela, que vamos a hacerle...
Por cierto, ha escuhado el DVD de Platee de Rameau dirigido por Minkovski? No le parece una maravilla? Y el disco del Giulio Cesare in Egitto?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Bueno, filias y fobias las tenemos todos, toditos. Quien diga que no, miente.

Los críticos no se escuchan decenas de ciclos Brahms. Tampoco lo buenos melómanos. Sólo lo hacemos los locos.

El Plateé de Minkovski sí lo conozco. Me gustó regular la dirección, aunque me emocionó la (en el buen sentido) patética recreación del protagonista a cargo de Paul Agnew; la escena me dejó un poco desconcertado. El Giulio Cesare confieso no haberlo escuchado.

En cuanto a Brahms, enhorabuena por su afición. Hoy día queda muy mal decir que a uno le entusiasman Beethoven, Schubert, Brahms, Tchaikovsky y cosas así. Podrías si te apetece hablar de tus versiones favoritas, ¿no?

Antonio dijo...

Mi grabación "de cabecera" es la de Giulini con la Filarmónica de Viena, muy lenta, muy lenta, muchos dicen que en exceso, y quizás la Primera está un poco falta de la tensión que se escucha en otras versiones; pero nadie, que yo sepa, ha paladeado con tanta emoción y ha descubierto tanta luz en el tiempo lento de la Segunda; el arranque de la Cuarta es otro momento mayestático, de golpe uno entra en el universo brahmsiano (y yo, al menos, ya no he podido salir de él); todo el planteamiento del ciclo, una vez asumidos sus presupuestos, es increíblemente seductor, un Brahms llevado a sus últimas consecuencias, aunque seguramente no el Brahms más indicado para empezar con Brahms (como el Bruckner de Celibidache).
También escuché hace unos años la grabación de la Cuarta de Giulini con la Sinfónica de Chicago, años setenta, que me pareció absolutamente apabullante, más fiera, más equilibrada que la versión posterior con Viena, tan otoñal. En general, la combinación Brahms-Giulini me parece virtualmente imbatible.
El ciclo de Jochum-Berlín (años 50) me gusta mucho, en otro estilo muy diferente, que creo que complementa muy bien el de Giulini. En un eslabón algo inferior, el ciclo Abbado-Berlín, sobre todo por las sinfonías centrales y por la perspectiva que aporta al incluir las obras para coro y orquesta.
El ciclo Böhm-Viena no me aporta gran cosa, lo encuentro algo falto de emoción e intensidad, pero quizá sea un problema mío.
Mis Primera y Cuarta iniciales fueron las hoy descatalogadas de Karajan-Berlín, en el ciclo de los años 80, les tengo por eso un cariño muy especial (aquellas carátulas con una especie de láser cruzando en diagonal la portada del LP, porque fueron de las últimas que salieron en LP...). Por parecidas razones tengo cariño al ciclo Klemperer, aunque prefiero un Brahms más sensual.
Estos días estoy escuchando el ciclo Walter-Nueva York. Llevo escuchadas Segunda y Tercera y me parecen una maravilla: cálidas, apasionadas, llenas de poesía.
Seré considerado por siempre jamás un hereje y mereceré la lapidación instantánea, pero las versiones de Segunda y Cuarta por Carlos Kleiber, pareciéndome correctas o correctísimas, no me han dejado pegado al asiento ni me han descubierto la quinta dimensión brahmsiana. Ya que he de ser lapidado, puedo añadir que hasta ahora me han decepcionado un poco las versiones de Furtwängler (quizás es un problema de expectativas excesivamente elevadas). Y no me recuerdo que me impresionasen en especial las versiones de Knappertsbusch.
No conozco o no me considero en condiciones de opinar acerca de la mayoría de versiones. Tengo muchísimas ganas de escuchar la de Bernstein, y también las de Szell, Keilberth, Van Kempen, Levine, Solti, Celibidache (la de los años setenta, no la posterior), Karajan (con más profundidad), Haitink... Seguro que me dejo a muchos muy importantes. Ni siquiera había oído hablar del ciclo Barbirolli al que hace referencia. De Barenboim espero que en los próximos años grabe un nuevo ciclo con la Staatskapelle Berlin, aunque si no lo hace evidentemente habrá que explorar el de Chicago.
Tengo bastante fobia hacia un Brahms "historicista" y no se diga con instrumentos de época. En consecuencia, no me compraría el ciclo Harnoncourt, a no ser que escuchara antes alguna de sus versiones y me gustase.
La más demencial Segunda que jamás he escuchado, en concierto, fue la de Gardiner, un intento creo que fallido de hacer con esta música algo totalmente nuevo.

Sólo añadir, en un comentario que ya es excesivamente eterno, que Beethoven, Brahms, Schubert, Tchaikovsky y cosas así son de las que hacen la vida incomparablemente más bella y el mundo incomparablemente mejor de lo que es. Ya que he de ser lapidado, puedo decirlo aunque quede hoy en día muy mal.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muchas gracias por los comentarios. Yo también soy un entusiasta del ciclo Brahms de Guilini: de acuerdo con todo. Y la Cuarta de Chicago me parece la repera, como escrií en su momento.

A mí Böhm, como también dije en la entrada correspondiente, sí me gusta mucho. Y también lo hace Kleiber, aunque no soy particularmente entusiasta de este director. El ciclo Jochum de momento no lo he escuchado: tendré que hacerlo. De lo de Gardiner (¡ufff!) ya hablaré, ya.

Como dijo un amigo hace poco en otro blog, es un placer encontrar a gente con gustos "normales". Un cordial saludo.

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