martes, 30 de junio de 2009

Discografía de las sinfonías de Brahms (X): Levine, vulgaridad y mal gusto

La curiosidad me han llevado a localizar (mejor dicho, a descargar en el siguiente enlace, porque los compactos se venden sólo en Japón) la primera de las dos integrales brahmsianas que grabó James Levine. El registro se realizó entre 1975 -Primera sinfonía- y 1976 -resto-, y contó con la baza de una Sinfónica de Chicago de admirable brillantez. Con semejante orquesta, pensé yo, y perteneciendo a la buena época del director norteamericano, los resultados no podían ser malos. Me equivoqué.

Este es un muy mediocre ciclo Brahms. Su única virtud, la que siempre ha tenido Levine y que tan bien le ha venido en su faceta de director de ópera: un elevado sentido teatral. Y ahí queda la cosa, porque por lo demás nos encontramos ante versiones con mucho músculo, muy vistosas, pero altamente insinceras en los aspectos dramáticos y por completo superficiales -cuando no asépticas- en los más líricos, trufadas además por numerosos detalles de mal gusto que son marca de la casa. La orquesta está fabulosa, pero no suena a Brahms.


Tras una introducción plana y contundente, Levine nos ofrece una Primera Sinfonía cuadriculada, carente por completo de flexibilidad en el fraseo, poco atenta a la variedad en la gama dinámica y muy parca en matices expresivos. Pura rutina, pero la Segunda es peor. La manera de hacer que los violonchelos toquen en stacatto el tema “de la canción de cuna” resulta de mal gusto. En el Adagio non troppo no sólo el fraseo de los chelos es prosaico, sino que la sección de instrumentos suena mal. Su clímax, como en general ocurre en todas estas versiones, se basa en el puro decibelio. Metal y percusión están tratados por la batuta con exceso de énfasis y mal gusto.

La menos mediocre de estas cuatro lecturas es la de la Tercera Sinfonía, de nuevo carente de sensualidad, calidez y poesía, especialmente en un tercer movimiento sin rastro de lirismo, pero al menos dicha con bastantes ganas. El Allegro con brio es enérgico y tiene mucha garra, aunque a ratos falta claridad y su conclusión está desaprovechada. El segundo movimiento posee un adecuado regusto amargo, y en el cuarto se revela algún detalle interesante en la orquestación. Lástima que el final esté dicho completamente de pasada.

La Cuarta es el colmo de la brutalidad, superficialidad y el efectismo. La increíble brillantez de la orquesta y la innegable energía de la batuta permiten levantar un poco el nivel, mas la comparación con la interesante lectura que realizó bajo la batuta de Frizt Reiner en 1962 (Chesky), y no digamos que con la genial de Giulini de 1969 (enlace), deja a Levine en el lugar que le corresponde: el de la vulgaridad y el mal gusto. Comprenderá el lector que después de semejante experiencia no me queden ganas de escuchar la integral que el norteamericano grabó ya en los noventa con la Filarmónica de Viena para Deutsche Grammophon. Hasta ahí podíamos llegar.

7 comentarios:

madeleine dijo...

Pues si le echas un vistazo a la critica anglofila en la web www.classicstoday.com.la integral de Levine en DG es de la mejores de la discrografia.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Los sé. Precisamente por eso me acerqué a este ciclo de Levine. Como uno puede descargarse este ciclo de Chicago gratis, puedes comprobar por ti misma hasta qué punto es o no fiable la crítica inglesa. Yo lo tengo claro desde hace tiempo: para mi gusto, nada fiable. Un saludo.

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Comparto contigo la desconfianza hacia la crítica inglesa, aunque alargo el sentimiento hacia la de otros lugares también. Es el resultado personal de ciertas decepciones sistemáticas obtenidas luego de hacer caso a lo leído por aquí y por allá.
Lamentablemente la crítica, hoy, es un oficio practicado muchas veces de rodillas ante los requerimientos editoriales. No es regla general, claro está.
Levine, por su parte, me desagrada en el repertorio germánico. El elemento drástico, la contundencia e incluso la hondura —indispensable entre aquellos compositores— no visitan a menudo su batuta.

Anónimo dijo...

El problema es que uds. están equivocados.Yo casi caigo en lo mismo.
El ciclo de Levine que Classics.today
dá máxima nota es con la Filarmonica de Viena y no con la Sinfonica de Chicago.Sin embargo hace también un comentario favorable a este ciclo.
Sugerencia solo para la 4ta.sinfonia de Brahms: Kent Nagano y La Sinfonica de Stuttgart.Es bellisima......

Anónimo dijo...

Mis estimados ...me equivoqué de orquesta en mi sugerencia para la 4ta. de Brahms:Kent Nagano y la Deutschses symphonie Orchester Berlin.

disculpas.....

Nemo dijo...

Levine es el típico director muy trabajador (los americanos valoran esto mucho), buen concertador y organizador y en general buen director de ópera para un teatro grande y complejo como el MET, con un repertorio enorme. Un tipo como Levine ha hecho funcionar una maquinaria demencial que habría aplastado a casi cualquier otro director. También es un director con buenos contactos, firmemente apoyado por la progresía neoyorquina, opinadora y financiadora, para el que "Jimmy" ha sido y es un personaje especialmente simpático, por lo que se ve. No voy a entrar en los motivos.

Después ha querido hacer carrera como director sinfónico. En este sentido me recuerda a Solti, que se curtió duramente como director de ópera primero (Munich, Covent Garden). Pero claro, el talento del húngaro en sus peores momentos no se huele siquiera en los días inspirados el americano.

Dicho esto, y aunque es un director pedestre, de vez en cuando tiene algunos aciertos en discos, lo que no es de extrañar, considerando lo muchísimo que ha grabado y las grandes orquestas que ha tenido siempre a mano. No obstante, el nivel general no es destacable. ¿Tanto vendió Levine en USA como para tener DG a este director de estrella principal durante varios años? Recordemos que Levine ha grabado todas las sinfonías Mozart, Brahms, Wagner, Mahler... y de haber seguido en activo habría grabado más.

El ciclo de Brahms con Viena no está mal (no conozco el de Chicago), con una orquesta en su salsa, pero en los comentarios de Fernando al ciclo anterior reconozco rasgos del vienés. Entre las buenas cosas de Levine en discos que recuerde... un disco Gershwin estupendo, un disco Bergn, Webern, Schoenberg que me gustó bastante, un disco de compositores americanos interesante (Carter, Cage...), La sinfonía con órgano de Saint-Saens que está francamente bien, un Mahler que no está nada mal (unas sinfonías mejor que otras, en RCA) y un Stravinsky (Oedipus) que está muy bien, aunque los hay mejores. En ópera tiene cosas que funcionan a veces como conjunto, con buenos cantantes (algún Wagner, un Barbero de Rossini creo recordar..., etc.), aunque no son versiones de referencia, o no recuerdo ninguna.

Para entenderle, hay que ver no lo que pretende ser, sino lo que es (o ha sido): un trabajador serio e incansable a la altura de la más exigente institución musical americana, y en ese sentido todo un fenómeno. La enfermedad y los accidentes han cortado toda posible evolución en el más cómodo terreno sinfónico, si es que se hubiera podido producir. Nunca lo sabremos con seguridad.



Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Bastante de acuerdo, Nemo.

Añadiría que la principal virtud de Levine como intérprete es su sentido del humor, lo que le hace triunfar, siempre para mi gusto, en obras como Barbero y Falstaff (el antiguo de Zefirelli, el nuevo no lo conozco). La Segunda Escuela de Viena también la hace con enorme solidez, como tú apuntas. Y el Saint-Saëns referido, por supuesto.

Saludos.

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