miércoles, 4 de febrero de 2009

Discografía de las sinfonías de Brahms (I): Furtwängler, el tormento y el éxtasis

brahms

Son sólo cuatro, pero las sinfonías de Brahms, compuestas todas ellas en plena madurez tras muchos años de experiencias en otros terrenos musicales, pueden considerarse como verdaderas obras maestras absolutas del género. La fascinación que me produce me ha llevado a escuchar una cierta cantidad de discos en los últimos años, siempre tomando notas tras cada una de las audiciones, así que he pensado recopilar este material en una serie, a la que ahora doy comienzo y que irá apareciendo en este blog poquito a poco, en la que repasaré las integrales que conozco.

Eso sí, voy a poner desde el principio las cartas sobre la mesa diciendo ya mismo que las grabaciones que más me gustan, con diferencia, son las de Carlo Maria Giulini con la Filarmónica de Viena, sin menoscabo de que otras aproximaciones aporten puntos de vista muy diferentes, complementarios y altamente enriquecedores, sobre estos cuatro monumentos. Es el caso, y vamos a realizar el repaso siguiendo un orden cronológico, del inolvidable Wilhelm Furtwängler, sobre cuyas señas de identidad interpretativas no hace falta insistir: tormento y éxtasis en estado puro.

En realidad el director berlinés nunca grabó una integral como tal, pero de las numerosísimas interpretaciones sueltas que nos legó el sello EMI recopiló algunas para editarlas a la manera de ciclo, aunque sin lograr mucha coherencia interna, entre otras cosas porque en las tres últimas sinfonías dirige a su Filarmónica de Berlín mientras que en la Primera lo hace a la Filarmónica de Viena. Son tantísimos los testimonios brahmsianos de este director que la selección realizada por el sello británico no incluye necesariamente “lo mejor de lo mejor”, pero desde luego es un buen testimonio de una manera muy particular de hacer Brahms. Eso sí, las tomas sonoras, todas ellas realizadas “en concierto”, dejan que desear.Brahms_Furt

La de la Primera Sinfonía, registrada en 1952 al igual que su modélico y justamente mítico registro con la Filarmónica de Berlín editado por Deutsche Grammopohn, es sin duda una interpretación magnífica en su línea dramática y doliente, pero no muy lírica ni reflexiva, sobresaliendo un primer movimiento en el que Furt, como era de esperar, juega de manera magistral con la flexibilidad de los tempi. La orquesta vienesa aporta belleza sonora que se adecua a una lectura que, para ser de quien es, no resulta especialmente personal, y en este sentido encuentro preferible la lectura un año anterior frente a la mucho menos buena Orquesta de la NDR (editada por Tahra), más intensa aún en los clímax, y aún más fogosa en el último movimiento, que resulta épico y brillante sin caer en la grandilocuencia ni en la retórica.

También de 1952 es la Segunda, una versión intensa y sincera, que se centra en los aspectos más dramáticos y viscerales de la partitura, pero que deja bastante de lado los más líricos y evocadores. Al primer movimiento, en este sentido, le falta bastante poesía, mientras que el último resulta impactante por su gran frenesí.

Nos vamos a 1949 con la Tercera, y aquí nos encontramos con el director aún angustiado por los terrores de la guerra y del hundimiento de Alemania: una interpretación furiosa y dramática, a veces siniestra, que es puro Furt en su juego de tensiones y distensiones. Siempre creativo, por momentos discutible, hay que reprocharle un tercer movimiento escasamente emotivo.

Un año anterior es la Cuarta, una lectura igualmente dramática e intensa, también muy sincera y profunda, aunque de nuevo poco evocadora o lírica. Lo más admirable es que, a pesar de que hay momentos realmente frenéticos, el maestro nunca pierde de vista la arquitectura global de la pieza. En cualquier caso conviene conocer el registro de 1943 con la misma orquesta berlinesa (también en Thara), una típica versión “Furt de guerra” más frenética y angustiosa aún que esta, pero por ello mismo con menor sentido del clasicismo y la meditación.

Las Variaciones Haydn incluidas en esta caja se las dirige a la Filarmónica de Viena en 1949. La verdad es que se trata de una versión sorprendentemente ortodoxa y no muy personal para tratarse de Furt, quien sólo luce gran creatividad en algunas variaciones concretas (en la cuarta, sobre todo); más sentida es quizá la versión de 1951 en el citado concierto con la NDR. Con todo, el nivel aquí es alto por la sinceridad expresiva y calidad de la orquesta vienesa. De la Trágica y la Académica no se conservan grabaciones a cargo del mítico director.

En conclusión: aunque sus muy particulares características hagan que esta edición diste de ser la más recomendable para acercarse por primera vez a las sinfonías brahmsianas, se trata de un ciclo imprescindible para profundizar en estas partituras y para admirar, aún más si cabe, la sinceridad y la creatividad sin límites de Wilhelm Furtwängler. ¿Descubro algo nuevo? Desde luego que no. Eso sí, si se quieren “las mejores” interpretaciones del mítico director, hay que completar esta edición de EMI con otras grabaciones sueltas tanto en sellos legales (DG y la citada Tahra) como en ediciones más o menos piratas. Que conste.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De las versiones sueltas destacan en el Furtwangler de Brahms la primera del 47 grabada en plena postguerra y aun humeando Viena para la EMI.La segunda del 48 con la Filarmonica de Londres para DECCA acaba de ser editada por Naxos acoplada a un intenso y lirico Adagio de la septima de Bruckner.Esta segunda es a mi gusto superior a la de EMI, es mas variada y presenta mayor interes.
Una segunda de 1945 poco antes de escapar de Viena se muestra placida y alejada del drama del fin de la guerra.
De la tercera son muy destacables tanto la grabacion DG con Berlín de 1952, como la de 1954 en París.
De la cuarta,da miedo la del 43....

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muchísimas gracias por la información. Procuraré pillar ese disco Naxos con la Segunda del 48 y, sobre todo, la Cuarta esa del 43. Uno no se cansa de escuchar a Furt.

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...