SALIERI: Les Danaïdes.
Caballé, Lafont, Bladin, Martin, Tuand, Trabucco. Coro de Ópera y Orquesta Sinfónicas de la RAI de Roma. Dir: Gianluiggi Gelmetti.
CDS 489/1-2
2 CDs. 112’14’’
ADD
Diverdi
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En abril de 1874 un Salieri de 30 años estrenaba con gran éxito (se alcanzaría la cifra de 127 representaciones) el primero de sus tres títulos para la Ópera de París. El encargo de Les Danaïdes había sido en un principio realizado a Gluck, y éste a su vez le había ofrecido el testigo al joven compositor italiano, por lo que no ha de extrañar que a lo largo de su variada y amena aunque no especialmente inspirada partitura se evidencien en primerísimo plano las señas de identidad de la trascendental reforma emprendida por el autor de Orfeo ed Euridice.
El presente registro procede de una función -suponemos que en concierto-, ofrecida en Perugia en septiembre de 1983, en la que las mediocres huestes de la RAI -verdaderamente penosa la orquesta- se ponían bajo la batuta en aquella ocasión intensa e idiomática de Gianluigi Gelmetti. Claro que la protagonista absoluta era una Montserrat Caballé ya madurita que, a despecho de ciertas insuficiencias por abajo y por arriba, amén de una dicción ininteligible, ofrecía una magistral lección de intensidad y sinceridad expresiva que desmontaba más de un tópico. Le dieron bien la réplica Christer Bladin y, sobre todo, el excelente Jean-Philippe Lafont.
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Artículo publicado en el número de octubre de 2005 de la revista Ritmo.
2 comentarios:
no se puede sinceramente ser expresiva cuando no se pronuncia, la expresion va íntimamente unida al texto. el texto objetiviza un sentimiento, lo perfila y define.
no son tópicos el decir que descuidaba la dicción y por eso mismo muchos de sus encarnaciones en vivo, caían muchos enteros. amen de un estado vocal preocupante en esta grabacion, donde aparecen los efectos de un repertorio inadecuado o- como se quiera- de capacidad para poder abarcar tanto repertorio sin menoscabo de su instrumento.
Maravillosa Montserrat Caballé en esta ópera; e incomprensible comprobar cómo aún quedan analfabetos musicales que se atreven a criticarla.
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