miércoles, 7 de enero de 2009

La finta giardiniera por Bolton y Dörrie

MOZART: La finta giardiniera.
Reinprecht, Graham-Hall, Ainsley, Gens, Kucerová.
Orquesta del Mozarteum de Salzburgo. Dir: Ivor Bolton.
DG, 073 4222
2 DVD.
161’ DDD
Universal
***


“First time on DVD”, reza la etiqueta de la carátula. ¡Mentira! Sí que es cierto en otros títulos de esta colección, pero en el caso de esta deliciosa ópera que es La finta giardiniera hay ya otras tres ediciones, todas ellas disponibles en España por un precio muy similar a esta de DG: la de Östman en Drottningholm, totalmente historicista en música y en escena, la de Harnoncourt en Zurich con instrumentos originales (TDK), comentada muy elogiosamente por José Sánchez Rodríguez en el número de diciembre, y la de Ópera de Stuttgart de 2004 dirigida por Zagrosek (Arthaus) que reseñé yo mismo sin especial entusiasmo el mes pasado (enlace).

Esta grabación salzburguesa de enero de 2006 comparte la protagonista de la última citada, una correcta pero algo agria y tirante Alexandra Reinprecht. Globalmente el resto del elenco es superior, sobresaliendo la elegancia y sensibilidad de John Mark Ainsley y la lujosa presencia de Véronique Gens, a la que por cierto no le cuesta esfuerzo alguno interpretar a la diva estúpida que en esta producción es Arminda. Adriana Kucerova hace una notable Serpetta, mientras que el resto es más normalito.

Como la de Zagrosek, la dirección de Bolton opta por criterios semi-historicistas al frente de una orquesta de instrumentos modernos, compartiendo las mismas virtudes e insuficiencias que aquél: teatralidad, frescura y sentido de los contrastes frente a un limitado vuelo lírico, cierta precipitación y alguna tosquedad. La única diferencia reseñable es que Bolton sí incluye la partitura en su integridad.

Lo que aquí se sale de madre es la escena. De Doris Dörrie ya conocíamos en DVD su primera incursión operística, un magnífico y muy original Così con Barenboim (en TDK, imprescindible). Luego vino el escándalo de su Rigoletto ambientado en el Planeta de los Simios en el que el bufón y su hija eran los únicos humanos en una corte de monos. Esta Finta Giardiniera es algo menos radical: huyendo del Contino Belfiore, la Marquesa Violante llega hasta un moderno supermercado de jardinería donde se camuflará entre lindas florecillas que danzan al compás de la música, numerosos artículos en rebajas, un jefe aficionado al acoso sexual y la mismísima planta carnívora gigante de La tienda de los horrores (¿se acuerdan?), que intentará merendarse a varios de los protagonistas.



A mí el resultado me gusta, y no sólo porque la idea está bien llevada a la práctica, sino porque esa idea en sí misma no choca con el espíritu de una obra a cuyo más que convencional libreto le sienta muy bien semejante sentido del humor. Todo lo contrario de lo que ocurre en el Ocaso de Alfred Kirchner en Bayreuth o el Don Carlos de Peter Konwitschny en Viena que ahora se ofrece en el Liceu, por poner dos célebres ejemplos en los que los gags de la escena atentan abiertamente contra lo que se escucha.
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Artículo publicado en el número de marzo de 2007 de la revista Ritmo.

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