Una de las últimas realizaciones de Wernicke fue este Falstaff, un trabajo que respira teatralidad por los cuatro costados (¡qué dirección de actores!), pero de concepto harto discutible: aquí Sir John es un ya maduro pero aún atractivo hombre de negocios de raza negra enfrentado a la hipocresía de la vulgar y grosera sociedad sureña (sic). Indudablemente en Verdi hay mucho de ácida crítica, pero el radical planteamiento del malogrado director acumula tal cantidad de incoherencias con lo que se escucha -música y libreto- que a la postre el conjunto no termina de funcionar.Dadas las demandas escénicas, no podemos culpar a Willard White de ofrecer un Falstaff en exceso sobrio y elegante, muy alejado de la riquísima caricatura de Shakespeare, pero sí de que su línea de canto resulte plana y ayuna de matices. El resto del elenco alcanza un buen nivel medio. Sobresalen la sensual Nanetta de Mia Persson y el divertido Bardolfo de Santiago Sánchez Jericó, y defrauda sobre todo -a pesar de su buena materia prima- el Ford del jovencísimo Marcus Jupither. Solvente la dirección de Enrique Mazzola, animada y vitalista aunque de trazo grueso; en todo caso, mejor así que como lo hace un Abbado.
Artículo publicado en el número de enero de 2003 de la revista Ritmo.
1 comentario:
Mmmm, de todos los comentados hasta ahora este es el primero que desconocía totalmente.
Te debo unas impresiones sobre Falstaff, que es una obra que me apasiona.
Pásalo bien en Valencia :D
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