domingo, 23 de noviembre de 2008

Giulio Cesare en Sevilla, una gozada

Me lo pasé de maravilla. En primerísimo lugar, por mi reencuentro con una música a la que estúpidamente tenía desde hacía demasiado tiempo olvidada, pese a que Giulio Cesare fue una de las primeras óperas que escuché completas en mi juventud; resulta increíble que una partitura de considerable longitud basada casi por completo en la yuxtaposición de arias da capo pueda mantener la atención del melómano durante tanto tiempo, tal es la belleza que derrochó Haendel en su escritura. Todas las arias, todas, son como mínimo muy hermosas, y hay unas cuantas que pueden ser consideradas como cimas absolutas del repertorio lírico barroco.


Pero es que, además, los resultados escénicos y musicales me parecieron, con sus más y sus menos, formidables. Fue una noche de gloria para la Orquesta Barroca de Sevilla. Beneficiada en el Maestranza por una acústica muy superior a la de las iglesias donde habitualmente toca, sonó la noche de ayer sábado con un empaste y una seguridad realmente admirables bajo la dirección de enorme solvencia técnica, irreprochable estilo y -en general- gran sensatez expresiva de Andreas Spering, director que ha sido un acierto pleno por parte del Maestranza. Muy bueno el bajo continuo y de matrícula de honor la trompa natural de Jorge Rentería.

Buen nivel medio entre las voces. Sin gustarme tantísimo como en la Calisto del Covent Garden de la que ya hablé por aquí (enlace), me pareció formidable Lawrence Zazzo para el rol titular, sobre todo cuando pudo lucirse con las medias voces y los reguladores. Y me encantó Elena de la Merced como Cleopatra; su registro agudo es duro y metálico, sí, pero eso no me parece suficiente para compartir el desprecio que por esta notable soprano sienten algunos aficionados.

Me pareció dignísima la Cornelia de Marina Rodríguez Cusí, por encima de un David Hansen bastante irregular como Tolomeo: su técnica deja que desear y el registro grave canta cosa mala. Flojita Lola Casariego como Sesto, aunque el único que realmente estuvo fuera de lugar fue José Julián Frontal, quien por lo demás hizo gala de su habitual desparpajo escénico y tuvo a bien enseñar el culo al respetable en el striptease que marca la propuesta escénica.

Y sí, el trabajo del malogrado Wernicke me encantó. Más que eso: me parece una de las mejores producciones escénicas que se han visto en el Maestranza desde su inauguración, y desde luego un modelo de como ser creativo, original y arriesgado sin traicionar a la música. Muy ágil el ritmo escénico, y de increíble belleza y acertado sentido dramático el rico trabajo de luminotecnia. Portentoso el bailarín que daba vida al ya célebre cocodrilo omnipresente esta producción que en su día estrenara el Liceu.


Había, eso sí, algunos elementos discutibles: no era necesario tener por ahí la cabeza de Pompeyo en los tres actos, por ejemplo, mientras que las amputaciones y añadidos de la partitura no estaban del todo justificados. Por otra parte, la escena estaba llena de irónicas sugerencias que -en su reflexión sobre asuntos tan dispares como el choque de culturas, la diplomacia internacional, la "globalización" de los mitos clásicos o la naturaleza del propio hecho teatral- enriquecían considerablemente la lectura de una página que en origen, no lo olvidemos, se apoya sobre arquetipos.

Gran, gran noche de ópera, y muy calurosa la acogida del respetable. Eso sí, fue muy triste observar las abundantes deserciones en el segundo intermedio, me parece que no explicables por lo avanzado de la hora ni por lo supuestamente atrevido de la producción escénica: se nota que hay personal al que el Haendel operístico les gusta casi tan poco como Busoni o Zemlinsky. Caiga sobre ellos la furia de Júpiter.

Ah, las fotos aquí incluidas son de Guillermo Mendo (c).
Más sobre esta fenomenal producción de Wernicke en el blog de Pisístrato, donde se comenta el DVD del Liceu (enlace).

PS. En el mismo blog se comenta la función del Maestranza (enlace).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por en enlace y la subsiguiente publicidad.

Como ya he escrito en el blog, opino aproximadamente lo mismo que tú. Una gran noche, en muchos sentidos.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues sí. Lástima que muchos no difrutaran como nosotros.

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...