Antes que nada: no estoy siguiendo el concierto de San Silvestre de la Filarmónica de Berlín. No me estimula el programa, menos aún con un maestro tan mediocre como Kirill Petrenko. Vamos a otra cosa.
En la entrada anterior comenté superficialmente el primero de los seis discos que Karajan dirigió con música de la dinastía Strauss poniéndose al frente de la Filarmónica de Berlín: el grabado para Deutsche Grammophon en 1969. Voy ahora por los dos siguientes.
Comienzo por el de abril de 1969 para el sello amarillo. Es lógica continuación del anterior, pero trae más música y está mejor grabado. En lo interpretativo la senda es la misma, solo que el nivel medio de los resultados es más alto.
Se abre con una inspiradísima recreación de los Cuentos de los bosques de Viena; flexible, sensual, de amplísimo vuelo lírico y ejemplar en el uso del rubato. La polca A la caza está muy bien diseccionada, pero no es la más electrizante posible. Imponente, masiva y, un tanto pesadota la Marcha Egipcia: aquí el maestro se suelta la melena. La Pizzicato Polca es una maravilla: ¡qué demostración de rubato vienés!
Muy notable la lectura de Bajo truenos y relámpagos, estupenda la de Periódicos matutinos. La Marcha persa sale mucho mejor bajo la batuta de Karajan que la egipcia: resulta más ágil y tiene más gracia. Soberbia la recreación de Sangre vienesa, fraseada con una fluidez muy especial. Pizpireta y pimpante en el buen sentido la recreación de Postillón de amor, muy en el espíritu vienés. Considerable nivel en esa maravilla que es Música de las esferas, aun dicha desde un prisma más rotundo que ensoñado. Formidable la polca ligera Leichtes Blut, sobresaliendo unas maderas picaronas y con mordiente. En definitiva, disco por completo recomendable.
El segundo disco es una grabación de diciembre de 1975 para EMI. Fue realizada en la Philharmonia berlinesa, y suena de maravilla en el nuevo reprocesado que Warner ha subido a las plataformas de streaming. El repertorio, curiosamente, es casi idéntico al del disco de 1966, así que lo que interesan son las posibles diferencias. Las hay: las interpretaciones son todavía más bellas, en general se encuentran más logradas, pero ahora se concede mayor espacio al preciosismo y aparecen algunos detalles amanerados que van más allá del necesario decadentismo: llegan a molestar.
En la obertura de El murciélago el maestro salzburgués corrige las precipitaciones de su registro anterior, pero en la sección lenta anterior al vals el amaneramiento se convierte en protagonista. Algo rebuscadilla, dentro de un alto nivel, la Annen-Polka. Más fluida y flexible que la de DG la lectura de El bello Danubio azul, pero se nota demasiado el deseo de recrearse en la pura belleza sonora. Sí, aquí también sobra algún detalle.
Estupenda una vez más la Trish-Trash Polka. La obertura de El Barón Gitano vuelve a ser marca de la casa, pese a esos tics puntuales que en este disco parecen inevitables. La introducción del Vals del Emperador resulta algo pesadota, y el vals parece más amplio de la cuenta: Karajan vuelve a gustarse demasiado a sí mismo, aunque el oyente no podrá resistirse ante semejante despliegue de perfección, belleza sonora y estilo.
Warner ha completado el streaming con una magnífica versión de la obertura de Las alegres comadres e Windsor, pero no estoy nada seguro de que fuera grabada con todo lo anterior. Quizá sea la grabación de principios de los sesenta, no lo sé.


1 comentario:
Petrenko tenía algún compromiso esta tarde y quería acabar el concierto a toda prisa. La obertura de Carmen ha sido de no creer. Olvidable en general.
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