lunes, 15 de diciembre de 2025

El carnaval romano, de Berlioz: discografía comparada

Ya conocen la historia: Héctor Berlioz fracasó con su ópera Benvenuto Cellini, allá por 1838, pero más tarde conocerá un gran éxito transformando el preludio del acto segundo en una pieza de concierto independiente bajo el nombre de El carnaval romano. Suele acertar la mayoría de los directores en la segunda mitad de la página, la festiva propiamente dicha. Son los cuatro minutos iniciales los que suelen causar problemas. Toda esa sección, que incluye una bellísima melodía que enunciada por el corno inglés que se encuentra directamente emparentada con su temprana cantata La muerte de Cleopatra, necesita una mezcla muy especial de sensualidad, melancolía y amargor nada fácil de destilar. Además, hay que frasear con una morbidez elegante y un poquito distanciada que deje claro que esta música perteece al repertorio francés, no al centroeuropeo.

Aquí van algunos comentarios discográficos como sugerencias para aproximarse a la obra. Hay muchísimas grabaciones, así que la muestra dista de la exhaustividad. Una vez más, rogamos al lector no se tome demasiado en serio eso de las puntuaciones del uno al diez: lo mejor es que escoja por sí mismo en alguna plataforma de streaming y luego contraste las opiniones aquí vertidas con las suyas propias.


1. De Sabata/Filarmónica de Londres (Decca, 1946). Soberbia realización del maestro italiano, quien no solo demuestra una formidable técnica a la hora de trazar tensiones, equilibrar planos y clarificar texturas –prodigioso tratamiento de las maderas–, sino que consigue también una tremenda dosis de efervescencia bien controlada y hasta inyecta particular emotividad a la primera parte: ¡qué clímax más punzante justo antes de la transición a la mitad festiva! (9)

 

2. Toscanini/Sinfónica de la NBC (RCA, 1953). De Sabata era un enorme artista, pero toda la fama se la llevó de manera injusta Arturo Toscanini. En esta página, tal y como era de esperar, el de Parma ofrece una lectura precipitada y prosaica en la parte lírica que se vuelve electrizante y algo ruidosa en la segunda mitad. Gustará a quienes entiendan esta página como eminentemete festiva. (6)


3. Munch/Sinfónica de Boston (RCA, 1958). Las oberturas de este disco registrado en Boston ofrecen parecidas características: un enfoque bullicioso y efervescente, lleno de agilidad bien entendida sin perder de vista la depuración sonora, pero lastrado por cierta falta de concentración, de sensualidad y de vuelo poético. En la presente obra, esto significa que la introducción se desarrolla más rápida de la cuenta y carente de atmósfera corno inglés no muy allá, mientras que la segunda atrapa por completo por su chispa, agilidad y alegría, siempre ajenas a la vulgaridad y el efectismo. Muy buen sonido para la época en SACD. (8)


4. Karajan/Orquesta Philharmonia (EMI, 1958). Una fría perfección es lo que caracterizaba las recreaciones de Karajan durante la etapa Philharmonia, y eso justo es lo que ocurre aquí. El maestro va sin prisas, permitiendo que la música respire, paladeando las melodías y consiguiendo –ya en la segunda parte– una exquisita exposición de todos y cada uno de los recovecos sonoros de la prodigiosa escritura sinfónica de Berlioz, aprovechando a fondo el increíble virtuosismo de la orquesta sin necesidad de recrearse en él, pero todo suena en exceso estudiado, falto de la espontaneidad y frescura que esta música demanda. Sonido ya estereofónico más que aceptable en el streaming de alta resolución. (8)


5. Szell/Orquesta de Cleveland (CBS, 1958). La excelente toma estereofónica permite disfrutar a tope del virtuosismo increíble de orquesta y batuta en esta recreación soberbiamente planificada, expuesta con nervio y efervescencia bajo el más férreo control. Sobresale en ella una segunda parte vistosa en el mejor de los sentidos en la que el juego de las maderas norteamericanas es un verdadero espectáculo. ¿El problema? Justo el que era de esperar: el temperamento adusto de Szell no es el más adecuado para permitir que la delectación melódica, la efusividad y la melancolía de la sección lenta levanten el vuelo poético. (8)


6. Bernstein/Filarmónica de Nueva York (CBS, 1959). He aquí el típico Bernstein de finales de los cincuenta, una vistosísima mezcla de brillantez, espontaneidad, frescura en la que el fuego conduce al descontrol, se desaprovechan las posibilidades líricas de la música y la depuración sonora brilla por su ausencia. La toma es estereofónica, pero necesita un nuevo reprocesado. (6)


7. Monteux/Sinfónica de Chicago (DVD Vai, 1961). Sólida y bien trazada interpretación que debería ser más sensual y voluptuosa en la primera parte, algo desvaída. Por fortuna, alcanza suficiente brillantez en la segunda. Lástima de la reducida gama dinámica de la toma. (6)


8. Szell/Sinfónica de Chicago (DVD Vai, 1961). Szell, una vez más, hace gala de su objetividad y de su alejamiento de todo lo que sea vulgaridad o amaneramiento en esta tensa y magníficamente trazada interpretación a la que le falta paladear con más tranquilidad y mayor poesía toda la primer parte. (8)


9. Ansermet/Orquesta de la Suisse Romande (Decca, 1964). Muy notable lectura, equilibrada entre lo apolíneo y lo dionisíaco, cálida y natural, a la que se le puede reprochar una sensualidad algo decadente en la sección lenta. Muy bien la orquesta, aunque se podría pedir mayor virtuosismo. (8)


10. Colin Davis/Sinfónica de Londres (Philips, 1965). Una interpretación maravillosa en la que el aun joven maestro, ayudado por una orquesta de admirable virtuosismo, logra aunar cantabilidad y sensualidad por un lado con agilidad efervescencia y brillantez por otro. En cualquier caso, su enfoque es en gran medida refinado, proponiendo un carnaval antes elegante que popular –la primera parte de la segunda mitad está dicha con apreciable levedad sonora, sin que ello signifique blandura–, pero en cualquier plasmado mucha chispa y convicción. La remasterización de la serie Eloquence ofrece mucha información en los canales traseros si se escucha en Dolby Surround. (9)


11. Barbirolli/Orquesta Hallé (Warner, 1966). El maestro acierta sobre todo en la parte festiva, expuesta con brillantez y electricidad irresistibles sin que se resientan la claridad ni la naturalidad en el trazo. La introducción, sin embargo, no está del todo aprovechada, y se ve lastrada por un corno inglés no muy allá. Buen sonido en alta resolución, de agudos algo estridentes. (8)


12. Boulez/Filarmónica de Nueva York (CBS, 1972). La formación neoyorquina sigue sin ser ninguna maravilla, pero el maestro francés la trata con muchísima más pulcritud que Bernstein: el fraseo posee mayor concentración, la arquitectura se encuentra más cuidada, el equilibrio entre lirismo y brillantez está más conseguido. A la postre, lo que nos encontramos es una sensata y ortodoxa recreación, bien trazada y dotada de la suficiente electricidad, que solo pierde por las insuficiencias habituales de Boulez a la hora de destilar una sensualidad aquí imprescindible. (8)


13. Frémaux/Sinfónica de Birmingham (EMI, 1974?). El comienzo de la introducción es algo apresurado y no muy sensual, mejorando luego y ofreciendo frases de enorme sensualidad y vuelo lírico. La parte dinámica sería espléndida de no ser por algunos excesos de la percusión. (8)


14. Stokoswki/National Philharmonic (Pye, 1974). A sus noventa y cuatro añitos de nada, el maestro ofrece una interpretación festiva a tope, vistosa a más no poder, pero también considerablemente tosca, bullanguera en el peor de los sentidos, mal planificada –a ratos la cuerda queda sepultada– y perturbada por unos metales sobreactuados y un punto hortera. Grabación cuadrafónica espectacular antes que natural realizada en la West Ham Central Mission. (6)


15. Previn/Sinfónica de Londres (EMI, 1974). Interpretación muy bien sonada y mejor trazada, irreprochable en el idioma, que acierta plenamente en el punto de vivacidad, chispa y ligereza que esta música necesita en su segunda parte, pero bastante menos en toda la primera, dicha con algo de prisa y sin la sensualidad y la voluptuosidad necesarias. (8)


16. Maazel/Orquesta de Cleveland (Decca, 1976). Salvando alguna frase –las violas, en la primera sección– innecesariamente acentuada, se trata de una muy ortodoxa, sensata e inspirada interpretación en la que arquitectura, sentido del color, cantabilidad y brillantez sin exhibicionismos son admirables, convenciendo tanto en la delectación lírica de la primera parte como en el carácter festivo y popular –no hay aquí refinamientos a lo Colin Davis– de la segunda. (9)


17. Barenboim/Orquesta de París (DG, 1980). Ejerciendo de sí mismo, el de Buenos Aires ofrece una visión poderosa y poco francesa. Por eso mismo no resulta muy sensual y sí bastante intensa. Admirable comprobar cómo, pese al músculo sinfónico desplegado, las texturas se encuentran bastante bien desmenuzadas. Lástima que la toma se queda algo corta. (9)


18. Maazel/Filarmónica de Berlín (DG, 1984). Grabación en vivo algo fría, falta de cuerpo incluso, para una interpretación desconcertante: aun siempre pulcro y sin sacer los pies del plato, Maazel se muestra extrañamente aséptico en toda la primera mitad de la obra mucho más rápida que en Cleveland–, para luego ofrecer una irreprochable sección festiva en la que, sin ser precisamente el colmo del arrebato, alcanza un perfecto equilibrio entre brillantez, excelencia en la exposición y buen gusto. (8)


19. Celibidache/Filarmónica de Múnich (EMI, 1988). Ningún director se ha acercado, ni de lejos, a lo que el rumano hace con la sección lenta de la página. Nunca ha sonado tan increíblemente bella, tan sensual ni tan rica en acentos. Nunca se había percibido de manera tan reveladoramente melancólica la melodía del corno inglés. La parte festiva se encuentra planificada en sus tensiones de manera modélica para que la conclusión suene con la suficiente fuerza, pero hay que reconocer que la electricidad no termina de recorrer los pentagramas: el carnaval resulta menos dionisíaco y más otoñal de la cuenta. (9)


20. Levine/Filarmónica de Berlín (DG, 1991). La introducción es un tanto prosaica. El resto, un prodigio de brillantez, agilidad y electricidad, pero también de aparatosidad y hasta de mal gusto. Menos mal que está la orquesta salvando los muebles. (7)


21. Jansons/Orquesta del Concertgebouw (EMI, 1991). Quién lo diría, habida cuenta de la cantidad de interpretaciones excesivamente impersonales que nos ha ofrecido el maestro letón. Lo cierto es que aquí Jansons da la de cal y llega a ofrecernos la mejor de todas las interpretaciones de corte festivo, tan llena de entusiasmo como bien controlada, muy depurada en el trazo e interesantísima al plantear la primera mitad de manera carnal y expectante. (9)


22. Bychkov/Orquesta de París (Philips, 1993). El aún joven e inmaduro Bychkov opta por una introducción altamente ensoñada, más que sensual, escorándose en exceso hacia la dulzura. El resto está bien, pero podría haber más atención a la claridad. Tampoco es que la orquesta sea muy allá: los violines no parecen de primera. (7)


23. Mehta/Filarmónica de Londres (Teldec, 1993). Aunque la primera parte está irreprochablemente dicha, con una carnalidad muy adecuada, queda claro que es el bullicio de la segunda lo que más interesa a un Mehta festivo y vistoso a más no poder, seguramente demasiado: sobra un poquito de escándalo y se echa de menos un trabajo más minucioso con la orquesta. (8)


24. Dutoit/Sinfónica de Montreal (Decca, 1995). Gran experto en Berlioz, el maestro suizo ofrece una recreación de perfecto estilo y muy buena planta, equilibrada en el mejor de los sentidos, a la que le falta –suele ocurrir con Dutoit– ese grado de implicación expresiva que separa lo muy notable de lo excepcional. La grabación sí que se merece este último calificativo. (8)


25. Colin Davis/Staatskapelle de Dresde (RCA, 1997). Tenía que ser Sir Colin, el mayor intérprete de Berlioz en los últimos cien años, quien ofreciera la versión de referencia. Bueno, en realidad ya en 1965 se había quedado cerca, pero ahora añade algunas frases mágicas en la primera mitad (¡que tratamiento de la cuerda sajona!) y redondea una lectura que, eso sí, sigue siendo mayormente apolínea. (10)

 

26. Abbado/Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 1998). En la nochevieja de 1998 Abbado ofrece una interpretación extremadamente irregular, con una primera parte dicha de prisa y corriendo, superficial y falta de emoción pese al bello canto del corno inglés, y una segunda trepidante pero magníficamente controlada, dicha con refinamiento, claridad y virtuosismo extremos, que se encuentra posiblemente insuperada en lo que a carácter bullicioso, chispa y sabor festivo puramente italiano se refiere. Toma con compresión dinámica. (8)

 

27. Rattle/Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 2005). Abriendo el concierto del Waldbühne de ese año, el británico nos regala una interpretación ortodoxa y sensata, dicha con pinceles finos, exquisito justo y esa chispa juvenil que caracteriza a Sir Simon. Dicho esto, ni la primera parte logra destapar el tarro de las esencias poéticas ni la segunda termina de ser todo lo bulliciosa que debería. (8)


28. Van Immerseel/Anima Eterna (Zigzag, 2008). Llegaron los instrumentos originales y las pretensiones de autenticidad. La primera mitad de la página, expuesta con colorido muy historicista, se encuentra dirigida con frivolidad y sin ensoñación. En la segunda Van Immerseel procura no atropellarse y lleva las riendas bien firmes, pero le pierde el desequilibrio instrumental a favor de los metales y la percusión. (7)


29. Eschenbach/Filarmónica de Viena (Blu-ray Sony, 2014). Aunque el binomio Eschenbach-Viena garantiza calidad, lo cierto es que esta interpretación no es tan buena como podía haber sido. El arranque no tiene suficiente electricidad y la sección lírica carece de sensualidad suficiente; ni siquiera el corno inglés frasea con la musicalidad esperable. La sección rápida sí que posee considerable electricidad, si bien el trazo podría ser más refinado. Tampoco es que podamos pedir mucho más de un concierto al aire libre en el que el sonido de la amplificación es audible en la propia toma. (8)


30. Jansons/Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 2016). Gran giro a peor con respecto a su grabación en Ámsterdam. En la sección lenta Jansons opta por la sensualidad, lo que para él parece significar suavidad expresiva e incluso blandura –en exceso tímido y ensoñado el corno inglés–, para a continuación poner el piloto automático y limitarse a confiar en la enorme calidad de la orquesta. Esta vez chispa, brillo y arrebato carnavalero brillan por su ausencia. (7)

 

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