sábado, 25 de enero de 2025

Harding con la Filarmónica de Berlín: sensacional Schönberg, Holst de referencia

Comenzó su tempranísima carrera siendo un enfant terrible de la “tercera vía”: ya saben, Mozart, Beethoven y Brahms a la manera historicista, pero con instrumento modernos. Luego se transformó en un director más o menos convencional que solo en los repertorios “raros” llegaba a brillar, mostrándose por lo general poco interesante. Y ahora, a tenor de las últimas cosas que se le han ido escuchando, es un grandísimo músico. Lo ha vuelto a demostrar esta tarde en el concierto que se le ha podido escuchar en director a través de la plataforma Digital Concert Hall.

Se abría el programa con Komarov's Fall de Brett Dean, una de esas obras que Sir Simon Rattle había encargado para complementar su registro de Los planetas para EMI con esta misma orquesta. No recordaba nada de ella. Me ha gustado, sin más: hermoso trabajo de texturas.

Interés infinitamente mayor tienen las Cinco piezas para orquesta de Arnold Schönberg. Justo antes del concierto repasé la de Barenboim con la Sinfónica de Chicago y la de Rattle con la propia Berliner Philharmoniker en los Proms. Situándose en el extremo opuesto a este último, el ya no tan joven maestro británico parece avanzar en el sendero que había abierto el de Buenos Aires años atrás. Las tensiones ya no están a flor de piel, sino que circulan subterráneas. El colorido no es solo incisivo: también puede ser acariciador. Las atmósferas -tempi muy lentos- se encuentran cargadas de misterio, el fraseo respira con pleno sentido orgánico y hasta se percibe un vuelo melódico que con la mayoría de los directores no llega a intuirse. Sí, Harding va aún más lejos que Barenboim, aunque no alcanza el grado de inspiración ni de temperatura expresiva que este. En cualquier caso, y toda vez que el trabajo con la fabulosa orquesta es sensacional, no dudo en calificar esta recreación como imprescindible para quien quiera acercarse a esta música.

En la segunda parte, The Planets. Olvidándose por completo de los tempi disparatados de la grabación del propio Gustav Holst -para velocidades supersónicas ya tiene su trabajo como piloto de Air France-, nuestro artista ofrece una recreación a todas luces excepcional que recuerda a la de tres años atrás en Múnich. Marte lento, denso y opresivo, mucho antes que marcial. Concentración y refinamiento tímbrico en Venus, sin espacio para ligerezas. Tampoco lo hay en Mercurio, pese a estar dicho con el obligatorio carácter alado. Alegría sin aparatosidades en Júpiter, cuyo tema “elgariano” quizá jamás se haya escuchado al mismo tiempo tan hermoso y conmovedor. Tampoco lo han hecho las frases poéticas de la cuerda en un Saturno particularmente oscuro, ya que no tan angustioso como en otras ocasiones. Irreprochable Urano, que sabe evitar lo equivocadamente lúdico aun sin alcanzar, ni de lejos, la genialidad de la reinterpretación macabra de Bernard Herrmann. Para terminar, más sensualidad (¡incluso emotividad!) en Neptuno que misticismo propiamente dicho.

Ah, pocos rostros habituales en la orquesta, y monumental gazapo del fagot en Saturno: esperemos que lo corrijan cuando cuelguen en la plataforma la edición definitiva.

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