Mientras me desayuno el mollete con mermelada leo a Gonzalo Alonso, en su reseña del concierto de Gatti con la Filarmónica de Viena en Madrid (aquí), que Apollon musagète de Stravinsky es un aburrimiento. Pues sí, oiga. Y de los grandes. Pero también que la Sinfonía nº 10 de Shostakovich "no está entre sus más conocidas". ¡Arrea! ¡Si la grabó hasta Karajan, hombre! De hecho, su último registro es todavía hoy la versión de referencia. Y ya saben que, según se dice, hizo llorar al compositor cuando hizo la obra en Moscú con su Filarmónica de Berlín.
En realidad, la sinfonía más conocida es la Nº 5. Inmediatamente después vendrían la Leningrado y esta Nº 10. Luego el resto. ¿Mis preferidas? Ninguna de ellas: me quedo con Cuarta, Octava y Décimoquinta. En cualquier caso, decir que la Décima no está entre las populares es no tener no pajolera idea del mundillo del repertorio sinfónico. Este hombre no debería haber salido del de los divos de ópera, que es lo suyo.
6 comentarios:
Creo que en su momento si tuvo mas éxito, de hecho las grabaron sueltas Karajan (2 veces), Ancerl ( para DGG), pero actualmente se programa y graba poco. Mis favoritas son la quinta (tremenda burla al regimen sovietico), la septima ( por su atronador primer movimiento), la octava ( por la decibelia desmedida y sus guiños a Mahler) y la decimoquinta (una suerte de broma musical)
Yo leí ayer la crítica y me quedé ojiplático.
Yo creo que aquí hay dos aspectos diferentes que hay que contemplar:
Por una parte, el principal punto que plantea Gonzalo Alonso en su crítica es que no parece que el programa de este concierto se avenga especialmente bien a las características o el hábitat natural de la Filarmónica de Viena; es algo en cierto sentido parecido a lo que ocurrió con su actuación en el Festival de Granada. Sí, la sección de cuerdas de la Filarmónica de Viena es fenomenal, pero Stravinsky no es su compositor de cabecera. Y otro tanto podría decirse de Shostakovich: sus sinfonías, (y mucho más precisamente esta Décima), sirven para lucir orquestas, pero si buscamos a un compositor similar que sirva para lo mismo ahí está Mahler o Strauss, sobre todo este último mucho más cercano a su tradición sonora. Hasta ahí, un argumento discutible, pero perfectamente defendible desde un punto de vista personal.
Ahora bien: afirmar que la Décima Sinfonía de Shostakovich es “poco conocida”… Es que objetivamente no es cierto. Es como cuando Norman Lebrecht dice que hoy se programa menos Sibelius que antes. ¡Pues no sé, pero hay últimamente muchos directores interesados en grabar sinfonías de Sibelius que hace unos años! A eso se le llama confundir los deseos con la realidad, me temo.
A ver, ahí hay un asunto interesante.
Personalmente identifico el "sonido Viena" con Mozart, Brahms, Bruckner, Strauss y Berg, aunque también con un Beethoven y un Tchaikovsky, pongamos por caso.
El programa que trajo Viotti a mí me convenció. Capricho español no estaba ahí para rendir homenaje al país, sino porque permite lucir a los primeros atriles en sus solos, y ese lucimiento es lo que venía buscando la orquesta. Rachmaninov tenía morbo precisamente por lo poco que la orquesta lo ha hecho, aunque este compositor es más para la sonoridad de Berlín, Concertgebouw o -lógicamente- Philadelphia, además de todas orquesta rusas. En cuanto a Dvorák, no creo que haya mucha discusión: los Böhm, Maazel, Kondrashin o Karajan lo hicieron en su momento, y como gran repertorio que son sus sinfonías ya forma parte del adn de los Wiener. No sé por qué alguna gente se cabreó por que trajesen la maravillosa Séptima del compositor bohemio.
El Apolo de Stravinsky es un monumental ladrillo, pero entiendo que es una página que exige una belleza apolínea (¡nunca mejor dicho!) muy especial, y ahí Viena tiene mucho que decir. Otra cosa es Shostakovich: pues sí, quizá hubiera sido más grato escucharle a esta formación una sinfonía de Brahms, pongamos por caso. Dicho esto, a mí lo que realmente me sobra en este programa que se han traído ahora no es ni más ni menos que Daniele Gatti, un rollo de director.
Vicente, a mí la 15 de Shsoatkovich me parece muy poco "bromista". Yo diría más bien que es nihilista, y que el sentido del humor, aunque fuera negro, ya se le había acabado al compositor cuando escribió esa página.
Sí, del programa que presentó la Filarmónica de Viena en Granada lo que más entroncaba con su tradición era precisamente la Séptima Sinfonía de Dvorák. Mis críticas relativas a aquel programa estaban más relacionadas con los autores de la primera parte. Claro que tenía su morbo escuchar La isla de los muertos de Rachmaninov con esa orquesta, pero admitamos que Rachmaninov no es un repertorio donde la agrupación haya destacado hasta ahora… Respecto a la Séptima Sinfonía de Dvorák, estoy muy cerca de la opinión de músicos como Iván Fischer o Jakub Hrusa, que entienden que Dvorák, Smetana, etc., forman parte de un paisaje sonoro centroeuropeo donde también están Brahms y Mahler. No olvidemos la extensión geográfica del Imperio Austrohúngaro en aquel período previo a 1914…
Y en efecto, la Sinfonía número 15 de Shostakovich es humorística sólo hasta un grado muy determinado: básicamente, lo que duran las citas de la obertura de Guillermo Tell. Por lo demás me parece una obra hermética, especialmente desesperada y cerrada en sí misma. Y precisamente entiendo que por eso no ha alcanzado el favor del público. Hace un par de temporadas la hizo la Orquesta de Euskadi con su titular, Robert Treviño, en Pamplona y para buena parte del público pasó completamente desapercibida.
Los oí ayer en el Palau. Bien, hasta muy bien. Pero este año será dificil que ninguna interpretación supere lo que viví con los Berliners y su Die Jakobsleiter de Schonberg. Como soy una aficionada "distraida" las obras de ayer no las conocia porque el Stravisky se programa poco y de Schostakovich he huido por años porque se me hacia bola. Lo bueno de ayer es que dejaré esa actitud elusiva. De entrada el domingo voy a Liceo a por la Lady Macbeth de Mtsensk, ahí estamos.
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