martes, 27 de agosto de 2024

Mäkelä se estrella contra el Réquiem de Mozart

Concierto de la Orquesta del Concertgebouw bajo la dirección de Klaus Mäkelä celebrado en Ámsterdam en noviembre de 2022. Se encuentra disponible, con excelente calidad de imagen, en Medici TV. El programa contiene dos obras particularmente excelsas: Sinfonía nº 4 de Jean Sibelius y Réquiem de Mozart, este último en la tradicional versión de Süssmayr. El maestro se desenvuelve francamente bien con la primera y se estrella contra la segunda.

La Cuarta de Sibelius se encuentra en la línea a la que tenía grabada con la Filarmónica de Oslo para Decca: ni romántica ni expresionista. La visión del joven director finlandés resulta ante todo esencial. Música pura y despojada, expuesta con extraordinaria depuración sonora y una belleza infinita. No es la opción que más me gusta, pero es una posibilidad sensata, plausible y apta para todos los públicos. Eso sí, llama la atención un Finale bastante animado en el que parece apreciarse una frescura juvenil, incluso un cierto júbilo optimista, que no parece sintonizar de manera coherente con lo propuesto en los movimientos anteriores.

Lo del Réquiem es mucho más discutible. En una orquesta cuyo Mozart ha desarrollado una importante tradición harnoncourtiana podía esperarse una interpretación “de tercera vía”. Es así solo en parte. La plantilla instrumental y coral es reducida. Los cuatro solistas vocales se sitúan delante del coro. Los tempi son rapidísimos. La articulación es ágil, pero no incisiva ni agresiva. El vibrato se encuentra muy moderado, si bien los ataques son ajenos a la praxis “históricamente informada” y el equilibrio entre cuerda y viento es el tradicional. El timbalero hace uso de baquetas dura, sin que sus intervenciones tengan especial énfasis. No se buscan grandes claroscuros ni agresividades. No, esto no es la "tercera vía" que todos tenemos en mente.

Tampoco se trata, en modo alguno, de una interpretación distendida, complaciente ni narcisista. ¿Entonces? Pues mucho tempo que es sencillamente fría. Como un témpano de hielo. Sí, Mäkelä sabe sacar partido del excelente Coro de Cámara de los Países Bajos y obtiene de él interesantes reguladores. Asimismo, trata con enorme limpieza a la formidable cuerda del Concertgebouw y deja que sus maderas canten las melodías sin excesivo apremio, pero la cosa no funciona. Todo transcurre de manera insulsa merced a un fraseo rígido, plano y parco en acentos, salvando no precisamente para mejorar las cosas un Kyrie tan rápido que se acerca a lo convulso y un Domine Jesu que tiende a lo frivolón.

¿Valoración global del uno al diez? Un seis para el maestro, que sube hasta un siete por el rendimiento de orquesta y coro y por un buen cuarteto moderado en vibraciones: notables Sabine Devieilhe, Sasha Cooke y, sobre todo, Julian Prégardien. Benjamin Appl se queda algo corto. 

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