lunes, 5 de agosto de 2024

El (magnífico) disco Saint-Saëns de Lang Lang

Bueno, en realidad es un 60% Camille Saint-Säens, un 4o% otros compositores (¡y compositoras!) del país vecino. El protagonista absoluto es, en cualquier caso, el pianista chino Lang Lang, a tenor de la presentación de este doble compacto preparada por los diseñadores de Deutsche Grammophon. Yo lo compré en el lugar donde se grabaron el primero de ellos y dos de las piezas del segundo, la Gewandhaus de Leipzig: en la tienda vendían varios ejemplares firmados por él, al igual que tenían cosas firmadas por gente como Andris Nelsons o Anne-Sophie Mutter. Vamos al contenido.

He escuchado esta interpretación del Concierto para piano nº 2 de dos veces, una en audio y otra en vídeo. Este último es el que se corresponde al concierto “casi todo Bach” de Andris Nelsons y la Orquesta de la Gewandhaus disponible en la plataforma Stage + que comenté en la entrada anterior. Entre medias, he querido volver a la filmación de Arthur Rubinstein –ochenta y ocho añitos– y André Previn de 1975. La comparación ha resultado muy triste, porque el joven chino supera con creces –en esto– al enorme pianista polaco.

Para empezar, Lang Lang –acusado ya hace tiempo de estar acabado por el mismo listillo que llamó “momias” a Barenboim, Domingo y Pollini– toca divinamente, cosa que no consiste solo en alcanzar enormes velocidades –que lo consigue– sin perder claridad entre las notas, sino también en la capacidad para modelar el sonido en dinámicas y colores, en planificar transiciones, en construir los grandes picos de tensión, en descender luego a las más exquisitas filigranas… Nuestro artista lo hace de maravilla, pero además inyecta grandes dosis de pasión, de comunicatividad, de frescura y, sobre todo, de variedad expresiva, desde la rebeldía más intensa hasta el humor suave y distendido, pasando por las deliciosas referencias chopinianas del primer movimiento, así hasta llegar a un Presto conclusivo de efervescencia irrefrenable. No es que Rubinstein –que está fenomenal de dedos para su edad– no atienda estos componentes. Sí que lo hace, pero equilibrándolos dentro de ese carácter apolíneo, de esa “elegancia viril” que caracterizaba su arte. Lang Lang, por el contrario, intensifica cada uno de los ingredientes y busca los mayores contrastes, al tiempo que aporta una riquísima gama de matices expresivos. Andris Nelsons, como Previn, hace mucho más que acompañar: construye, clarifica y derrocha emoción bajo el más estricto control. Luego he querido escuchar la grabación de Jean-Philippe Collard con el propio Previn y Royal Philharmonic (EMI, 1985): a todas luces magnífica, particularmente por lo que hace el director, pero esta de Lang Lang y Nelsons es aún más interesante.

Para El carnaval de los animales se une al equipo la señora esposa de Lang Lang, Gina Alice. De nuevo he podido disfrutar dos ediciones, el audio del CD y la filmación de la grabación en Stage +, muy llamativa por la circunstancia de que Lang Lang se pasa todo el tiempo dirigiendo en lo técnico y en lo expresivo a su esposa. ¿Realmente hacía falta? Lo cierto es que aquí ocurre un poco como en los conciertos de Chopin que grabó Nelson, ya saben, aquellos en los que la estrella era Barenboim, pero quien más nos llenó de asombro –por la sorpresa– fue el maestro letón. No es que Lang Lang y Gina Alice no estén a la altura, en absoluto: su fraseo sumamente elástico, su toque delicadísimo y depurado, su increíble sensibilidad para el matiz y su idioma netamente francés resultan admirables. Lo que ocurre es que no lo es menos la manera en la que el maestro, ahora bastante más entrado en carnes que en el citado Chopin, consigue moverse entre la fiereza, el sentido del humor –antes elegante que burlesco– y la más exquisita poesía, aportando imaginación y compromiso al tiempo que obtiene un admirable rendimiento de su selecto grupo de solistas de la orquesta sajona. El clarinete merece mención especial; excelente el contrabajo, aunque le falte un poco de gracia, y muy bien –solo eso– el violonchelo.

Vamos al otro disco. La Pavana para una infanta difunta de Ravel conoce una interpretación que ni es particularmente lenta ni se queda en lo ensoñado; antes al contrario, es valiente en los acentos e incluso –minuto cinco– quiere resultar lacerante. La misma idea de no quedarse en la delectación melódica y ofrecer contrastes se repite en la Petite suite de Debussy, soberbiamente interpretada en compañía de Gina Alice.

Otra vez en solitario, Lan Lang destapa el tarro de las esencias poéticas en una transcripción del In paradisum del Requiem de Fauré. No menor belleza destila el chino en el arreglo del dúo de las flores de Lakmé de Delibes, dicho con una variedad en la pulsación asombrosa. Cambiando de tercio, la Toccata d'après le cinquième concerto de Saint-Saëns le permite realizar una exhibición de virtuosismo, efervescencia y brillantez arrolladora. La Pavana de Fauré se encuentra acentuada con inteligencia, pero no termina de convencer.

Llega el turno de las señoras con Louise Farrenc y su Étude nº 10, una mezcla de elegancia, nostalgia y pasión que recuerda un tanto a Chopin. Lang Lang la defiende al máximo nivel posible, justo como hace con la Romance sans parfole nº 4 de Charlotte Sohy: efectivamente, debe un tanto a Mendelssohn por su combinación entre ligereza y turbulencia.  A Germanie Tailleferre corresponde el Vals lente, cuya sonoridad mullida es recreada de manera magistral por un pianista que, dispuesto a que esto parezca música de primerísima fila, hace gala de un genial domino de la agógica, particularmente del rubato.

Escuchando La loute petite s'endort de las 14 scènes enfantines pour piano de Mélanie Bonis resulta imposible no traer a la mente el cuadro La cuna, de Berta Morisot. Sigue el impresionismo con la deliciosa y breve página D'un jardin clair, de Lili Boulanger. Poniendo fin al doble CD, una bellísima recreación del matrimonio Lang Lang/Gina Alice de un arreglo a cuatro manos de El cisne de Saint-Säens.

Muy en resumen: Lang Lang tiene algunos discos decepcionantes, incluso malos, pero este es sensacional. No se lo pierda usted.

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