Mucho me temo que su calificación como "director de orquesta más sexi del planeta" (sic, leer aquí), su afición al deporte, su tendencia a lucir bíceps en las redes sociales y su trabajo extra haciendo publicidad de relojes y perfumes de lujo está mistificando de manera considerable la percepción de la auténtica valía musical de Lorenzo Viotti (Lausana, 1990), en este preciso momento dirigiendo a la Filarmónica de Viena en Granada. Lo mejor es dejarse de prejuicios y escuchar atentamente estos vídeos, aunque les aviso de un grave problema: todos ellos sufren de comprensión dinámica, particularmente un Ravel en el que hay que estar subiendo y bajando constantemente el volumen.
Vámonos a 2019. Vídeo en YouTube con la Sinfónica de Viena y Yuja Wang. Concierto para piano de Schumann en los atriles. Ya saben, la partitura que a casi nadie le sale realmente bien y con la que se han estrellado muchos de los grandes. Viotti concierta de manera irreprochable. La china toca increíblemente bien. Y entre ambos se establece una interesantísima competición: la de ver quién de los dos está más despistado. Él alterna trivialidad, cursilería y buenos detalles en una recreación tan pulcra como falta de unidad, mientras ella combina de manera no menos incomprensible nerviosismo, ligereza mal entendida, amaneramiento, detalles de gran sensibilidad y frases de enorme categoría. El tercer movimiento es el que sale mejor parado por parte de ambos.
Saltamos a octubre de 2023, un concierto con Filarmónica de los Países Bajos también disponible de manera gratuita y legal en la red. Comenzó el programa con la Sinfonia da Requiem de Benjamin Britten. Interpretación sensacional: magníficamente trazada, expresiva y sincera, con su toque de elegancia británica, pero no dejando que este se imponga sobre los aspectos más dolientes de la página. Quizá la transición entre el segundo y tercer movimiento podía estar mejor resuelta, pero a la postre creo que el resultado solo cede ante el inolvidable Barbirolli (leer comparativa discográfica).
Siguió el retorcido y fascinante Concierto para la mano izquierda de Ravel, muy exigente para los primeros atriles de la orquesta: lo hicieron muy bien, aunque se nota que la cuerda no es de primerísima. Lorenzo Viotti ofrece una interpretación particularmente negra en la que destacaría en tratamiento de las texturas en el arranque y la agresividad con que plantea el "tema bélico". Faltan quizá un poco de voluptuosidad y sensualidad, por no decir de idioma raveliano, reproche que no se puede hacer a un Bertrand Chamayou que deslumbra por virtuosismo y sensibilidad en el toque. Su monumental cadenza la resuelve con mano –nunca mejor dicho– maestra.
La segunda parte se abre con La tempestad de Tchaikovsky: la obra basada en Shakespeare, mucho ojo, no La tormenta, que es un poema sinfónico distinto. La tendencia a la dulzonería en el arranque de la escena de amor es el único reproche que se le puede poner a esta interpretación de muy buena planta, sólido trazo, excelente idioma y buena sensibilidad para colores y texturas. Ciertamente no llega al nivel de intensidad y de contrastes de las más grandes recreaciones, pero al director suizo se le nota muy cómodo en este repertorio. La orquesta, salvando algún ligero accidente al inicio, se comporta francamente bien dentro de un nivel "de segunda".
De La isla de los muertos de Rachmaninov ya hablé: una hermosa e interesante recreación que no logra convencer debido a que la lentitud considerable de la batuta no va acompañada de una adecuada progresión de las tensiones. Viotti arriesga, pero falla.
Terminamos pegando un salto atrás, al 29 de febrero de 2020 para concretar. Sustitución a última hora de Yannick Nézet-Séguin al frente de la Filarmónica de Berlín y en compañía de Elina Garança para hacer la Tercera sinfonía de Mahler. Sin rodeos: los tres primeros movimientos son los que más me gustan de todos cuantos he escuchado. Vale, ahí está Horenstein, pero con una orquesta inferior. Y tampoco me parece que Viotti se aleje de lo que hizo el director nacido en Kiev, ni en calidad ni en concepto. Es el suyo un Mahler "expresionista", incisivo y vibrante en la tímbrica, muy decidido en la arquitectura, desinteresado por preciosismos y lleno de fuerza expresiva firmemente controlada. Claro, con esos planteamientos el primer movimiento le sale sin problemas, pero lo que interesa es que cuando llegan las florecillas, los pajarillos y los otros animalitos logra borrar de un plumazo toda blandenguería contemplativa sin que por ello la música resulte sosa ni aburrida. Una auténtica maravilla, a la que no es precisamente ajena la musicalidad increíble de los primeros atriles berlineses: aplausos especiales para la trompa de postillón, bien escondida incluso para la cámara –un acierto no sacarla–.
Los otros tres movimientos son magníficos, "solo" eso: les falta sensualidad para alcanzar el mayor nivel posible. Por lo demás, lo tienen todo: concentración el lied –Albrecht Mayer ofrece los complicadísimos glissandi del oboe requeridos por Mahler–, sentido de lo inquietante el coro angelical –muy áspero su clímax, como debe ser– y gran intensidad emotiva el monumental Finale. La Garança, exquisita en el canto y musicalísima en la expresión; también un poquito distanciada. Sensacionales los coros. ¿Versión de referencia? Pues sí. Y si no me creen, suscríbanse a la Digital Concert Hall y escúchenla, aunque tampoco se hagan especiales ilusiones en lo que a la tecnología se refiere: aunque hay imagen 4K y sonido Dolby Atmos, también sufre un poco de compresión dinámica. Suban el volumen en el clímax final, por favor.
3 comentarios:
Yuja es china.
Me cuesta imaginar una japonesa lucir los modeluquis de Yuja.
Hablando de los biceps de los directores de orquesta...los de Petrenko, Kirill, también han aumentado de centímetros desde su titularidad berlinesa.
Por supuesto, Mireia, Yuja es china. Ha sido un tremendo lapsus. Yo mismo hice un chiste fácil acerca de ellos cuando la escuché en Madrid en directo en 2011:
http://flvargasmachuca.blogspot.com/2011/02/yuja-wang-en-madrid-cuento-chino.html
Por cierto, que desde entonces hasta ahora me parece que la chica ha mejorado de manera muy considerable en lo expresivo, si bien se evidencia, por su integral Rachmaninov con Dudamel, que todavía queda algo de esa tendencia a permanecer en la superficie y poner por delante de todo la exhibición de agilidad digital.
Burt Lancaster empezó en el cine como lo que era: un saltimbanqui y acabó como Principe de Salina ( imposición de la Productora que LV queria... a Brando! ) y luego alterego de propio Visconti.
Vamos, que los artistas, algunos, mejoran y no poco.
Otros ya son maravillosos desde el primer dia ..y esos tienen el peligro de amaneramiento.
A Yuja no la he oido nunca en directo, hasta el momento no me ha interesa mucho, pero bueno, quien Sabe, a Lejonskaya la voy a escuchar por primera vez el próximo diciembre
Publicar un comentario