miércoles, 19 de junio de 2024

Un día de coros y corales en Leipzig (IV): visita a la Gewandhaus con música de Reinecke

Podía haber continuado mi estancia en Leipzig con el recital de órgano en la Nikolaikirche dentro del Bachfest, pero preferí salirme por la tangente y acudir a un concierto de la para mí desconocida Camerata Lipsiensis y el Coro de la Gewandhaus con música de un señor llamado Carl Reinecke (1824-1910), del que tampoco conocía nada. ¿Por qué tal elección? Fácil: entrar por primera vez en mi vida de melómano en la sala de la Gewandhaus. No la antigua, ojo, que esa desapareció hace mucho. Tampoco la "moderna", la que conocieron Furtwängler y compañía, porque esa voló durante la Segunda Guerra Mundial. Esta es la tercera, la inaugurada en 1981 en los tiempos en los que Kurt Masur era el gran protagonista –e impulsor– de la vida musical de la ciudad.

Me ha gustado mucho el edificio. Lo cierto es que por fuera solo interesa de noche, cuando la fachada de cristales permite ver el interior del foyer y los pasillos, pero por dentro es espléndido: arquitectura contemporánea de la buena, que en la RDA alguna hubo. El órgano es verdaderamente impresionante. Muy cómodos los asientos, distribuidos con sensatez. Lo de la acústica no lo tengo tan claro, porque en discos el asunto es variable. No me olvido, desde luego, que el ciclo Mahler de Chailly en Blu-ray posee una de las tomas de sonido más impresionantes que haya escuchado nunca. Cuando estuve el pasado sábado compré en primer fila y quedé moderadamente satisfecho, pero necesitaría escuchar conciertos en varias ubicaciones para hacerme una idea mas clara.

¿Y el concierto? Largo e interesante, solo eso. El evento se integraba dentro de una serie de homenajes a Reinecke por haber sido este director de la Orquesta de la Gewandhaus nada menos que entre 1860 y 1895. Se ofrecía en la primera parte una obra sinfónico-coral de una hora de duración llamada Sommertagsbilder. Me sonó a Felix Mendelssohn, quizá no por casualidad: el domicilio del autor de la Sinfonía Lobgesang se encontraba a cinco minutos. Eso en cuanto a la escritura, porque en el espíritu me vino a la mente –a lo mejor es un diparate– Frederick Delius: paisajístico, ensoñado y también –por qué no decirlo– un poco plasta.

El más breve oratorio Belsazar ocupaba la segunda parte. No pude pillas las notas al programa, así que en principio no sabia de que iba el asunto, pero al rato la música lo dejó claro: aquello era lo del Festín de Baltasar que inmortalizó Rembrandt uno de los mejores lienzos y que mucho más tarde inspiraría a William Walton su propio oratorio. Disfruté de la partitura, que además se benefició de una interpretación de apreciable nivel. La orquesta era buena, pero lo asombroso fue el Coro de la Gewandhaus, que por cierto esa misma noche actuaba enfrente haciendo Rigoletto. ¡Qué nivel, Maribel!

Dirigía los conjuntos un señor llamado Gregor Meyer. Me llamó mucho la atención su renuncia al vibrato continuo. Nada que ver con la incisividad de un Harnoncourt ni con las ligerezas de un Norrington, en absoluto, pero allí se vibró poco. Decisión respetable que a mí no me pareció desacertada, pero es posible que la música hubiera ganado con una sonoridad más cálida. Magníficos los dos solistas vocales que cargaban con el peso de la obra, el tenor Florian Siebers y el bajo Bernhard Hansky. Muy correctas las chicas, Anja Pöche y Nora Steuerwald

El concierto terminó a las seis y media de la tarde. Estaba muy cansado, pero respiré un poco y me fui a casa del matrimonio Schumann, a ver cómo era por fuera. Dentro estaban haciendo las Suites francesas, pero no se podía estar en todas partes. De hecho, este recital se superponía con otras dos cosas entre las que, por si fuera poco, había que escoger: una Pasión según San Juan escenificada o un programa con la Orquesta Barroca de Friburgo en la Thomaskirche. Tenia entrada para este último y acerté plenamente, porque creo que fue el mejor concierto Bach que he escuchado en mi vida. Ya les contaré.

No hay comentarios:

El Trío de Tchaikovsky, entre colegas: Capuçon, Soltani y Shani

Si todo ha salido bien, cuando se publique esta entrada seguiré en Budapest y estaré escuchando el Trío con piano op. 50.  Completada en ene...