He querido escuchar en dos días consecutivos las dos más celebradas grabaciones del Nabucco de Verdi que existen, por aquello de aclarar ideas: la de Riccardo Muti al frente de la New Philharmonia registrada por EMI en el Kingsway Hall de Londres entre 1977 y 1978, y la de Giuseppe Sinopoli en la Deutschen Oper de Berlín que grabó DG en 1982.
La de Londres está muy marcada por la personalidad del director, aquí más Muti que nunca: electrizante e incisiva a más no poder, áspera en el buen sentido, con ese sonido "a banda italiana" que le conviene al joven Verdi y dotada de una altísima temperatura teatral, pero sin que ello le impida al maestro napolitano cantar las melodías como se debe. Dicho de otra manera, una dirección con todas las virtudes de la línea de Toscanini, pero ninguno de sus defectos. Impresionante la orquesta, y no menos el asombroso Ambrosian Opera Chorus.
Matteo Manuguerra ofrece un Nabucco rocoso y de buena planta, nada más. Nicolai Ghiaurov despliega su inmenso talento, pero la voz aparece ya un poco cansada. Veriano Lucchetti está muy bien. Algo indiferente Elena Obratzsova –qué cosas–, mientras que a Robert Lloyd no le pondría ninguna pega. ¿Y Renata Scotto? Pues con una voz no muy adecuada para Abigaille, pero sorteando las insuficiencias con una inteligencia musical de primerísimo orden: su manera de decir, de matizar expresivamente el texto para atender a los pliegues psicológicos de un personaje que tiene que ofrecer muchas más cosas que fiereza, son un verdadero prodigio de canto. De canto italiano de la más pura ley, habría que añadir.
Los conjuntos de Sinopoli no poseen la calidad de los de Muti, y la dirección del veneciano palidece ante la de su colega en lo que a nervio y teatralidad se refiere. Pero es de muy buen nivel, sobresaliendo por su sentido del color, su sensualidad, su belleza sonora y –particularmente– por su sentido del canto. Los ingenieros de sonido del sello amarillo realizan una labor sensacional que realza las virtudes de la batuta.
Piero Capucilli nunca ha sido mi barítono verdiano favorito, pero la voz es preciosa y su estilo no admite discusión. Está muy bien. Ghena Dimitrova sí posee el instrumento que le corresponde al personaje, utilizándola para componer una Abigaille de rompe y rasga. Impresiona, pero me quedo con la riqueza de matices de la Scotto. Evgeny Nesterenko no posee la emisión más italiana posible, pero la belleza de su timbre y la nobleza de su linea de canto, más "religiosa" y menos autoritaria que la de Ghiaurov, arroja nuevas luces sobre el sacerdote. Magníficos Plácido Domingo y Lucia Valentini Terrani, flojo Kurt Rydl y lujosísimo cameo de Lucia Popp como Anna.
¿Conclusión? Por la toma sonora me quedo con la de Sinopoli, pero las dos versiones son de altísimo nivel. Por cierto, la de Callas sigue sonando fatal tras el reprocesado de 2017.
1 comentario:
Es que me temo que esa grabación con la Callas tiene solución muy difícil. Yo diría que al menos el reprocesado de 2017 hace que no resulte tan molesto escucharlo, pero es verdad que el sonido de esa grabación es un horror…
Por otra parte, es una suerte que la tengamos, porque nos permite conservar así a la Callas cantando el papel de Abigail. Y además, es un testimonio de cómo andaban los ánimos de exaltados, (yo diría que en todas direcciones), en la Italia de postguerra. La reacción al final del coro de esclavos es indicativa…
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