Señoras y señores, esta noche el Teatro Villamarta ofrece su producción propia de La Traviata verdiana a cargo de Francisco López... por sexta vez. Pueden comprobarlo en la web del Teatro: 1998 –inolvidable Ángeles Blancas–, 2001 –Arteta–, 2004 –Gallardo Domâs–, 2010 y 2017. Si, es una muy buena producción: tradicional en el mejor de los sentidos, inteligente y sensible. Pero que se haga seis veces en un plazo de veintiséis años –una vez cada cuatro o cinco años, aproximadamente– me parece una monumental tomadura de pelo, sobre todo cuando se ha tratado de un teatro que ha hecho solo tres títulos "grandes" por temporada y ya lleva tiempo haciendo dos.
Que sí, que hay que ahorrar costes tirando de lo que ya tiene la casa. Y que hay personas jóvenes que tienen todo el derecho del mundo a escuchar títulos clásicos en producciones clásicas. Pero esto es demasiao. ¿Cuántas veces han repuesto sus producciones más exitosas el Maestranza de Sevilla, el Cervantes de Málaga o el Gran Teatro de Córdoba? ¿Y el Real? ¿Acaso no es obligación de un teatro público ofrecer un panorama de títulos y artistas lo suficientemente amplio, apostar por la variedad y dar oportunidades a nuevos artistas? Lo peor es que nadie dice nada y se sigue vendiendo la moto de que el Villamarta ha sido un modelo de gestión. Mienten con todo el descaro –ahí están los números, catastróficos desde el punto de vista financiero–, como también lo han hecho desde siempre ciertos chicos de la prensa en lo que a los resultados artísticos se refiere, porque aquí se han escuchado, en ópera, cosas muy buenas, cosas dignas y cosas malas por igual.
Lo he denunciado no pocas veces desde este rincón, y lo seguiré haciendo: después de unos pocos años de brillante gestión, Francisco López convirtió al teatro jerezano en un lugar donde desarrollar con tranquilidad sus proyectos como director de escena. Un teatro plenamente a su servicio, primero mientras él era su director, después en connivencia con su sucesora Isamay Benavente.
El gran misterio es qué pasará con el nuevo director. ¿Cambiará la línea o seguiremos en las mismas? Les aseguro que no tengo la menor idea, porque me han llegado informaciones divergentes entre sí. Por otra parte, por ahí anda una asociación "Por el Villamarta" (leer aquí) cuyo presidente es Francisco Valenzuela, persona estrechísimamente unida a los intereses de Paco López, quien a su vez se encarga de las "relaciones institucionales" de la misma. Es decir, de buscar patrocinadores privados para que el Villamarta siga haciendo producciones líricas. No hace falta ser muy listo para saber quién sería el regista de las mismas. La soprano Maribel Ortega le apoya desde la vicepresidencia: me das pena verla en semejante tinglado.
¿Habrán conseguido su objetivo? ¿Seguirá el Villamarta siendo lo que en las dos últimas décadas, es decir, un coto privado de caza? Lo sabremos cuando se presente la nueva programación, en la que me gustaría que no hubiera, como ha habido hasta ahora, dos o tres producciones –entre lírica, danza y crossover– firmadas por López Gutiérrez. Porque algunos andamos muy hartos de ver siempre lo mismo.
2 comentarios:
Buenas,
En otra ocasión me dijo que "programaba" bien.
Bueno, no siempre es así,en ocasiones me cuega la pasión y ... de esos barros estos lodos o viceversa, wue nunca me acuerdo.
En mi visita a la Semperoper de este enero (Tristan, Thiel als dirigent) me aturullé y acabé comprando lavisita guiada y un tentempié de salmón y champagne (30 eurillos el despiste gastronómico ...y hasta la Torre Eiffel hubiera comprado!).
Pero lo de Dresden fue una anecdota.
El otoño pasado llevada por mi amor a Asturias y a los jardines históricos decidir volver a visitar el Principado, los jardines de la Isla y, de paso,.ir al Campoamor.
Vi un tentador programa de El Retablo de Maese Pedro y Goyescas...y no miré mas.
Si hubiese sido prudente habría visto que la producción era de un tal Paco López del que por este blog ya estoy avisada.
Seguramente tiene trabajos aceptables. El que yo sufrí en Oviedo no es uno de ellos.
Como detalle: imagenes con subtítulos imposibles de leer (y no estaba en mala situación).
Pero hubo mas.
Mireia, Francisco López programó con inteligencia, riesgo y sensibilidad las primeras temporadas, siempre bien apoyado por el presupuesto. Cuando llegaron las vacas flacas no solo se apretó el cinturón: también decidió convertirse él, en su faceta de artista, en el epicentro de la programación. Puso el teatro al servicio de sus intereses particulares. Y compró a ciertos críticos, dicho sea de paso.
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