Si no me vuelve a dar un jamacuco –estos últimos días he llegado a tener problemas serios de salud–, pronto podré escuchar en directo la Novena de Bruckner a la Filarmónica de Viena. O sea, mi sinfonía favorita de todos los tiempos con la orquesta más indicada para sus particulares demandas. Y en la Musikverein, nada menos. El problema (¡ay!) es que dirige Frankie "Worse Than Most". Por ello he decidido ver no una, sino dos filmaciones de la obra dirigidas por él disponibles en la problemática plataforma de streaming Symphony. Y me alegro de haberlo hecho, porque sabiendo lo que me voy a encontrar ya no voy a salir con cabreo: probablemente va a tratarse de una mala interpretación.
Las lecturas referidas de Welser-Möst son las dos del año 2022: una con la Filarmónica Checa en el Rudolfinum de Praga y la otra con la Real Filarmónica de Estocolmo. Quizá la segunda me haya parecido un poco menos mala, pero ambas son, a la postre, bastante similares. ¿Por qué no me han gustado? Primero, por su evidente falta de idioma bruckneriano. Segundo, por la tremenda discontinuidad de la arquitectura: todo consiste en una yuxtaposición en segmentos, unos mejor interpretados que otros, que no se encuentran organizados dentro de una arquitectura coherente de tensiones y distensiones. Tercero, por la tendencia del maestro al fraseo frívolo, por momentos saltarín (¡esa introducción!) y ayuno de ese sentido de la sensualidad agónica que caracteriza al genial compositor. Cuarto, por la tendencia a exponer los momentos más escarpados bien precipitándose, bien como una simple acumulación decibélica.
Así las cosas, el maestro austríaco –ya recuperado de su cáncer: le deseo una vida larga y feliz– ofrece un primer movimiento de manifiesta mediocridad en el que se alternan momentos buenos –los menos–, momentos aceptables y momentos malos, para luego pasar a un Scherzo que estaría bien si no fuera por un lamentable Trío. En ambas interpretaciones se salva el Adagio, que al menos alcanza la corrección: aquí sí hay cantabilidad en el fraseo y cierto sentido de misticismo, como también fuerza visionaria en los momentos en que corresponde. Ya ya está, porque aun así queda muy lejos de los grandes recreadores de este movimiento, Giulini con la Filarmónica de Viena en primerísimo lugar. En fin, esto es lo que hay.
2 comentarios:
Vaya rápido tras la interpretación a ver los Brueghels del Historiche... bueno, ya sabe usted, mano de santo contra el mal humor/cabreo.
Y Viena tiene otras buenas opciones: el hotel Sacher... (yo tengo una de mis mejores fotos en Viena con uno de sus famosos pasteles), cervecerias, cafeses elegantes con variedad de pasteles, los Gartens esos de wein...aproveche la escusa del disgusto!
Querida Mireia, en esta mi tercera visita a Viena no voy de Arte sino de conciertos. Pocos, eso sí. Solo seis en los cuatro días que los andaluces tenemos de puente.
Ahora bien, le aseguro que me pasaré una vez más a ver esos maravillosos Brueghels. Gracias por esa recomendación. También por las gastronómicas, aunque estoy últimamente tan gordo que no son los dulces lo que más me conviene. Eso sí, volveré a la maravillosa cafetería esa del hotel que está junto a la Musikverein donde una vez tomé café con tarta al lado de Thomas Hampson.
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