jueves, 2 de noviembre de 2023

Réquiem de Mozart por Bruno Walter: anticuado

Como hoy es el Día de los Fieles Difuntos, vayan las dos versiones oficiales –tiene cinco más– del Réquiem de Mozart por uno de los más reputados mozartianos del siglo XX, Bruno Walter. La primera de ella, registrada en vivo por EMI Francia en el Teatro de los Campos Elíseos, corresponde a una gira de la Filarmónica de Viena realizada en 1937. Como testimonio histórico, este documento alcanza un valor incalculable, no ya por ser la primera grabación completa de la página, sino porque el maestro berlinés, a sus 61 años, presuntamente recogía las esencias de una tradición centroeuropea que podía remontarse muchas décadas atrás; como también se supone que lo hacía –con una considerable cantidad de problemas en la ejecución– la Wiener Philharmoniker.

Otra cosa es que hoy, con todo lo que ha llovido desde entonces, convenza el resultado. Se dirá que maestros como Karl Böhm o el mismo Karajan también apostarán por tempi lentos, sonoridades masivas y un enfoque que tenga muy en cuenta el pasado –llamémosle así– bruckneriano. Cierto. Pero no es menos verdad que con ellos la música fluirá con mayor naturalidad, lógica, depuración sonora y –no lo olvidemos– belleza formal. También que Walter se toma demasiadas libertades “románticas” sin que con ello –antes al contrario– la expresión resulte más variada y convincente. Elisabeth Schumann, Kerstin Thorborg, Anton Dermota y Alexander Kipnis conforman un elenco extremadamente lujoso: como escribir que a mí no me interesa lo que aquí hacen supondría excomunión inmediata, mejor me callo.

 

La otra grabación es la bien conocida de la Filarmónica de Nueva York grabada por CBS en 1956. Diecinueve años no pasan en balde, claro está. Los tempi son algo menos lentos, su estilo mozartiano se ha depurado, ya no se toma licencias y el discurso fluye con mayor continuidad. Aun así, esta música exige una depuración sonora muchísimo más elevada de la que pueden ofrecer las huestes neoyorquinas, así como una batuta más ágil, menos melodramática y de mayor riqueza en la expresión. El cuarteto, aunque a priori se pudiera pensar lo contrario, es mejor que el de la anterior ocasión: Irmgard Seefried, Jennie Tourel –la más floja–, Léopold Simoneau y William Warfield. La toma, aún monofónica, sigue dejando mucho que desear a pesar del reciente reprocesado.

¿Recomendaciones? Si usted, como yo, quiere acercarse a la historia interpretativa del Réquiem mozartiano, escuche estas dos grabaciones. Si no, olvídelas y acuda a la de Barenboim con la English Chamber.

4 comentarios:

Fouquier de Tinville dijo...

¿La de Barenboim con la English Chamber es su favorita? No la conozco aún.
A mí la de Böhm, por ejemplo, no me disgusta, en su estilo, pero me parece demasiado pensante. Creo que se le va la mano. Igual Bernstein, y lo mismo con Celibidache, parece una parodia (mejor la que hizo con la London Symphony en los 80). Karajan es más terso, me gusta más en definitiva. Solti está muy bien en realidad (en vivo), como Giulini con la Philharmonia. Harnoncourt con la Concentus (2004) clarifica el contrapunto de manera sorprendente y le inyecta mucha vida.
En fin, es una obra capital. Los enfoques hiperrrománticos-otoñales son válidos pero para mí que dejan a oscuras parte importante de esta obra.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

No sé qué decirle. Repaso las notas que tengo escritas de las 30 versiones que llevo escuchadas, y aún no saco nada en claro. Salvo una cosa: en una obra como esta, es imprescindible indagar en vías interpretativas muy dispares para empezar a percibir la grandeza que esconden las notas. Quedarse con solo una línea me parece un tremendo error.

Ayer mismo escuché dos que me han parecido extremadamente irregulares, Bernstein 1988 y Savall 2022. Las dos albergan cosas que me horrorizan y otras que me encantan. Aun distando de convencerme, no soy capaz de renunciar a ninguna de las dos. Tampoco a la que que usted comenta de Celibidache, que es puro disparate.

Esa segunda grabación de Harnoncourt en su momento me pareció excesivamente seca y fría, pero también que tenía el mejor coro que haya escuchado en esta obra, el Arnold Schoenberg. Gracias por la aportación. Saludos.

Mireia P.B. dijo...

El Requiem de mi vida: la versión que tenian mis padres.
Cuando marché de casa me compré "el mejor" el de Karl Böhm...que me pareció sosisima.
Con mi hermana, fue mi regalo de reyes, fuimos a oir a Savall. y ella sufre la misma enfermedad y tampoco nos acabo de gustar como la que bailabamos y cantabos a grito pelao de pequeñas (que ventura que no nos pudieron grabar y colgar las imágenes en redes!)
La cuestión: solo recuerdo la portada. Ni me fijé en el director ni nada pero..seguro que no era de Bruno Walter del que teniamos mucho Beethoven y si el Requiem lo hubiera dirigido él lo recordaria.
Recuerdo vagamente nombres germanicos y era un disco de los sesenta o principios de los setenta.
La portada estaba ilustrada por una iglesia o similar y no es el de Richter, tenia en la columna derecha más info ( que lamentablemente no recuerdo)
Vamos, que si me lo encuentra le envío un fuet de la terra.

Bruno dijo...

Ponga en la barra de búsqueda, donde está el candadito, "requiem mozart" y le da al intro.
En la pantalla en la parte de arriba saldrá la palabra imágenes. Pincha ahí y le da al intro.
Saldrán muchas imágenes. Igual sale la que busca.

El Trío de Tchaikovsky, entre colegas: Capuçon, Soltani y Shani

Si todo ha salido bien, cuando se publique esta entrada seguiré en Budapest y estaré escuchando el Trío con piano op. 50.  Completada en ene...