Vamos a por otra comparativa. Esta vez no de discos, sino de películas, basadas las dos en la misma novela de terror: Cementerio de animales de Stephen King. Leí esta obra a mediados de los ochenta. Luego descubrí que algunos la consideraban como una de las pocas realmente buenas del prolífico creador, junto con Salem’s Lot y The Shining (El resplandor), que –por pura casualidad– también había leído. El argumento de las dos es el mismo, lógicamente: un padre de familia que se enfrenta a una pérdida irreparable encuentra la posibilidad de resucitar a los muertos, y ya se sabe lo que les ocurre –es el viejo mito de Prometeo, filtrado por el de Frankenstein– a quienes intentan hacer lo que solo los dioses pueden.
Dos películas, decía. La primera la dirigió Mary Lambert en 1989. En su momento no me gustó. La otra es ya de 2019 y corrió a cargo de dos directores, Kevin Kölsch y Dennis Widmyer. No la vi cuando apareció. Pues bien, en casa he tenido la oportunidad de ver la una y repasar la otra en días consecutivos. Experiencia muy interesante.
He empezado por la más reciente. Me ha gustado solo de manera moderada: el guion funciona con solidez, los actores realizan una buena labor, la fotografía es espléndida y la ambientación está francamente cuidada. Se logra captar, aunque sea de manera parcial, la atmósfera malsana que desprendía la novela de King. Pero creo que la dirección se queda a medias a la hora de indagar en los aspectos más verdaderamente inquietantes del asunto, que son los referidos al sustrato indígena y a las fuerzas malignas que campan a sus anchas en los alrededores del cementerio de animales que da título a la novela y a las películas. Cuando los fallecidos empiezan a volver de sus tumbas –el primero es el gato, espero no hacer spoiler a nadie–, la preocupación de la cámara se centra en crear suspense sobre qué aparecerá o no aparecerá en los pasillos, en los rincones oscuros o detrás de las puertas. Que el final posea mucha más mala leche que el original no termina de arreglar las cosas: la cinta se sigue con interés, a ratos con el alma en vilo, pero no deja huella.
Mediocre la antigua. Muy mediocre. Está mal interpretada por el actor, plano a más no poder, sobre el que recae el peso del drama. Está mal dirigida por la tal Mary Lambert, cosa que queda muy clara comparando con la otra: si no fuera por algún otro picado o contrapicado muy efectista y hasta inconveniente, podría clasificarse el suyo como un rutinario trabajo televisivo en el que la planificación, el montaje, la iluminación y el uso del sonido no tienen la menor fuerza expresiva, limitándose a poner en celuloide lo que hacen los actores con el guion.
Y es que el guion también malo. ¿Saben ustedes quién lo escribió, con la exigencia de que lo respetasen al cien por cien? ¡El propio Stephen King! No es solo que no captura la esencia de su propia novela –la letra sí, obviamente–, sino que incurre en detalles pueriles y errores de bulto que bordean el ridículo. Ya ven, un escritor no tiene por qué ser quien mejor traspase a otro formato la excelencia que sí logra en el original.
Quizá ya se hayan dado ustedes cuenta de adónde quería yo llegar. Efectivamente: ¿quién ha dicho que el propio compositor sea el más capacitado para dirigir su propia obra? A tenor de estas reflexiones, me atrevo a más: ni siquiera tengo claro que su idea global de la interpretación musical sea la más válida. A muchos esta afirmación puede parecerles un disparate, pero insisto en lo de un Stephen King cargándose su propia obra no solo por su incompetencia como guionista, que también, sino por no darse cuenta de las verdaderas potencialidades de la escritura. Igual que eso, creo que las grandes obras musicales tienen hasta cierto punto “vida propia”. Y a mayor grandeza, más posibilidades. ¿Es acaso más verdaderamente mahleriano Bruno Walter que Otto Klemperer, por citar un caso clamoroso de dos maestros dirigiendo de manera magistral pero radicalmente opuesta la obra de quien llegaron a conocer en vida?
Ahí les dejo la reflexión. Pero ya que al final hablamos de música, digamos algo sobre las respectivas bandas sonoras. La de 1989 corría a cargo de Elliot Goldenthal, pero de un Goldenthal joven, aún por formar. Hay sintetizadores y hay orquesta “contemporánea” –estudió con Corigliano–, pero no demasiada inspiración. Y el tema principal se parece en exceso al que el gran Lalo Schifrin compuso para The Amityville Horror en 1979, voces de niños incluidas.
La reciente la ha compuesto Christopher Young, un señor que comenzó en el cine más o menos cuando lo hacía Goldenthal y llegó a deslumbrarnos con las dos primeras entregas de la saga Hellraiser. Luego se ha especializado en el cine de terror. Técnica tiene muchísima. También variedad en el lenguaje musical utilizado –él tampoco escapa a las voces infantiles–, así como –eso es marca de la casa– mucha sutileza en la escritura. Ahora bien, esta música funciona mucho mejor dentro de la película (es de las que “se escucha sin oírse”, es decir, de las que te mueven sin que te pongas a pensar en ella) que de manera independiente. Supongo que, al fin y al cabo, esa es la misión de una buena banda sonora.
Por cierto: mucho más terrorífico el gato de 2019 que el de 1989.
9 comentarios:
Si es cierto la nueva es mucho más fiel, King algunas veces es demasiado duro cuando otros le adaptan también es respetable porque un autor debe procurar que su texto se cuide y se traslade su visión pero es que en Carrie y El Resplandor la visión de De Palma y Kubrick enriquecen mucho la adaptación, a pesar de que King deteste esa versión y prefiera la de los años 90 televisiva y modesta, En mi opinión la antigua It se apega mucho más al texto que las nuevas aunque no me disgusten, El Pennywise del. IT es mucho más temible y espeluznante tanto como el asesino en serie que se basa John Wayne Gacy, las nuevas tienen demasiado CGI, Cadena Perpetua, Misery, Dolores Clairborne o La Milla Verde son obras maestras y echas por autores que ponen su propia visión en ese guión sin deformar la historia original hablando de seres humanos y de los monstruos del pasado, soledad y culpa que al fin de al cabo es eso de lo que habla King en sus libros , Porque King es el gran analista de las pesadillas de América y que King no le guste la adaptación no significa que esa no sea una gran película porque la mayoría lo son.
Si es cierto la nueva es mucho más fiel, King algunas veces es demasiado duro cuando otros le adaptan también es respetable porque un autor debe procurar que su texto se cuide y se traslade su visión pero es que en Carrie y El Resplandor la visión de De Palma y Kubrick enriquecen mucho la adaptación, a pesar de que King deteste esa versión y prefiera la de los años 90 televisiva y modesta, En mi opinión la antigua It se apega mucho más al texto que las nuevas aunque no me disgusten, El Pennywise del. IT es mucho más temible y espeluznante tanto como el asesino en serie que se basa John Wayne Gacy, las nuevas tienen demasiado CGI, Cadena Perpetua, Misery, Dolores Clairborne o La Milla Verde son obras maestras y echas por autores que ponen su propia visión en ese guión sin deformar la historia original hablando de seres humanos y de los monstruos del pasado, soledad y culpa que al fin de al cabo es eso de lo que habla King en sus libros , Porque King es el gran analista de las pesadillas de América y que King no le guste la adaptación no significa que esa no sea una gran película porque la mayoría lo son.
El tema da para mucho.
Por ejemplo: El Resplandor. ¿Sabías que se hizo una película con guión de King que es una porquería? Lo de Kubrick toma la novela como punto de partida, pero es muy creativa a su manera. La novela no da para mucho. King es muy bueno escribiendo "sustos" y situaciones terroríficas, pero las historias son simples por lo general y el desarrollo de los personajes muy elemental.
Por cierto, la banda sonora de Kubrick para El Resplandor es sensacional. La música de Wendy Carlos es muy buena (publicó después los descartes, y creo que Kubrick hizo bien en podar), y la clásica elegida es sensacional (Bartok y Penderecki sobre todo).
Más cosas: la película Doctor Sueño, una especie de segunda parte de El Resplandor, está bastante bien, pero los guionistas no se despegan mucho de King y uno tiene la sensación de que todo habría ganado podando por aquí y desarrollando por allá.
Cuando se comenta la reunión Bartok con El Resplandor siempre me viene a la cabeza que en esta ocasión Kubrick no captó el espíritu de esa música. El misterio no es terror, ni angustia, ni suspense. En mi opinión claro.
Por lo demás la obra de arte existe y cada intérprete u observador la aprecia y entiende de distinta manera. Un cuadro, una estatua, una construcción, depende de la luz que lo ilumine, de la composición de la forma que se aprecie, del punto de mira, del detalle en que se concentre, del estado de ánimo del que lo aprecie, etc. Seguro que ese libro que comentan no es el mismo si uno lo lee o se lo escucha a un locutor. Y no es lo mismo un locutor que otro. Y lo mismo la música o el teatro. Donde hay bastantes locutores a la vez aunque haya un solo texto... mudo.
Bueno, es la Música para cuerda percusión y celesta. Kubrick se dio cuenta de que era perfecta para ser empleada en una película de terror, y funciona de maravilla. Algo similar pasa con la página de Penderecki. En la película adquieren otro significado y le dan un ropaje musical a la película de primer nivel, sin dejar de servirla.
Vaya, no pensé que esta entrada fuese a interesar a nadie. ¡Gracias a todos por sus aportaciones!
Conozco el telefilme de El resplandor con Rebecca de Mornay: efectivamente, es muy malo, y un perfecto ejemplo de cómo la literalidad, incluso con el creador original vigilante, puede ser nefasta, mientras que hacer "otra cosa", que es lo que hizo Kubrick, puede a la postre ser más respetuoso con el espíritu.
Ahora bien, con la película de Kubrick tengo dos problemas. En su momento decir esto me causó problemas con Ángel Carrascosa. Espero que ustedes no se lo tomen también a mal, porque lo voy a decir. Uno, que no me parece tan buena como se ha dicho. De hecho, hasta que hace muy pocos años no la vi en cine no me ha parecido una buena película. Dos, que detesto cómo utiliza Kubrick a Bartók y al resto de los compositores clásicos. Prefiero lo de Walter/Wendy Carlos, a decir verdad. A ver si pronto encuentro tiempo para escribir sobre ello.
Saludos.
Sé perfectamente que es la Música para cuerdas... Precisamente porque conozco y amo la obra creo que no es adecuada para el suspense. Ahí creo que Kubrick no entiende la obra. En otras ocasiones el maridaje casa mejor. Otra cosa es que no emplear música original es apropiarse, mas o menos adecuadamente, del talento de otro que no está o estaba en ese ajo.
La película está bien hecha pero no se refiere a un asunto importante o trascendente como 2001, Espartaco, Teléfono Rojo y bastantes mas.
Como lo de Eyes... Bien hechas pero sin mayor interés en lo que cuenta.
Interés que sí genera en Barry Lyndon, otra película excelentemente hecha. Y, por cierto, creo que hay un denominador común en los argumentos de Eyes.. con Barry. Menos común con el Resplandor pero... esto es un blog de música.
Parece que Fernando lo ha abierto al cine, y me parece bien, no sólo por la música de cine. Simplemente quería indicar que no estoy de acuerdo con tu apreciación. A veces uno escucha una música en otro contexto y encaja, y piensa: "caramba, nunca caí en que esa música puede evocar eso". En mi opinión Kubrick elegía la música con buen tino y sentido (otra cosa es cómo las usara).
Kubrick siempre buscó el éxito de público. No es un cineasta para minorías, o él no lo pretendió. Tampoco era un artista consagrado a su arte plenamente, sino que tenía un trastorno obsesivo-compulsivo y una manía por el control. Buscaba temas polémicos o populares, o las dos cosas, eso lo primero. Después les daba un tratamiento visual esplendoroso. Esa era su fórmula para atraer al público. Lolita, Dr. Strangelove, 2001 o La Naranja Mecánica eran eso, temas de moda para atrapar a un público amplio haciendo ruido.
Barry Lyndon no es más que 2001 invertida: un viaje envolvente a otro mundo, pero esta vez del pasado. Le debió parecer buena idea la simetría. Pero la primera fue un éxito y la segunda uno de sus pocos fracasos comerciales. Él sabía que no se los podía permitir. Sus manías se le permitían sólo porque hacía mucho dinero.
Para El Resplandor escogió un gran éxito comercial literario del momento, aunque un poco tonto, y tiró a la basura todo lo que no le interesaba, reemplazándolo por lo que permitía un gran espectáculo visual. No se privó de utilizar a la gran estrella del momento, claro.
Eyes Wide Shut es quizás su película más personal. Siempre quiso hacerla. Utilizó a dos estrellas para asegurarse un éxito comercial. Por algún motivo el tema le atraía a él, para variar, probablemente en la novela. El problema es que lo que resultaba nuevo, subyugante y escandaloso en la década de 1920 ya no lo era en la de 1990. Sustituyó la fibra freudiana y onírica por una lectura política, social y económica. El personaje de Cruise no se sumerge en el inconsciente y los sueños, sino en las sociedades paralelas que la gente "normal" no ve en el mundo actual (desde la prostitución marginal a las elites todopoderosas). Eso debía ser importante para él, que tenía una personalidad un tanto paranoica.
Fernando, lo que has pensado sobre la película se nos ha ocurrido, creo yo, a muchos. Hay algo en ella que no acaba de encajar, a nivel de guión. En teoría la gracia del asunto está en que uno no sabe hasta cierto momento si lo que vemos es una historia de fantasmas o de locos, pero esto no está bien resuelto, porque no está nítidamente separado. Aunque el asunto se confirma cuando los fantasmas abren la puerta a Torrance, llegados a ese punto uno tampoco tenía demasiadas dudas. Cierto es que podría ser una enfermedad mental congénita que afecta al padre y al hijo pero, ¿y el cocinero? Como historia de fantasmas le falta pellizco. A mi me fascina su imaginería, su coreografía, muy por encima de lo que se cuenta y de cómo se cuenta. En efecto, el tema es tonto y no está resuelto con la fuerza de "Al final de la escalera" o, mucho después, "El sexto sentido" o "Los otros".
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