Uno de los discos que, de los que hasta ahora llevo escuchados, mejor suena (¡lo hace maravillosamente bien!) dentro de la imprescindible nueva edición Klemperer lanzada por Warner, es el registrado en septiembre de 1965 en los estudios de Abbey Road con las sinfonías nº 100, “militar” y nº 102 de Joseph Haydn. Sí, un Haydn con orquesta grande, pero no por ello romántico, cosa poco menos imposible con semejante director. El suyo es más bien un Haydn rotundo, severo, racional, pero de una fuerza avasalladora y teñido por ese particular sentido del humor, en absoluto amable ni risueña, sino más bien de reconcentrada mala uva, del que acostumbraba gala el de Breslau. Si alguien busca chispa y galantería, que lo haga en otra parte.
La Sinfonía nº 100 ofrece un primer movimiento amplio y de tintes dramáticos, sin olvidar un sentido del humor muy caustico. Segundo amplio y con vuelo lírico, también con un clímax militar muy dramático –decididamente fragoroso– e implacable. Tercero severo y muy bien delineado. Presto final nada rápido ni brioso, pero dicho con una lógica aplastante. Todo posee una tensión interna controladísima e implacable, si bien lo más increíble sea quizá la claridad de planos y el estudio de la polifonía que realiza el maestro: ni a Boulez se le han escuchado cosas así.
La Sinfonía nº 102 recibe otra versión “a lo grande”, poderosa, sin resultar en absoluto pesada ejecutada además de manera prodigiosa y de una claridad excepcional. Su fuerza y cantabilidad son admirables, como también la manera de combinar densidad y agilidad, verdadera cuadratura del círculo solo alcanzable por una batuta extremadamente genial: es el caso.
En fin, un Haydn de completa vigencia que suena ahora mejor que nunca. No se lo pierdan.
2 comentarios:
El Haydn de Klemperer siempre fue uno de mis favoritos, por no decir mi favorito.
Klemperer "saca" a flote toda la música que hay en la partitura. Toda. No las evocaciones, sentimientos, sensaciones sonoras y musicales... todo eso le importa poco. Te pone la partitura en sonidos con un análisis intelectual del material musical como ningún otro. ¡Y qué bien le viene eso particularmente a Haydn!
La pena es que Klemperer no se interesara por la 99 porque aquello hubiese sonado a gloria. Estas semanas voy saltando de ciclo en ciclo aprovechando que por fin conseguí las de Szell y Solti y así le doy un repaso a todo el Haydn de mi búnker, pero para mí la 101 que hizo en Múnich en octubre del 56 destaca sobre el resto que grabó porque fue en un concierto que Johanna Geisler pudo seguir por la radio mientras se encontraba ingresada en el hospital de dicha ciudad.
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