sábado, 1 de julio de 2023

Sobre Daniel Barenboim y la (muy relativa) convivencia pacífica

Como no tengo tiempo para escribir nada en el blog, vaya un trocito del libro de Barenboim, ya terminado y a la espera de la segunda corrección general antes de entrar en maquetación. Tenemos previsto mandarlo a imprenta el primer día de septiembre. Ah, la foto me ha sido cedida amablemente por la Fundación Barenboim-Said.

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“Los siglos de convivencia pacífica entre judíos y musulmanes en Andalucía deberían verse no solo como un ejemplo de la posibilidad de coexistencia entre ambos pueblos, tal y como se produjo en un pasado lejano, sino como una prueba de su capacidad para engrandecerse mutuamente” (Daniel Barenboim en La música despierta el tiempo, p. 107-108).


Única vez que me atrevo a contradecir a Daniel Barenboim: eso de la convivencia pacífica de judíos y musulmanes, y de todos ellos con los cristianos, durante el medievo en España –entendiendo España como lo que entonces era, un término geográfico– es muy relativo. Tanto en los reinos cristianos del norte peninsular –con frecuencia enfrentados entre sí– como en los dominios islámicos del sur –a veces unificados, a veces fragmentados en reinos de taifas no menos enfrentados que sus vecinos del norte– hubo siempre una civilización dominante y unas minorías dominadas. Dependiendo de la fecha y del lugar, las circunstancias de esa triple relación podían cambiar de manera sustancial. De esta forma, en la corte emiral y califal de Córdoba en el alto medievo los judíos no solo estuvieron bien considerados, sino que miembros de su élite podían llegar a desempeñar puestos de relevancia en la corte. Poco más tarde, los débiles reinos septentrionales acogieron de buena gana a los judíos desplazados desde el sur debido a la presión primero de los almorávides y después de los almohades, invasores norteafricanos mucho menos tolerantes en lo religioso que los gobernantes cordobeses. En la decimotercera centuria, Alfonso X el Sabio desarrolló una actitud ambigua: conquista y expulsión de los musulmanes por un lado, impulso a lo que conocemos como “Escuela de traductores de Toledo” por otro, siempre en un marco cultural de enorme reconocimiento a las culturas islámica y sefardí, así como a la capacidad de estas para transmitir los saberes la antigüedad clásica.

A mediados del siglo XIV, el monarca Pedro I de Castilla, apodado el Cruel, evidenció una verdadera pasión por todo lo que viniera de Al-Ándalus al tiempo que protegió a la comunidad judía, circunstancia esta última que fue utilizada por su hermanastro, el futuro Enrique II, para ganarse el apoyo popular en su proceso de arrebatarle el trono. Y ahí quería yo llegar: fue el pueblo cristiano español el que fue desarrollando desde la segunda mitad de la referida centuria un odio generalizado a los judíos que cristalizó en los terribles pogromos de 1391, a partir de los cuales empezaron a producirse los procesos de conversión más o menos de conveniencia, las leyes restrictivas y las iconografías artísticas antisemitas hasta que en 1492 Isabel de Castilla y Fernando de Aragón decidieron la expulsión de los que no querían convertirse. Se ha exagerado en lo que al papel de la Inquisición se refiere: la Leyenda Negra creada por intereses políticos en los países protestantes cumplió su objetivo, y nosotros hemos aceptado esa versión porque nos conviene. Nos alivia pensar que nuestros ancestros nada tuvieron que ver con la persecución de los judíos; que todo fue culpa de la intolerancia de la Iglesia. Pero no: la Inquisición no fue causa, sino consecuencia de algo que ya estaba firmemente enraizado en la mente del pueblo hispano. Los que odiábamos a los judíos fuimos nosotros.

Dicho esto, en los últimos años se está desarrollando una tendencia historiográfica abiertamente tendenciosa que, si bien corrige la visión en exceso complaciente de la “pacífica convivencia de culturas” medieval, pone su acento en el choque, en el enfrentamiento con la alteridad, al tiempo que minimiza los aspectos positivos de las relaciones que, con sus más y sus menos, tuvieron lugar a lo largo de los siglos. Peor aún, reivindica una “verdadera españolidad” que excluye de ella no solo a la minoría hebrea, sino también (¡cómo se puede manipular con tanto descaro!) la gran mayoría andalusí, que en el fondo no era sino descendiente de hispanorromanos convertidos al islam. Dicho de otra manera: aunque hubo crecientes migraciones norteafricanas, la mayoría de los moros eran “moros de aquí”, es decir, legítimos herederos de celtas, íberos, romanos y todos esos señores que vivieron en la Península Ibérica hasta el periodo de la dominación visigoda. Y todos ellos, en el fondo, tardarían mucho tiempo en olvidar el pasado común que une medioevo cristiano e islam: Roma.

23 comentarios:

Mireia P.B. dijo...

Pues se hacer muy difícil encontrar a una gente mas genuinamente española que los sefardíes...conservar el idioma, cocina, cantos durante siglos de un lugar que te robó y expulsó, no tiene parangón.

Por otro lado, yo me considero romana, me parece que Roma sigue viva, lo fundamental de nuestra vida y constumbres son romanas.

andrés dijo...

Muy interesante. Para este bicho belicoso que es el Hombre, nada peor que fantasear épocas remotas de concordia. Sólo cambió el nivel de industrialización de la belicosidad.

José Antonio García de Veas dijo...

Interesante blog y entrada, aunque este párrafo me resulta irrelevante en un libro sobre la carrera musical de Barenboim, encima con expresiones xenófobas como eso de los "moros de aquí". De todas formas, enhorabuena. Deseando leerle. ¿Quién publica el libro?

José Antonio García de Veas dijo...

Con todo, creo que Daniel Barenboim, controvertido, por supuesto, se deja arrastrar por su afán de usar la música como vehículo de unión y de concordia entre los pueblos. Tal vez por ello, prefiera vender esa idílica imagen del al-Andalus de la convivencia, etc., sobre la que no suele admitir discusión. Como persona, me parece un intolerante y un autoritario de manual.
Yo prefiero quedarme con el Barenboim músico. Aunque no soy un gran aficionado de su figura como le apunto más arriba, me encanta escuchar cuando dirige a Wagner, sobre todo. Esto me choca mucho, con su faceta de pianista. Si bien a Wagner lo dota de una pasión y tensión brutales, cuando interpreta al piano, le falta todo ello. Me aburre.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Mireia: rotundamente, somos romanos. Y los sefardíes eran 100% españoles y 100% judíos.

Andrés, sí y no. Hay regímenes y regímenes. No es lo mismo el muy tolerante (ojo: para la época) emirato y califato de Córdoba que lo que vino después. Y tampoco es lo mismo la España de Franco que la que tenemos ahora.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

José Antonio, la expresión "moros de aquí" nada tiene de xenófoba. La palabra "moro" carece de cualquier connotación peyorativa para quienes, como yo, somos medievalistas. Era el término comúnmente utilizado en los textos medievales para referirse a los del otro lado de la frontera, fuesen moros "de verdad" (o sea, procedentes de la Mauritania romana) o moros "de aquí", es decir, descendientes de hispanorromanos convertidos al islam, que eran la mayoría. En mis publicaciones y mis clases utilizo la palabra "moro" siempre haciendo esa distinción: en el medievo, para todos los musulmanes de la península, en la actualidad solo para los que son nativos de zona de la antigua la Mauritania-Tingitania. Y como término despectivo, nunca jamás. ¿Qué demonios puede tener de malo ser moro, negro, blanco, amarillo, flaco, gordo, rubio, moreno, guapo o feo? Bueno, sí, para los imbéciles sí, pero con esos hay que ir acabando precisamente normalizando el uso de cualquiera de esos términos y, desde luego, reprimiendo severamente a quienes hagan uso de cualquiera de ellos para hacer daño a una persona o colectivo.

En cuanto a Barenboim, si lee usted sus textos comprobará hasta qué punto no utiliza la música para hacer política: en realidad, para él una cosa y la otra están absolutamente interconectadas. Como en la antigua Grecia, donde la concepción de la belleza como armonía (matemática, musical), es decir, como equilibrio entre las partes y el todo siguiendo unas determinadas proporciones, tiene muchísimo que ver con la democracia, que es igualmente el equilibrio entre el individuo y el demos (una parte de la ciudadanía, no toda).

Espero haberle aclarado el asunto. Saludos.

José Antonio García de Veas dijo...

Estimado Fernando, muchas gracias por su explicación del término "moro" y su uso en los textos medievales, aunque creo que precisamente en esos textos es donde el uso peyorativo se inicia y se mantiene hasta hoy. Difiero con usted en normalizar el uso de esa palabra hoy en día, por lo que de negativo aporta. Tal vez soy uno de esos imbéciles a los que se refiere, pero insisto en que para los cristianos de la Edad Media, "moro" ya tenía un cariz despectivo. Si no, los hubieran llamado de otra forma, por ejemplo, musulmanes, muslimes, andalusíes. Se llamaban los musulmanes de alandalus moros a sí mismos? Lo desconozco, no soy medievalista.
En cuanto a mis lecturas de Barenboim, estoy de acuerdo con usted en lo de que la música y la política están interconectadas, como así entiende Barenboim quien, además, contrariamente a lo que usted me afirma, utiliza la música como herramienta política, como posible nexo de unión entre los pueblos, aunque eso sea un imposible más allá de convocar en una misma orquesta a músicos de diferentes etnias, religiones o ideas políticas. Se contradice usted cuando niega que Barenboim use la música para esto y me habla de la concepción griega de la belleza y la democracia. Esa armonía o belleza que debe surgir de la orquesta es eso, sí, democracia, la perfecta simbiosis de cada músico entre sí y la manera de conectar con el público. Eso debería ser de esa manera en política. El gobernante, los gobiernos, deberían promover esa armonía entre los ciudadanos. Pero eso es pura teoría que ya inventaron precisamente los griegos. El ser humano es impredecible y esa armonía es un imposible.
He tenido la fortuna de tocar bajo la batuta de Barenboim y aunque ha sido el director más distante y dictador que he tenido, reconozco que con su manera de cabrearnos a los músicos, conseguía que tocáramos con toda la pasión del mundo. A pesar de todo, soltaba unas peroratas muy interesantes, sin mirarnos, porque era como si hablara para él mismo, en las pausas de los ensayos. Y una vez en Berlín, en un perfecto alemán, justo antes de saltar a escena, soltó algo parecido a lo siguiente: "Meine Herren, erledigen Sie Ihre Arbeit. Sie sind Mitglieder eines Orchesters, das aus unterschiedlichen Menschen besteht und dank mir eine Einigung erzielt hat. Tun Sie dasselbe, gewinnen Sie das Publikum mit der Herrschaft der Musik auf Ihre Sei."
Es decir, para Barenboim, en realidad, el orden se consigue mediante la mera disciplina o es que para lograr la armonía y la paz, nos debe gobernar una especie de dictador? Quizás tenga razón, pero creo que ni él mismo lo aclara. De todas formas, no deja de ser interesante.


Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Cuando hablaba de "imbéciles" quería decir "racistas de mierda", cosa que evidentemente usted no es.

Le recomiendo que use el término "moro" con toda tranquilidad. No, en los reinos cristianos peninsulares no tenía una significación peyorativa. La relación entre los del norte y los del sur era muchísimo mejor de lo que nos están intentando hacer creer basuras como esta (atención a la portada):

https://www.amazon.es/MITO-DEL-PARA%C3%8DSO-ANDALUS%C3%8D-%C3%81ndalus/dp/841722954X

Cierto es que los enfrentamientos entre moros y cristianos fueron constantes, pero no lo eran menos los que se producían entre los propios cristianos y los propios moros. Mire usted, vivo en una ciudad que por algo se llama Jerez de la Frontera, y le puedo asegurar que incluso en los años de enfrentamiento fronterizo (un 50% de los que conoció el sultanato nazarí de Granada durante toda su existencia), el personal se llevaba medianamente bien. La frontera era permeable, y lo mismo había razzias que intercambios comerciales la mar de amistosos.

No, los cristianos no odiaban a los moros. De ninguna manera. Odiaban a los judíos, profundamente en época visigoda y en los siglos XIV y XV, no así entre esas dos etapas, y esa es la vergüenza que tenemos que sentir por nuestros antepasados.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

En cuanto al carácter de Barenboim... pues sí, simpático no es precisamente. Pero bueno, la historia está llena de gente de trato impositivo a corta distancia que ha defendido profundamente los ideales de convivencia.

José Antonio García de Veas dijo...

Veo que ha conocido también a Barenboim. A mí no me gusta la persona, aunque como músico le tengo el respeto que merece. No ha sido el mejor director que he tenido, y no lo colocaría en un top ten como se dice ahora, pero es cierto que no deja indiferente. A mí me pareció un hipócrita, y creo que sólo busca, o buscaba, la notoriedad a base de la mentira de la concordia entre los pueblos.

Bruno dijo...

Dos cosas. Toda la vida he llamado negros a los negros y blancos a los blancos. Y pelirrojos a los pelirrojos. Simplemente para precisar el contexto. Sin ningún atisbo de discriminación ni de insulto. Lo mismo con los moros. Como cristianos a los cristianos. Y jerezanos a los de jerez. Me opongo a que el sentido de las palabras deje de tener un sentido neutro para tener una intención distinta.
Eso de mixtificar las acepciones es muy frecuente ahora. Un asunto del día: Investiguen las muy distintas acepciones conceptuales que se puden tener al evocar el Orgullo Gay. Y no son inocentes.
¿Qué diferencias hay entre violencia machista y violencia de género? Pues las hay. ¿Por qué se ha pasado de inmigrantes a migrantes?
El lenguaje es un intrumento muy sutil para torcer ideas.
Respecto al asunto de si moros, judíos o romanos. Los humanos nos agrupamos en tribus con una cohesión muy fuerte. Y las relaciones entre tribus son muy difíciles y complejas. Incluso entre hinchadas de fútbol hay muertos.
La historia es, sustancialmente, la historia de las tribus y sus relaciones.
Y ahora se fijan en la Francia que arde.

Javier dijo...

Respecto a Barenboim persona no puedo opinar. No conozco su faceta personal, ni tengo interés en conocer dicho aspecto. Ahora bien, cómo músico sí creo que está en el top 10 de los mejores directores de la historia y entre los diez mejores pianistas. La música es un lenguaje y como tal creo que Barenboim ha tenido siempre algo que decir. No son pocos los músicos que se dedican a hacer bellas melodías sin decir ni expresar absolutamente nada.


José Antonio García de Veas dijo...

Querido Bruno, no he entendido nada de lo que ha querido decir, sinceramente.

José Antonio García de Veas dijo...

Estimado Javier, obviamente hablaba desde mi óptica personal y experiencia como músico con Barenboim. Indudablemente es un enorme director, pero esa personalidad que yo viví tan de cerca hace que no le tenga el aprecio que le tengo a otros directores con los que he trabajado, unos muy conocidos y otros apenas, pero que transmiten un amor por la música y una cercanía que otros con más nombre y prestigio no consiguen. Y Barenboim no es el único, cuidado. Llegan, al igual que hacen algunos solistas, rodeados de un aura imposible de romper. Apenas se dirigen o conviven con el grupo. El que haya tocado en orquestas de cierto nivel me comprenderá. Una cosa es tu director titular, y otra el invitado. No sé si me explico. Por eso distingo la calidad humana de la profesional. Barenboim es un profesional, lo he visto trabajar a destajo, a punto del colapso, pero sin carisma.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Debo especificar que no conozco a Barenboim personalmente. Su carácter tempestuoso lo he verificado por los muchos conciertos que le he podido disfrutar: muchos cabreos con el público, a veces con razón y a veces sin ella.

No creo que sea un hipócrita ni que busque fama a través de la política. De hecho, debe de ser muy desagradable que en tu propio país, Israel, te consideren poco menos que un traidor, al mismo tiempo que muchos palestinos te siguen mirando como una parte de los "invasores". Y todo el trabajo que hace con la WEDO es gratuito: no cobra un solo euro.

Mireia P.B. dijo...

A la señora que limpiaba la oficina donde trabjo su empresa le hizo firmar un papel. Cuando llegó a casa su hija le leyó el nuevo contrato donde le reducian horas.

Me pareció un abuso y llamé a un sindicato para saber si era legal o tenian que llamar a un testigo, o representante sindical...porque la señora es analfabeta.

Pues no hubo manera, la del sindicato me afeó el "porque la llamaba así", que no "la insultase" y yo, bueno es que la señora no sabe leer ni escribir...pues nada, que aun así no tenia porque llamarla "analfabeta".
Ni mi referencia a la RAE sirvió de nada. Quedé como una faltona HdP.

Bruno dijo...

Me ha llamado la atención de que se considere moro como palabra inapropiada. Como decir negro en vez de decir "de color" (¿Rojo, verde, naranja?)
La intencionalidad del lenguaje la da el tono o el contexto. Y creo que blanco es similar a negro para precisar sobre un rasgo anatómico. Y de vez en cuando se habla de esa parte de la humanidad por circustancias concretas. Las han citado aquí: "No emplearon a soldados negros en combate". Lucharon para "liberar a los negros de la esclavitud". ¿Tiene sentido aludirlos como soldados o esclavos de color?
Y aludía al uso político o social de las palabras encubriendo o desviando su sentido original. No se para de usar ese truco y hay que estar muy despierto para que no te coloquen ideas añadidas que acompañarán siempre a esas palabras sin necesidad de citarlas.
La otra parte intentaba aludir a todo eso de la convivencia entre moros y cristianos. Y por en medio, los judíos. Intentaba llamar la atención sobre que todo eso de que la convivencia entre grupos sociales distintos es muy difícil. Un grupo domima al otro en cuanto puede. Y empiezan los líos. Luego nos venden alianzas de civilizaciones pero tales alianzas son muy inestables. Seguro que el sr. Vargas ha leído a Pirenne y puede explicar todo eso mejor que yo.

Javier dijo...

Antonio muchas gracias por sus interesantes aportaciones sobre la figura de Barenboim. Todavía más valiosas teniendo en cuenta que usted lo ha tratado profesionalmente de forma directa . Lo cual le acredita para mantener opiniones más exactas y precisas de las que podemos aportar simples aficionados. Reciba mi más sincero respeto.

José Antonio García de Veas dijo...

Por eso me refería yo a la hipocresía de Barenboim. Con los músicos es un déspota, pero luego vende todo eso de la armonía entre los pueblos, algo imposible. Su labor con la WEDO no la discuto y desconozco si cobra o no, aunque entre los apoyos se cuentan bancos e instituciones públicas. Si todo lo invertido ayuda a que niños y jóvenes palestinos e israelíes aprendan a convivir a través de la música, es una labor encomiable, sin duda. La pena es que esos músicos terminan o en Sevilla o en otros países lejos de Palestina e Israel, a los que sólo van cuando les toca concierto, y entre enormes medidas de seguridad.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Puedo asegurar que Barenboim no se lleva un euro de lo que hace con la WEDO. Lo que cobran va directamente a la Fundación, con lo que se pagan los cursos y las estancias de la orquesta. Por descontado, hay ayudas públicas y privadas. Aquí en Andalucía se hacen muchos talleres de iniciación musical para niños y de perfeccionamiento para jóvenes, pero la prensa no recoge casi nada, por razones políticas.

En cuanto a Pirenne, estoy de acuerdo con que la Antigüedad se prolonga durante la época de las primeras invasiones, pero yo aún lo llevo más allá. A mí me parece que el gran "corte" se produce con la irrupción de almorávides y almohades, por un lado, y con la imposición de la liturgia romana y la difusión del románico por otro.

Javier dijo...

https://amp.elmundo.es/cultura/musica/2019/02/24/5c7072ee21efa03b278b465c.html

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Sí esa noticia es ya vieja conocida, pero no por ello menos significativa.

José Antonio García de Veas dijo...

Muchas gracias, Javier, pero de verdad que sólo soy un músico retirado que tuvo la suerte, o tal vez el talento, de recalar en una modesta orquesta tras un periplo por otras de España y Europa, y también la fortuna de ser invitado por otras ante la necesidad de fagotistas en momentos puntuales. Ahora, con todo el tiempo del mundo, me gustaría adentrarme en esto de las redes sociales y leer críticas y otros contenidos musicales de interés de los que antes no pude disfrutar. Unos amigos de Sevilla, aunque con pareceres muy divergentes, me hablaron de éste y otros blogs y webs, y otros me insistieron en abrirme cuentas en Facebook o Twitter para no perder el contacto con colegas y viejos amigos. Saludos a los lectores y autor de este tan interesante blog!

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