jueves, 9 de marzo de 2023

Novena de Mahler por Solti: objetividad, para lo bueno y para lo malo

Estoy completamente en desacuerdo con la opinión vertida por Ortega Basagoiti y Pérez Adrián según la cual Sir Georg Solti fue mucho antes un director de ópera que sinfónico. Ahora bien, reconozco que hubo al menos un par de compositores en los que nunca llegó a ofrecer una grabación redonda. Uno es Dimitri Shostakovich: espléndidos los dos movimientos iniciales de la Primera, insuperable el tercero de la Octava, y poco más. Sufrió incluso un resbalón serio en el caso de la Decimoquinta. El otro, obviamente, es Gustav Mahler: notabilísima Primera en Chicago –sin llegar a lo genial–, tremendo Totenfeier de la Segunda, sublime Ruhevoll de la Cuarta y pare usted de contar. ¿El problema? Si en el caso del compositor ruso podemos hablar de una evidente falta de comprensión de le lo que anida en su universo expresivo, en el del austriaco radica en una circunstancia que en sí misma también es una virtud: la objetividad del maestro. Y es justo lo que acabo de constatar en una grabación que, confieso, no conocía: la Novena del compositor austriaco que grabó con los chicagoers en mayo de 1982.

Objetividad no quiere decir tocar de manera mecánica, rígida y desatenta a la variedad de emociones, que es lo que hacía un Toscanini, director incomprensiblemente clasificado con esta etiqueta. Objetividad es no aportar a la música una mirada personal, no interponerse en la partitura y el oyente, pero sin dejar por ello de exponer con la mayor intensidad y capacidad técnica posible lo que se encuentra en la partitura. Justo lo que hace Solti con Mahler. Y eso es un arma de doble filo, porque por un lado limpiamos su música de todas esas adherencias más o menos psicoanalíticas que con frecuencia se traducen en languideces, blanduras, contrastes de dudoso gusto y excesos varios, quedándonos con un fascinante universo de ritmos, armonías y colores presentados con esa vehemencia, ese nervio bien controlado, ese sentido de la brillantez y –por descontado– ese insuperable virtuosismo propio del binomio Solti-Chicago. Pero por otro se echan de menos esas “máscaras” que usa Mahler que el intérprete también debe ponerse cuando corresponde, sobre todo en lo que a la ironía, el humor negro y la vulgaridad se refiere, como también, y sobre todo, ese último sentido de la elevación poética que la música necesita.

Así las cosas, el primer movimiento de esta Novena va directo al grano sin dejarse nada por el camino, pero tampoco sin ofrecer nada que realmente arrebate: uno se lo cree, mas no llega a esa otra dimensión. Espléndido el segundo, dicho sin prisas y con su adecuada mezcla de sentido del humor y virulencia, y un portento el tercero desde el punto de vista meramente orquestal. Hay que oírlo para creerlo. Claro está, uno recuerda a Klemperer y no hay punto de comparación: en este caso aportar grandes dosis de mala leche, sea más de la batuta que del autor, sí que es una ganancia. Y en el Finale, pues lo que era de esperar: Solti va demasiado rápido y se queda en la epidermis. Cierto es que resulta preferible esto que caer en lo quejumbroso y autocomplaciente, pero aun así no convence. Hay que ponerle mayor imaginación al asunto e implicarse más.

¿Mi versión favorita? La que hizo con esta misma orquesta Carlo Maria Giulini, aunque quedándome con el citado Klemperer para los movimientos centrales.

7 comentarios:

vicentin dijo...

giulini esta sobrevalorado, creo que klemperer llega al centro y barbirolli te toca el alma,karajan te hipnotiza con sonoridades etéreas y boulez cristaliza en objetividad

Bruno dijo...

No conozco esa versión pero por lo que le leo debe de ser muy interesante cotejar esa versión con su anterior con la Sinfónica de Londres. Especialmente el primer y el último tiempo.

toni vila dijo...

No conozco la versión pero no puedo estar más de acuerdo con su definición de intérprete objetivo, un concepto que con demasiada frecuencia no se emplea bien y da lugar a grandes malentendidos...

Fouquier de Tinville dijo...

Solti tiene unas excelentes Quinta, Sexta y Octava de Mahler. La 10 y 13 de Shostakovich son también muy buenas.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Por partes.

Vicentín, nunca había visto a nadie decir que la Novena de Giulini está sobrevalorada. Ahí el consenso es grande. Creo que el italiano otorga una humanidad a esta música que muy pocos directores consiguen; sin ir más lejos, Solti en esta grabación.

Bruno, no conozco la versión con la LSO, que dura cinco minutos menos que la de Chicago. Arteaga le pone más puntos a la de Londres que a esta en su Guía, pero lo cierto es que me fio muy poco de sus puntuaciones. A ver si la escucho y cierro a´si una discografía comparada.

Toni Vila, de acuerdo con eso. Objetividad es una cosa, mecanicismo es otra muy distinta.

Fouquier, un amig me recuerda la Quinta de Solti filmada en Japón y, efectivamente, es espléndida, mucho mejor que la de los CDs.Aun así, creo que queda claramente por debajo de las grandísimas: Barbirolli, Bernstein, etc. Justo lo que pasa con las Sexta y Octava del mismo Mahler: están muy bien, pero algo les falta.

En cuanto a Shostakovich, es verdad que la 10 le sale especialmente bien, pero de nuevo falta ese último paso que separa lo excelente de lo genial. Creo que Solti sí fue muchas veces genial en Haydn, en Mozart, en Beethoven, en Brahms y hasta en Bruckner, pese a las irregularidades considerables en este último, pero en Mahler y Shostakovich me parece a mí que faltaba sintonía

Fouquier de Tinville dijo...

Bueno, es que Solti ha redondeado pocos ciclos. En todos (ciclos y pseudo ciclos, como los poemas sinfónicos de Strauss) tiene cosas de referencia o excelentes y pinchazos. Era un director objetivista y creo que aplicaba los mismos criterios a todo. Unas veces venía bien a la música y otras no. En general cuando pincha es porque se precipita. Bruckner, Mahler y Shostakovich son ciclos inmensos. Pocos los han abordado en conjunto, y menos aún con buen nivel. Solti fue un director muy viajero y muy operístico, y en efecto dejó de probar mucha música o de profundizar en algunos autores. Además, me da que abordó tarde parte del repertorio sinfónico que hizo, y puede que lo hiciera condicionado por los intereses comerciales (discográficos). Más eso que falta de afinidad, creo yo.

Bruno dijo...

Para no ser ventajista ya le anticipo que en esa versión de la OSL me parece que el primer tiempo es la primera vez que lo lee pero en el último está muy intenso. Nada que ver con la conformidad que algunos achacan a la sinfonía. Pura angustia.
Ese disco llegó a España, con la 1ª, allá por los 66 o 67. En una entrevista Solti confesaba que se había recientemente interesado por Mahler a instancias de un amigo.
Por esa época Mahler tenía, para los que habían llegado a conocer su nombre, fama de intrascendente, pesado y reiterativo. Un plomo.
Yo escuché la 1 por primera vez y en directo en la ONE dirigida por Vicente Spiteri. La entrada me llegó porque un abonado entusiasta renunció a escuchar el tostón que presumía.
Los mas jóvenes de ahora no se pueden imaginar lo que contrastaba esa música con lo habitual de entonces. Mas tardío y con otras circunstancias fué lo del auge de Bruckner. Aquí ya pasamos a sensaciones mas difíciles para el oyente. Solti tiene una magnífica 7ª.

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Si todo ha salido bien, cuando se publique esta entrada seguiré en Budapest y estaré escuchando el Trío con piano op. 50.  Completada en ene...