martes, 31 de enero de 2023

Algo sobre el Wagner de Maazel en Berlín

Curiosísimo disco este de Lorin Maazel interpretando a Wagner con la Filarmónica de Berlín, edición italiana que mezcla dos compactos diferentes editados por RCA.

Por un lado están el Preludio y la Liebestod de Tristán e Isolda, registrados en la Philharmonie en noviembre de 1997. El Preludio lo construye Maazel sin prisas y clarificando el tejido polifónico con verdadera mano maestra, pero su visión de la página resulta en exceso contemplativa, amén de parsimoniosa. La temperatura emocional sube de manera considerable en la muerte de amor, no solo por parte de la batuta sino también por la presencia de una Waltraud Meier aún en plena forma vocal, y ya en plena madurez en su comprensión del personaje.

Por otro, dos páginas grabadas en la Jesus-Christus-Kirche en septiembre de 1999. Haciendo gala de su portentosa técnica de batuta, el maestro nos ofrece una amplia, hermosísima y poderosa lectura del preludio de Los maestros cantores. Ahora bien, se echan de menos frescura, desparpajo y sentido teatral, al tiempo que le sobra más de un rebuscamiento que afecta a la continuidad del discurso y hace pensar que el maestro no termina de creerse esta música. Efectivamente, años más tarde terminará de subirse a la parra cuando la haga con la Filarmónica de Viena (Sony).

Queda el Idilio de Sigfrido, una página especialmente difícil de interpretar, toda vez que muchos intérpretes suelen escorarse hacia uno de los extremos: bien hacia el exceso de delicadeza –se puede caer en la blandura, incluso en la ñoñería–, bien hacia la pesadez por parte de quienes creen estar dirigiendo el Anillo “de verdad”. Maazel consigue el punto justo de equilibrio entre densidad y ligereza en una lectura muy lenta y arriesgada que, ciertamente, se mueve en la cuerda floja que separa lo sublime de lo ridículo, pero sin llegar a ponerse en peligro en ningún momento: tal es el grado de virtuosismo que alcanza su batuta. El resultado, una recreación paladeadísima, de extrema depuración sonora, plena de equilibrio clásico –en el mejor de los sentidos– y dotada de una poesía muy especial. Una maravilla.

1 comentario:

Observador dijo...

Tengo las presentes grabaciones de Maazel y la OFB, pero en otra edición de RCA. Compré el CD gracias a Ángel Carrascosa que le puso el máximo puntaje al Idilio de Sigfrido. Coincido plenamente, Fernando.

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