El domingo 28 de agosto de 2022 escribí una entrada titulada “Justo Romero, o el sensacionalismo periodístico” en el que dejaba constancia de mi repulsión hacia el artículo “Plácido, Barenboim, Pollini. Momias vivientes” y ante las maneras periodísticas, en general, del crítico arriba citado. También mi consternación al constatar que el referido texto había obtenido el beneplácito de una serie de artistas que, al aplaudir el contenido del mismo, a mi entender estaban refrendando un comportamiento basado en el insulto (“momias”), la manipulación (acusar de falta de respeto al público a unos grandísimos artistas por el hecho de que presenten las circunstancias propias de la edad) y la más cruel mentira (convertir un problema cardíaco grave en miedo escénico).
Pues bien, uno de los músicos a los que me dirigía era el director Manuel Hernández Silva. Este me ha escrito hace unas horas, muy educadamente, considerando que mi crítica hacia él era injusta y manifestando que lo que yo entendí como líneas de apoyo estaban, en realidad, cargadas de ironía frente lo que había hecho el periodista, crítico y gestor extremeño.
Con permiso de su autor, coloco aquí lo que él escribió en el muro de Justo Romero y confieso no haber captado en ningún momento ironía alguna; probablemente debido a mi torpeza, y quizá condicionado tanto por el hecho de que otros músicos sí que hicieron “like” como por la circunstancia de saber que Hernández Silva y Romero eran y son buenos amigos.
Como estoy convencido de que el maestro actúa con sinceridad, hago públicas mis disculpas y aprovecho para desearle lo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario