domingo, 28 de agosto de 2022

Musikfest Berlín 2022: Klaus Mäkelä y la Concertgebouw

Hay dos maneras de valorar la Sexta sinfonía de Gustav Mahler que le acabo de ver y escuchar a Klaus Mäkelä al frente de la Orquesta del Concertgebouw, filmación en directo con que se ha inaugurado el Musikfest de Berlín de este año. Una, desde el punto de vista de lo que es realmente el director finés: un chico de veintiséis años que rebosa talento. Otra, desde lo que nos quiere vender una intensísima campaña de promoción detrás de la cual, sospecho, debe de haber bastante dinero de por medio: la mayor revelación en el mundo de la batuta desde tiempos de Furtwängler.

Si optamos por la visión desde el primer prisma, solo caben el entusiasmo absoluto y el más fuerte aplauso. Porque resulta asombroso que alguien de su edad –y por ende, sin una experiencia larga al frente de formaciones sinfónicas– sea capaz de conseguir no solo que la increíble orquesta holandesa rinda en plenitud de facultades, sino que una partitura de la complejidad técnica de la Trágica mahleriana se desarrolle con un pulso tan firme, una claridad tan meridiana, una tímbrica tan rica y –más importante aún– una expresión tan centrada: implacable y directa al grano, ha sido una lectura sin espacio para blanduras, amaneramientos ni decadentismos. Bravo, bravísimo por el joven maestro.

Ahora bien, si pensamos en esas míticas recreaciones fonográficas de la obra, las de Barbirolli con la New Philharmonia y la de Bernstein con la Filarmónica de Viena a la cabeza, la cosa cambia. A la propuesta de Mäkelä le falta personalidad, le faltan ideas y le falta una inmersión total en el mundo de contrastes –de lo sublime a lo grotesco– que propone Mahler en la que es una de sus mejores partituras. Está francamente bien el primer movimiento, pero solo eso: necesita un poco más de atmósfera, aunque al menos no cae en el carácter algo lúdico por el que apuestan otros directores. El sublime Andante moderado –colocado en segundo lugar– me ha parecido algo frío; mejor eso que destapar el tarro de la miel, claro está. Bien, sin mucha negrura ni mala leche, el Scherzo. El Finale ha estado en la línea del primero, pinchando en el clímax antes de la disolución final, a mi entender no del todo preparado. Con el tiempo Mäkelä podrá madurar su interpretación y darle una vuelta de tuerca a la planificación de tensiones para que el resultado sea menos lineal. De momento, y para explicarlo de otra manera, si esta Sexta saliera en disco sería una interpretación notable y digna de escuchar, pero mucho más interesante por el continente que por el contenido, y alejada de las grandes referencias.

En cuanto a la orquesta, resulta interesante compararla con la Filarmónica de Berlín: su nivel técnico es el mismo, es decir, el más alto posible, pero sus primeros atriles no resultan tan extraordinariamente musicales como los berlineses. Dicho esto, ¡qué maravilla la de Ámsterdam! A ver qué hace con ella su nuevo titular, obviamente Mäkelä.

Se me olvidaba: antes de Mahler se ha ofrecido el tríptico Orion de Kaija Saariaho. Como no conozco casi nada de la compositora finlandesa, solo puedo decir que me ha gustado mucho, y que el segundo movimiento me ha parecido fascinante por su sutil, imaginativa y sensualísima paleta impresionista.

2 comentarios:

toni vila dijo...

No he escuchado aún esta sexta por Mäkelä, aunque durante estos últimos meses he tenido la oportunidad de hacerme una idea de su arte directorial. Por lo que le he escuchado en anteriores ocasiones, principalmente con las orquestas de Oslo y París, creo que las virtudes que señala podrían ser, en buena medida, mérito de la orquesta. Por ejemplo, en los Proms de este año ofreció una recreación mediocre de Ein Heldenleben. El balance orquestal dejaba muchísimo que desear: sólo se escuchaban las cuerdas.
Yo tampoco creo en aquello de que Viena o Amsterdam "tocan solas" una parte del repertorio. Pero sí que es cierto que garantizan una cierta solvencia técnica. Para ir un poco más allá hace falta la intervención del director, que en función de sus capacidades puede alcanzar la más absoluta genialidad interpretativa o, por el contrario, conseguir resultados peores de los que se obtendrían sin el concurso del director (amaneramientos y otros devaneos que obstruyen el natural discurrir de la música, e incluso fallos técnicos)
Estamos ante una orquesta soberbia con músicos de enorme talla, muchos de los cuales han interpretado esta obra bajo grandes mahlerianos como Haitink, Chailly, Maazel, etc. Tienen una gran familiaridad con la música de Mahler y pueden contribuir en gran medida a elevar el nivel.

Clipman dijo...

Yo también escuché ese Ein Heldenleben de los Cataproms 2022 Annus horribilis (por cierto, ya no están en Youtube, donde los subía un buen samaritano). Me pareció un despropósito. Eso tiene de heroico lo que Justorromero de crítico musical. El Sibelius de Makkela es un globo pinchado. La Leningrado con la Frankfurt tira a saco de la percusión como recurso fácil, hasta tal punto que Luis Cobos saldría llorando de ese concierto. La Novena de Bruckner tiene las pretensiones religiosas de un monaguillo con resaca de la verbena de anoche. Ah y de los Cataproms también el Concierto 1 de Liszt, que hacía pensar en eso que decía Javier Clemente "patada, patapum y pa'rriba".

Yo de un concierto espero una de estas dos situaciones:

*) o que me echen limón en los ojos y me limpien el alma, como Barenboim con el Réquiem de Verdi. Aséptico pero con sentido del potencial dramático que tiene la arquitectura de la obra, directo, al grano y abriendo la percepción del personal. Igual el concierto de Año Nuevo. Algo tuvo de frescura y rebeldía plantarse en Viena y jugar con nuestras expectativas, hasta convertir un repertorio manido en un elogio del acto de escucha, en mi humilde opinión.

*) o bien que se metan de lleno en la obra, pero de verdad. Como Skrowaczewski en sus últimos conciertos, por dar un ejemplo de los encomiables.

Lo de Makela en gran medida es publicidad. Desde Chailly en el 78, Deccaca no había firmado con nadie (a ver si Warner la compra ya y tenemos cajas normales, de las de antes. Y de paso DJ Gramofon, otra oveja descarriada). Y por eso nos lo tenemos que comer con patatas. Igual con François-Xavier Roth, que no convence a nadie haciendo de gemelo malo de Harnoncourt, pero Grammophon ha nombrado su 4a de Mahler "recording of the month". Búsquenla, búsquenla en Youtube (luego acudan a un otorrino porque solo él puede recetar antibióticos para combatir la infección de oído). Yo sé que es mala época para los aficionados a la "clásica", pero el marketing no puede hacer milagros, ni el oyente debe hacer concesiones.

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