viernes, 8 de abril de 2022

Misa en si menor de Bach: discografía comparada

Estoy condenado: esta discografía de la magna obra bachiana no le va a gustar a nadie. Unos –los más– dirán que como puedo a estas alturas valorar muy positivamente versiones "románticas". Otros –los menos–, que menuda barbaridad poner tanta nota a las de corte HIP ("históricamente informadas") que ellos se empeñan en ver como un fraude.

Yo me limito a constatar que esto de poner puntos del uno al diez no es más que una tontería: no estamos ante un examen ni ante una tesis doctoral, sino ante un aficionado que pretende contarles a ustedes hasta qué punto me gustan cada una de las versiones reseñadas. Lamento no hablar de otras que también conozco, por carecer de notas escritas sobre ellas.




1. Klemperer/New Philharmonia (EMI, 1967). ¿Se puede calificar esta interpretación como barroca? No. ¿Romántica? Menos aún. Modernísima, en todo caso. Tempi lentos a más no poder. Tremenda concentración. Tensión interna extrema. Sonoridad masiva y granítica, que no pesada. Toda la parte coral se basa en el análisis de las líneas de fuerza del tejido polifónico, analizadas desde muy lejos de la fidelidad histórica, del estilo e incluso desde la sensibilidad cristiana –sea católica o luterana-, pero sacando a la luz lo que esta música tiene de visionaria en su trazado de las tensiones internas, lo que para muchos equivale –por paradójico que parezca– a poner en primerísimo plano el enfrentamiento entre los seres humanos y lo que hay –o no hay– en este espacio que reservamos para lo que hemos querido en llamar “divinidad”. Las arias están desgranadas con plena naturalidad, pero también con una extrema sobriedad dentro de la cual la expresión es tan intensa como contenida; lo mismo ocurre con los pasajes de la vida de Cristo en el Credo, lentos y llenos de intensidad metafísica, pero alejándose de cualquier intento de seducir por la vía fácil. Los solistas aceptan por completo esa expresión tan severa como honda. Nos obstante, la soprano Agnes Giebel y el bajo Franz Crass se quedan en lo solvente. Bien Herrmann Prey en el Et in Spiritum Sanctum, excelente Nicolai Gedda en el Benedictus y absolutamente sublime en grado superlativo Janet Baker en un Agnus Dei para la historia. Excelente el BBC Chorus bajo la dirección de Peter Helhorn. Soberbia la orquesta, claro está. Suena bien en la remasterización de 2002, pero va echándose de menos una más reciente. (10) 

 


 2.
Giulini/New Philharmonia (BBC Legends, 1972). Extraña y deslavazada interpretación en la que se suceden momentos de bella y apolínea serenidad, momentos tensos y visionarios y momentos de incomprensible dulzonería, incluso de flacidez, por parte de una de las más geniales batutas del siglo. Excelente el Coro New Philharmonia y la orquesta, aunque el violín solista deja que desear. Muy bien Jennifer Hill, excelsa otra vez Janet Baker, discreto Peter Pears y muy mediocre John Shirley-Quirk. La acústica de San Pablo de Londres es muy problemática, al menos pero la grabación recoge una amplia gama dinámica. (7)

 


3. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG, 1973-74). Siendo creación de un devotísimo luterano, la Misa en si menor es por naturaleza una obra católica. Herbert von Karajan, fiel seguidor de la Iglesia Romana, la hace más católica que nunca en una recreación digna de la más suntuosa ceremonia en San Pedro: solemne, imponente, brillante a más no poder, sensualísima y no poco voluptuosa, pero sobre todo rotundamente afirmativa. Aquí no hay dudas en la fe ni angustias existenciales, menos aún desafío a la divinidad (¡Klemperer!), como tampoco hay rastro de la reflexiva, desnuda y humanística fe del protestantismo. Los pasajes más extrovertidos se imponen por su fuerza retórica, los más íntimos se escoran hacia cierto sentimentalismo no exento de seductora belleza. Luego se podrá discutir sobre la sonoridad en exceso musculada de la formidable orquesta, o sobre el tamaño excesivo e inconveniente de los Wiener Singverein, o de la espléndida labor de Gundula Janowitz y Christa Ludwig frente a la solidez de Karl Ridderbusch o a la mera discreción de Ronert Kerns, pero lo cierto es que Karajan tiene las ideas muy claras y materializa su concepto con la mano maestra que en él es de esperar. (8)

 


4. Jochum/Radio Bávara (EMI, 1980). Es esta una dirección de texturas y dimensiones brucknerianas, con toda la calidez y el pathos del Bruckner de Jochum, pero también un tanto “de reclinatorio”, un tanto beatífico y por momentos más laxo de la cuenta, al menos en los pasajes camerísticos con solista vocal. Muy sensual el Qui tollis. Hay momentos muy misteriosos, como ocurre en un atmosférico Et incarnatus. Grandioso y lleno de fuerza visionaria el Sanctus, así como el coro final, aunque desde luego en unos parámetros estilísticos muy decimonónicos. Muy bien Helen Donath y Brigitte Fassbaender. Aceptables el tenor Claes H. Ahnsjö, el barítono Roland Hermann y el bajo Robert Holl. (7)

 


5. Gardiner/English Baroque Soloist (Archiv, 1985). Primera recreación HIP de las que comento. Dirección sensata, equilibrada, clara y elegante, pero con ese punto de sequedad y rigidez propios de Gardiner. Lo mejor son los momentos corales extrovertidos, llenos de fuego al tiempo que muy controlados. Los coros introvertidos suenan por el contrario un tanto apagados y tímidos, amén de sosos en la expresión, aunque al menos se logra un notable recogimiento. Las páginas camerísticas se benefician del buen nivel técnico y la sobria musicalidad de los solistas. Espléndida la flauta de Lisa Beznosiuk. Soberbio el Coro Monteverdi, pero los solistas, que salen de él, mantienen un nivel que oscila entre lo bueno y lo discreto tan solo. La excepción la pone Michael Chance con su maravilloso Agnus Dei. (7)

 


6. Solti/Sinfónica de Chicago (Decca, 1990). Pasó con más pena que gloria este registro por el mercado. Cuando apareció, allá, por 1991, las versiones HIP habían demostrado que eran ellas las que tenían muchas cosas nuevas que aportar sobre esta música. Solti tampoco parecía sentir especial comunión con este repertorio. Por si fuera poco, los ingenieros realizaron un registro –en vivo– que quizá sea el peor de cuantos le realizaron al maestro de origen húngaro en el Symphony Hall a lo largo de la era digital. Lo cierto es que, visto tras pasar más de tres décadas, esta interpretación no está mal en absoluto. Solti dirige con tempi ágiles, pulso firme y rítmica marcada, sin el menor resabio “romántico”, mientras que la sonoridad que extrae de las relativamente nutridas fuerzas congregadas dista muchísimo de la pesadez o la ampulosidad. Nada que ver, por ejemplo, con el registro de Jochum tan solo diez años anterior. Los pasajes más brillantes ofrecen la electricidad controlada que caracteriza al maestro, mientras que en los camerísticos la combinación entre una batuta sapientísima y unos solistas instrumentales formidables logran recogimiento sin el asomo de esa blandura que con frecuencia caracteriza a las versiones historicistas. Lo mejor, un coro que bajo la dirección de Margaret Hillis ofrece momentos –segundo Kyrie, por ejemplo– de un recogimiento espiritual y una unción sagrada dignos de admiración. Felicity Lott y Anne Sofie von Otter (¡qué placer para los oídos su Agnus Dei!) son bazas muy considerables; hay problemas entre sus compañeros masculinos, no siempre acertados en el estilo. (8)

 


7. Celibidache/Filarmónica de Múnich (EMI, 1990). La dirección globalmente resulta de elevado interés, por poética y emocionante, así como por su claridad y equilibrio, pero la extrema lentitud de algunos tempi, como por ejemplo del Benedictus o el Agnus Dei, y sobre todo del Kyrie inicial, es seriamente censurable. La orquesta se muestra algo irregular, flojeando el solista de violín. Muy solvente el coro. Solistas vocales solo aceptables, sobresaliendo la belleza vocal de la Bonney. El gran Peter Schreier empieza ya a estar tocado. (7)

 

8. Koopman/Orquesta Barroca de Ámsterdam (Erato, 1994). El maestro holandés demuestra ser uno de los grandes intérpretes del Barroco HIP con una interpretación de estilo perfecto, espléndida ejecución, apreciable claridad y exquisito gusto, siempre de un enfoque austero y de recogimiento espiritual muy adecuado para Bach, o por lo menos del Bach entendido a la neerlandesa. Ahora bien, es justo reconocer que a ratos su lectura se resiente de una relativa –solo relativa– falta de compromiso expresivo, incluso de cierta sosería, lo que no le impide a Koopman ofrecer algunos momentos extrovertidos de apreciable garra. Bien a secas los solistas; discreto el tenor Guy de Mey. (7)

 


9. Herreweghe/Collegium Vocale Gante (Harmonia Mundi, 1996). Interpretación muy bella, fluida y natural, muy serena, pero bastante irregular, alcanzando fuerza en los momentos más extrovertidos y relajándose en exceso en los introvertidos, suavizando en exceso las aristas y rozando la blandura. Admirable el tratamiento coral. Muy bien Johannette Zimer y Véronique Gens, así como Christoph Prégardien. Magnífico Andreas Scholl, que salva un Agnus Dei dirigido con desgana. Correctos Peter Kooy y Hanno Müller-Brachmann. (7)

 


10. Rilling/Bach-Collegium Sttuutgart (Hänssler, 1999). La sexta grabación de Rilling –tiene siete, nada menos– es un perfecto ejemplo de “tradición renovada”. La sonoridad evita excesivas densidades, los tempi son moderados, el fraseo resulta tan natural como fluido y se evita toda tentación de hinchar la obra sin acercarse en modo alguno al otro extremo, al de trivializarla. Lo más importante: la calidez, el humanismo y la espiritualidad sinceras se hacen presentes desde la primera hasta la última nota. Pero hay un problema: tanta moderación expresiva, tanto equilibrio y una articulación tan poco incisiva –a veces llega a resultar laxa– terminan escorando la lectura en exceso hacia el clasicismo y la alejan de un estilo, el Barroco, que por definición exige tensiones, claroscuros y teatralidad. Los Gächinger Kantorei funcionan de manera muy satisfactoria, sobresaliendo un Credo en el que hay grandeza sin necesidad de desplegar espectáculo. Entre los solistas flojea James Taylor; Andreas Schmidt, Thomas Quasthoff, Juliane Banse y Sibylla Rubens son un lujo. Muy bien Ingeborg Danz en el Agnus Dei. (8)

 


11. Junghänel/Cantus Cölln (Harmonia Mundi, 2003).  Propuesta HIP de carácter minimalista que se beneficia de una buena orquesta y de un admirable equipo de cantantes que se defienden muy bien en el coro y como solistas, así como de una dirección equilibrada, fluida y natural, pero no se puede evitar la sensación de ligereza y trivialidad derivada de algunos tempi, por ejemplo en el Credo, como también la sosería derivada de la escasez de contrastes con un enfoque tan recogido. Canijo y frívolo el Sanctus, magnífico el Osanna. (6)

 


12. Suzuki/Bach Collegium Japan (BIS, 2007). La dirección es irregular, siendo buenos o muy buenos los momentos más espectaculares pero muy flojos en general los restantes, pues el recogimiento que intenta conseguir la batuta termina resultando sosería, falta de tensión interna y de sentido de los contrastes, incluso timidez, acercándose en algún momento se acerca a lo pimpante. La excelencia de orquesta y coros, así como la magnífica labor del clave en el bajo continuo, logran elevar el nivel. Muy bien Carolyn Sampson, soso el contratenor, flojos tenor y bajo. (5)

 

13. Savall/Le Concert des Nations (Alia Vox DVD, 2011). Resultado de unos talleres, el conjunto instrumental y vocal que dirige el de Igualada funciona en lo técnico bastante bien, pese a algunos desajustes y momentos puntuales de poca claridad polifónica, quizá derivadas de la acústica de la iglesia de la abadía de Fontfroide. La dirección de Savall es muy hermosa, destacando por su nobleza y espiritualidad, pero resulta algo blanda en los momentos que tienen que resultar más lacerante y de súplica, como la sección central del Credo o el Agnus Dei; los momentos brillantes sí que están satisfactoriamente resueltos. Mal el solo de violín de Manfred Kraemer, magnífico Marc Hantaï en el de flauta. Correctas las sopranos Celine Scheen y Yetzabel Arias Fernández. El contratenor Pascal Bertin cuenta con una bella voz y canta con enorme gusto, pero se queda corto en el grave y sufre problemas técnicos en el Agnus Dei. Bien a secas el tenor Makoto Sakurada, así como el bajo-barítono Styepahn MacLeod. El sonido es muy bueno, pero quizá le falte un poco de pegada en DVD, y algo más de gama dinámica; el surround no parece auténtico. (7)

 

14. Biller/Orquesta Barroca de Friburgo (Blu-ray Accentus, 2013). El morbo de esta filmación –soberbia en los aspectos puramente técnicos– es ver la obra en interpretación rigurosamente historicista en la mismísima iglesia de Santo Tomás de Leipzig, con el coro local –Thomanerchor, con niños no siempre impecables– y dirigido por el cantor actual. Pero ahí acaba la cosa, porque la dirección de Georg Christoph Biller tampoco es muy allá: funciona bien en los números más extravertidos, en buena medida gracias a las soberbias trompetas de la orquesta, pero su fraseo resulta algo saltarín, y en los pasajes que exigen recogimiento cae en una cierta timidez expresiva. Los solistas instrumentales evidencian más tics HIP de la cuenta, mientras que los vocales se quedan en lo simplemente correcto; en cualquier caso, cantan con buen gusto y propiedad estilística. Subtítulos en latín e inglés. (5)

 

 

15. Gardiner/English Baroque Soloist (SDG, 2015). Gardiner ha acentuado sus rasgos más personales: tempi rápidos, articulación recortada, acentos rítmicos muy marcados, sequedad generalizada... Todo ello, en dosis superiores. Escúchese la tercera sección del Kyrie, ahora con una acentuación muchísimo más marcada, innecesariamente enfática y hasta ridícula. O el Laudamus te, que aun siendo solo un poco más rápido que antes, se encuentra en esta nueva recreación fraseado de manera mucho más "saltarina", léase pimpante y frivolona, teniendo además que aguantar un violín para mi gusto insoportable de Kati Debretzeni. Nada que ver con la musicalidad que hace ya tres décadas exhibía Elizabeth Wilcock, si bien es cierto que en este mismo número la soprano Hannah Morrison está bastante mejor que como en su momento estuvo mi admirada Nancy Argenta. Si repasamos algunos otros números encontramos más diferencias entre las dos grabaciones. Por ejemplo: en el Quoniam, el bajo Stephen Varcoe y el trompa Michael Thomson hicieron una labor más satisfactoria que la que ahora realizan David Shipley y Anneke Scott. Los continuos cambios de color de la mezzo Meg Bragle en el Agnus Dei tampoco son de recibo. Sin embargo, en el Benedictus resulta muy preferible el tenor Nick Pritchard de la nueva grabación a Wyndorf Evans, mientras que la flautista –no se especifica cuál de las dos de la actual plantilla de los EBS– lo hace casi tan bien como la Beznosiuk. Y ya que hablamos de los solistas instrumentales, a destacar la incorporación del clave junto al órgano en el continuo. Lo que sigue siendo un escándalo es el Monteverdi Choir. Dudo que nunca se hayan cantado las partes corales de esta página como en los dos registros del maestro inglés desde el punto de vista técnico, quiero decir: afinación, empaste, claridad y todo eso. Porque en lo expresivo el asunto las cosas vuelven a ser como antes: más bien fríos los coros más introvertidos, admirables aquellos de carácter triunfal –particularmente el Sanctus y el Dona nobis pacem– pese a que los tempi en general algo más premiosos del Gardiner reciente hacen perder un poco de empaque, de hondura, y no dejan al oyente atender a todos los asombrosos pliegues de la escritura polifónica bachiana. (5)

 


16.
Koopman/Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 2017). Pasa un poco igual que en la grabación del maestro con su propia orquesta. Nuestro artista da lo mejor de sí mismo en aquellos momentos que son más extrovertidos –Cum Sancto Spiritu, Osanna–, a los que sabe llenar de fuerza, de brillantez, incluso de espectacularidad bien entendida, derrochando fuerza y entusiasmo al borde del desbordamiento. En los más introvertidos, en aquellos que demandan recogimiento, atmósfera y una particular mezcla de súplica, fervor e inquietud ante lo sagrado –primera parte del Kyrie, Qui tollis, Crucifixus, Agnus Dei–, Koopman resulta algo distante en la expresión, poco sensual y no del todo espiritual. O sea, nada que ver con la maravillosamente histriónica gestualidad con la que se comunica con la Filarmónica de Berlín. Ahora bien, esta suena bajo sus órdenes con una absoluta propiedad estilística, articulando sus integrantes con agilidad e incisividad sin necesidad de caer en excesos, ofreciendo una asombrosa depuración en el trazo polifónico y derrochando esa mezcla de virtuosismo y musicalidad que le es propia. El Coro de Cámara de la RIAS también está formidable, en todos los sentidos: afinación, empaste, claridad y expresividad. Así las cosas, esta lectura de Koopman se sitúa muy por delante de la anterior. En lo que al cuarteto vocal se refiere, destacan la soprano cubana Yetzabel Arias Fernández y, sobre todo, la contralto alemana Wiebke Lehmkuh, de voz espléndida y apreciable compromiso expresivo. Su Agnus Dei, acompañada al órgano por el propio Koopman, altamente emotivo. El tenor Tilman Lichdi se limita a cumplir con solvencia, mientras que el bueno de Klaus Mertens se convierte en el punto negro de la velada: se le escucha con la simpatía y el cariño que se merece quien lleva tanto tiempo cantando a Bach, pero a estas alturas no está para muchos trotes. Si no fuera por él, le pondría un 9 a esta interpretación. Venga, nos olvidamos de su presencia y le ponemos esa nota a esta lectura que, a la postre, me parece la mejor de todas. Lo de Klemperer, obviamente, es “otra cosa”. (8)

8 comentarios:

Observador dijo...

Esta colosal obra maestra se merecía una comparada.

Mireia P.B. dijo...

Estimado Sr. Lopez,
Espero que la próxima temporada venga al Liceo que nos han programado algunas presuntas joyas:
En febrero-marzo un Macbeth con escenografia y vestuario de Jaume Plensa...Ya era hora! Un artista de la ciudad ninguneado en su casa, as usual por estos pagos.

Ya, para espiritus valientes o temerarios..."La gata perduda" ópera de estreno compuesta por un músico del grupo "Obeses" que será interpretada por los músicos del Conservayorio y del Taller de Músics y una amalgama de coros aficionados de la zona.

Y como estreno mas convencional el de "Alexina B" de Raquel Garcia-Tomas con Pons a la batuta y cantantes profesionales.

Si se anima, me comprometo a hacerle de "chevaliera servant" en correspondencia a lo mucho que aprendo en su blog.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Barcelona es una de mis ciudades favoritas. La adoro. También a Gerona y Lérida. Por desgracia,las circunstancias llevan años dejándome sin salir del Guadalquivir. Gracias de todas formas. Ah, Plensa me parece un gran artista. Saludos cordiales.

Javier dijo...

Gracias por su nueva comparativa de esta magna obra de Bach. Y gracias también por adjuntar interpretaciones no historicistas; se echaban de menos. Algunos dirán que adjuntarlas está fuera del estilo barroco. El estilo es importante, no digo que no, es el "ropaje de la música", como bien dice el refrán; "no puedes vestir a un "Cristo con dos pistolas", pero musicalmente algunas interpretaciones no historicistas tienen más alma musical. Sino escuchen la versión de Klemperer y aprendan...

Julio César Celedón dijo...

¿Cree que la aproximación qué tuviera Emanuelle Haim de esta obra si la grabará, sería de las mejores? Que yo sepa no la ha grabado o interpretado en concierto

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Ni idea de Haim, pero es una señora que me interesa muchísimo. Saludos desde Sevilla en plenos desfiles de Semana Santa.

Gustavo F. Monastra dijo...
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Gustavo F. Monastra dijo...

LA GRABACIÓN DE SOLTI
cuando tenia 19 años (era 1993), todavía no sabía diferenciar la música barroca del romanticismo y estaba conociendo literalmente nueva música (hacía menos de tres años que habia descubierto la llamada música clásica) así que, a sabiendas de que la Misa en si menor y casi todo Bach eran un punto cúlmine de la creación humana, cuando vi estos CD en un escaparate, no dude en comprarlos. Con el tiempo, fui valorando cada vez más esta interpretación. Me gustan mucho las grabaciones HIP, también y a veces las prefiero, pero Bach (y los barrocos en general) no eran tontos: de haber tenido la oportunidad de tener un orgánico de 80, 90 o 100 integrantes, no hubiesen dicho "no, no es correcto estilísticamente"... en todo caso, eran problemas financieros para conseguir tantos músicos. Se puede corroborar ello en algunos grabados de Handel dirigiendo grandes masas corales-orquestales, lo que demuestra que el barroco pequeño a veces puede estar bien, pero en obras de esta categoría, a más tanto mejor.

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