sábado, 5 de marzo de 2022

Salmos para un continente en guerra

El 6 de abril de 1972, para conmemorar el primer aniversario de la muerte de Igor Stravinsky, la London Symphony y Leonard Bernstein ofrecieron en el Royal Albert Hall un programa que incluía La consagración de la Primavera, el Capriccio para piano y orquesta y la Sinfonía de los Salmos. En los días inmediatamente posteriores, los mismos artistas registraron la primera y la tercera obra en Abbey Road para CBS. Yo solo conocía La sacre. Permítanme que les diga algo sobre la obra que cerraba el evento, porque me ha parecido una recreación muy, pero que muy especial.

Pensaba yo que se me encontraría ante una lectura fresca, impulsiva y flexible, antes dionisíaca que espiritual y con los aspectos rítmicos especialmente subrayados. Pues no. Se trata -siempre a mi entender, claro está- de una interpretación extremadamente estática y tensa en la que el temor, la angustia y la súplica en absoluto confiada –más bien se aprecia cierto “desafío” a la divinidad– se ponen por encima de otras consideraciones. Los tempi son muy lentos –sin llegar al extremo de Celibidache en su lectura genial, muy distinta a esta– sosteniendo el fraseo con una concentración y una tensión impresionantes. Tensión que viene dada por el peso de la armonía, no por el uso de la agógica: aquí cada compás adquiere relieve y significación propias.

Para conseguir esto, obviamente, no solo hace falta una técnica de batuta soberbia, sino también un conocimiento profundo del lenguaje del compositor: el carácter incisivo de su rítmica y de su tímbrica están ahí, cada instrumentista sabe exactamente cómo debe frasear, no hay la menor tentativa de “romantizar” la obra y la sequedad tan cara al compositor se mantiene, pero sin que eso signifique distanciamiento expresivo. Aunque no todos los elogios han de ser para Lenny, porque la labor de Laszlo Heltay al frente del English Bach Festival Chorus (¡qué alivio escuchar en esta obra a un coro británico!) es fenomenal.

¿Hay diferencias entre la versión en vivo y la de estudio? Yo diría que la segunda es aún mejor, particularmente en el primer movimiento, todavía más lacerante y siniestro, incluso retorcido. El segundo es en ambos casos genial, como toda la conclusión del tercero. Obviamente, el registro de CBS –Dutton lo ha rescatado en cuadrafónico: lo he comprado, a ver qué tal– suena muchísimo mejor que el de la filmación, monofónica. Esta última la pueden comprar en DVD y ver a través de Medici TV. Testimonios imprescindibles, en cualquier caso, para un continente en guerra.

1 comentario:

histoclásica dijo...

Lenny creo que hace la interpretación más hermosa, apacible y profunda de ese monumento que es la Sinfonía de los Salmos. He llegado a pensar que es la sinfonía de los Salmos que le hubiera gustado componer a Bernstein. Yo soy más del ritmo inquieto y sorprendente de Stravinski, de esa evocación a lo arcaico, de esa armonía disonante tan de Stravinski que la va también a esta misteriosa y emocionante obra. Soy más por ejemplo de los que están en la línea Karel Ancerl, ese es el Stravinski que me produce emoción, sin emociones añadidas por el director de orquesta. Saludos

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