Esta mañana he recibido de Amazon una edición que, pese a tener ya todo ese material en CD, me hace muchísima ilusión, porque ahora cada disco aparece con su carátulas originales –delanteras y traseras– y el sonido ha sido reprocesado 24bit 96kHz. Me refiero a una caja que contiene los siete álbumes de música de cine que Bernard Herrmann grabó entre 1968 y 1975 para la serie Phase 4 Stereo: cuatro con música propia –amplias selecciones de sus más importantes bandas sonoras–, dos con partituras de otros compositores –incluidos Walton, Shostakovich y Rózsa -y finalmente la banda sonora original de la película de Brian de Palma Obsession, esta última con los treinta y nueve minutos originales –aún tengo ese vinilo– y no con los setenta y cuatro con que fue reeditada en 2015.
No tengo tiempo para extenderme. La calidad media de la música es extraordinaria, muy particularmente la de Great Movie Thrillers –volumen dedicado a Hitchcock, comentado en este mismo blog– y Great Film Classics, por no hablar de las contribuciones del neoyorkino al cine fantástico. La London Philharmonic y la National Philharmonic rinden estupendamente. La batuta de Herrmann, por su parte, a veces ha sido muy discutida por la lentitud de los tempi, a veces muy considerable si comparamos con lo que él mismo había propuesto desde el podio en las correspondientes bandas sonoras originales. A mí la dirección en todos los casos me parece sensacional, incluso reveladora en algunos casos.
El sonido. Ya saben ustedes que Phase 4 Stereo buscaba la espectacularidad por encima de cualquier otra circunstancia, amplificando de manera artificial los solos instrumentales para ponerlos en primer plano y buscando llamativos efectos estereofónicos con la percusión, también en primerísimo plano. Gustaba mucho en una época en la que por fin la mayor parte de la población empezaba a conocer la estereofonía en casa, pero hoy día convence poco cuando de repertorio sinfónico tradicional se trata. Así las cosas, en estos álbumes se aprecian diferencia: aquellos que incluyen músicas de perfil sinfónico tradicional decepcionan relativamente por su artificiosidad, mientras que aquellos que recogen partituras en las que Herrmann había jugado con plantillas no tradicionales e incluso había requerido la amplificación artificial, fundamentalmente las escritas para las películas de aventura y fantasía, las cosas funcionan a pedir boca: es así como el compositor quería que se escuchasen.
El nuevo reprocesado no diré que sea revelador, pero sí que ha mejorado sensiblemente las anteriores encarnaciones en compacto. He ido realizando breves comparaciones disco a disco –los siete– y se aprecia ahora bastante más presencia, relieve e inmediatez. En algunos, también mayor limpieza. Las breves notas de Tom Schneller están bien, pero las más interesantes son las originales del propio Herrmann y de Christopher Palmer, que se incluían en los vinilos originales y ahora podrá leer quien tenga una lupa. Menos es nada.
¿Insuficiencias? Que se hayan dejado fuera los discos que Herrmann grabó de música clásica para el mismo sello (¡auténticas maravillas!), y que Obsession no aparezca completa. Por lo demás, una cajita total y absolutamente indispensable.
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