Jueves Santo sin procesiones. Hasta no hace mucho se acostumbraba por estas fechas a ver películas como Quo Vadis? Y yo he vuelto a una de mis bandas sonoras favoritas: la compuesta entre 1950 y 1951 por el húngaro Miklós Rózsa para el filme de Mervyn LeRoy. Por descontado, no me he oído a por la grabación original, sino por la selección de más de cuarenta minutos registrada con excelente toma sonora –ingeniería de Stan Goodall en el Kingsway Hall– en la segunda mitad de los setenta por el sello Decca en la que el propio compositor dirigía con técnica e inspiración impresionantes mucho mejor que dos décadas atrás– a una formidabilísima Royal Philharmonic Orchestra y al Saltarello Choir.
Muchos dirán que esto suena en exceso a “película de romanos”. Permítanme parafrasear a André Previn cuando hablaba de Korngold: son las películas de romanos las que suenan a Rózsa, no al revés. ¿Y a qué suena Rózsa? Pues a lo que tiene que sonar: a la prolongación lógica y natural de Bela Bartók y Zoltán Kodály. Es fácil pensar en el Psalmus Hungaricus al escuchar el primero corte del disco, o en el Mandarín maravilloso al escuchar las síncopas de la escena de la persecución. Hay que reconocer que no posee nuestro artista la calidad de sus predecesores, eso desde luego, y que no tuvo más remedio que intentar sintonizar con la sensibilidad musical –más bien simplista, por decirlo de algún modo– de esos cientos de miles de personas que iban a ver la película de la MGM, pero creo que mantuvo en todas sus composiciones un alto nivel de calidad y, en el caso concreto de esta partitura, una portentosa inspiración.
Hay aquí música religiosa muy bella. También secuencias descriptivas y unas cuantas piezas diegéticas -danzas, marchas- que funcionan bastante bien dentro de su carácter un tanto naif, aquí sí “hollywoodiense” en el más común de los sentidos. También secuencias atmosféricas –crucifixión de Pedro, muertes de Popea y Nerón– extraordinariamente sugestivas. Y hay, sobre todo, dos temas de amor excelsos: el voluptuoso de Marco y Ligia y el más bien agónico de Petronio y Eunice. Creo sigue siendo hoy una de las obras maestras de Miklós Rózsa.
¿Qué hay que hacer para escuchar este disco? En las plataformas está “oculto” haciéndose pasar por el disco de 1951: si ven que el tercer track se llama “Fertility Dance”, este es el de Decca que comento. Mi recomendación, no obstante, es que se compren el doble CD del sello Dutton, que trae también Ben-Hur y se encuentra reprocesado por el propio Michael J. Dutton.
PS. De acuerdo con que Peter Ustinov estuvo pasadísimo de rosca como Nerón, pero ¿y lo visionario que se mostró anunciando con esta recreación a Donald Trump?
2 comentarios:
Rósza consiguió además ese mérito que sólo tienen los grandes de ser reconocible a la primera nota. Hasta mi madre (que en sus propias palabras en lugar de oídos tiene "alpargatas", siempre me susurraba al oído delante de la pantalla cuando comenzaban los créditos de una de sus partituras "esta música debe de ser de Miklos Rósza). Hay tantas donde elegir... Pero yo tengo predilección por "La vida privada de Sherlock Holmes", en la que además pudo introducir su concierto para violín. Sobre la interpretación de Ustinov también es justo reconocer en la versión española el gran trabajo del actor de doblaje Joaquín Díaz. Muy gracioso lo de Trump, en el fondo todos los tiranos son iguales: Nerón, Hitler, Stalin. Ya sabe: "¡Qualis artifex pereo!".
Gracias por las aportaciones, Pablo.
Del concierto para violín de Rózsa comencé hace tres semanas una comparativa discográfica que no logré terminar debido al estrés. Espero retomarla.
Qué gracia que menciones al gran Joaquín Díaz. Yo hace años que evito ver las películas dobladas, pero reconozco que la sintonía de este señor con Peter Ustinov en montones de películas era total. Se parecían mucho, mucho. Sin embargo, no le veo parecido a Jack Lemmon, que fue -por lo que veo- a quien más dobló. Vale, en La carrera del siglo quedaba estupendo doblando al príncipe bobalicón, pero creo que Lemmon se movía en otros registros.
En cuanto al Nerón de Ustinov, no pretendo compararlo con Hitler, Stalin o Franco. Es más bien Trump. ¿Y quizá Jesús Gil? Saludos.
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