lunes, 2 de noviembre de 2020

Debussy por Abbado en Berlín: levedad

Interesante este compacto dedicado a Claude Debussy protagonizado por Claudio Abbado y la Filarmónica de Berlín que fue registrado por Deutsche Grammophon en la segunda mitad de los noventa. Se abre con el Preludio a la siesta de un fauno, página que el milanés ya había grabado en 1986 frente a la Sinfónica de Londres con excelentes resultados. Esta no está tan bien: ahora la página le dura 9’22'' frente a los 9’50'' de su anterior grabación, lo que –no necesariamente tendría por qué haber sido así– tiene su correlato en una lectura menos concentrada que gana en agilidad incluso en frescura juvenil lo que pierde en erotismo. La orquesta, curiosamente, suena más aérea que la LSO, dejando bien clara la evolución del maestro italiano en lo que al tratamiento de las masas sonoras se refiere. En perfecta sintonía con la batuta, Emmanuel Pahud se decanta antes por lo ágil que por lo poético.

Siguen los Nocturnos. Aquí había dos precedentes: la versión de 1970 con la Sinfónica de Boston, formidable, y la menos lograda del 1 de mayo de 1998 con la Berliner Philharmoniker. Esta del CD es de septiembre de 1999. El maestro y la que todavía era su orquesta repiten la aproximación en vivo del año anterior adoptando tempi rápidos, un fraseo muy fluido y texturas aéreas, siempre en busca del mayor refinamiento de timbres y texturas, apostando por lo luminoso, prefiriendo el movimiento continuo al estatismo y apartándose, para lo bueno y para lo menos bueno, de toda densidad sonora y expresiva: de nuevo se echan de menos concentración y magia poética. Maravillosas las señoras del Rundfunkchor Berlin.

Queda la suite, elaborada por Erich Leinsdorf, de Pelléas et Mélisande. El maestro no se interesa nada por la teatralidad, por las atmósferas inquietantes ni por los aspectos más tensos de esta música, volcándose en sonoridades leves, una depuración sonora extrema y la más absoluta exquisitez tímbrica, ofreciendo así un impresionismo “de acuarela” que fascina de principio a fin por su enorme magia sonora, al tiempo que se queda a medio camino a la hora de hurgar en lo que esta música alberga. Es decir, puro Abbado de su etapa berlinesa. Soberbia la toma en vivo.

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