lunes, 8 de junio de 2020

De izquierdas

Yo no soy "antifa", en tanto que reniego del uso de la violencia para defender las ideas.



Pero soy antifascista, porque detesto el culto al líder, la sumisión del individuo ante "la patria", la defensa de "lo propio" frente a la alteridad y la reivindicación de los valores primarios, sean estos individuales o colectivos, como manera de refugiarse en el gregarismo y pensar lo menos posible.

Soy antirracista, porque apelar a presuntas superioridades de unas razas sobre otras no es sino una manera de justificar el más repugnante egoísmo del ser humano y el deseo de ponernos por encima de quienes no son sino nuestros iguales.

Soy antinacionalista, porque me enerva el uso que se suele hacer de las banderas. De cualquier bandera. Y porque sintiéndome plenamente español y plenamente andaluz, también me encuentro identificado con valores que asociamos a otros lugares del mundo. Porque tengo derecho a admirar a Cataluña, a adorar a Inglaterra y a Alemania, o a sentirme como en casa en Italia. Y porque nacer aquí o allí no es más que una casualidad y no te obliga a comportarte de una manera o de otra, a sentir tales cosas ni a tener que amar unos colores determinados.

Soy feminista, porque aun considerando muy desacertadas algunas actitudes puritanas que el movimiento feminista está evidenciando (¡ese lenguaje inclusivo, esa censura de cuentos infantiles!), a lo largo y ancho del planeta son habituales la discriminación, el abuso y la explotación de las mujeres por el simple hecho de su sexo. También en España. Y porque nos encontramos ante una injusticia secular que los seres humanos del siglo XXI no nos podemos permitir.

Soy progay, como decía Rocío Jurado, porque cada uno está en su derecho de amar a quien quiera y tener relaciones con quien le aperezca oportuno mientras no haga daño a nadie. A no a avergonzarse de ello, a no a tener que ocultarlo, a no sentirse mal visto por quienes se incomodan ante algo que su ignorancia no les permite comprender, que la tradición les impide apreciar o que su fuero interior les hace temer.

Soy antiabortista, porque creo que la vida humana es el valor más importante, porque no se puede jugar con ella, y porque ponerse un condón es hoy día barato y fácil, lo que no quita que esté de acuerdo con el recurso al aborto bajo circunstancias determinadas.

Soy laicista, porque considero que la religión en la actualidad debe limitarse a la esfera de lo privado y nadie tiene derecho a inmiscuirse en los comportamientos de los demás apelando a conceptos que, a lo largo de la historia, han sido fruto de las circunstancias del ser humano, no de revelaciones supraterrenales. Y porque el pasado y el presente han demostrado que las teocracias conducen al odio, a la discriminación y al desprecio del otro.

Soy moderadamente animalista, porque creo que quien es capaz de hacer sufrir a los animales solo por placer no puede querer realmente a los otros seres humanos, y que una sociedad que permite ese mismo abuso de los animales sin necesidad alguna no puede ser generosa y solidaria en otros aspectos.

Soy defensor del medio ambiente, porque cada vez que jodemos a la naturaleza nos estamos jodiendo a nosotros mismos, y porque lo hacemos pensando antes en el confort propio antes que en lo que le legamos a las generaciones venideras.

Soy partidario de medidas moderadas de intervencionismo económico y de medidas nada moderadas de redistribución de la riqueza, porque generalmente quienes se han enriquecido de manera desmesurada lo han hecho a costa del abuso hacia los demás; porque las grandes fortunas tienen más que suficiente para permitirse un extremadamente cómodo tren de vida; porque la mera acumulación de capital no genera riqueza en el sistema capitalista; y porque, en ese mismo sistema, es necesario que toda la masa de la sociedad consuma para garantizar el trabajo, la estabilidad de la producción y la generación de riqueza, como también lo es para mantener una estabilidad social que nos permita conservar y ampliar los derechos, las libertades y las garantías que las generaciones que nos anteceden han ido ganando para nosotros.

Por todo lo dicho soy de izquierdas. Por todas esas creencias lucharé activamente, y espero seguir haciéndolo por mucho tiempo. Y por todas ellas seguiré reivindicando el sentido del humor, la sátira y la “incorrección política” como medio de enfrentarnos a la realidad.

Y por eso estoy suscrito a Mongolia.

1 comentario:

Juan Angel Saiz dijo...

Suscribo prácticamente todo lo que dices, aunque alguna expresión de las que has utilizado es un poco... pero el sentido de todo lo que dices lo suscribo. Claro, conciso y bien expresado.

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