miércoles, 8 de abril de 2020

El formidable Mesías de Richter en Londres

Nada, que no me pude aguantar: como ayer era Martes Santo y Haendel estrenó e interpretó en repetidas ocasiones la celebérrima página en ese día, ayer volví a El Mesías después de haber escuchado el lunes la interpretación de Sir Colin Davis que comenté en la entrada anterior. Esta vez he querido volver a la registrada por Karl Richter en noviembre de 1972 para Deutsche Grammophon, aquella que llevó en vinilo y en su primera edición en compacto el Cristo de Dalí. Es una grabación que recordaba bien, pero ahora he tenido la oportunidad de disfrutarla con sonido de alta definición 94/24.


Es precisamente la toma lo que más me ha llamado la atención: si siempre ha sonado muy bien, ahora lo hace absolutamente de escándalo, no solo mucho mejor que la citada de Sir Colin Davis, sino casi a la altura de una grabación actual, tal es el cuerpo, la carnosidad y el relieve que ofrece la cinta tras su restauración. Hay que descubrirse ante el productor Gerd Ploebsch y ante el ingeniero Hans-Peter Schweigmann, merecedores de los más grandes elogios.

En cuanto a la interpretación, me sigue pareciendo una de las mejores de las dieciocho –si no llevo mal la cuenta– grabaciones comerciales que hasta ahora he podido conocer. Interesa comparar la dirección de Richter con al de Sir Colin: aunque sea un tópico decirlo, su enfoque es bastante menos “británico” y más “germánico”, lo que se traduce en menor interés por los aspectos amables y sensuales de esta música, mayor densidad tanto sonora (¡que no de pesadez!) como expresiva y una mucho mayor intensidad dramática. Este Mesías es, ante todo, emotivo. Está lleno de fuerza, de vida, de sentido de los contrastes y de pathos. Se encuentra dicho con emoción verdadera de principio a fin, y siempre expuesto con mano maestra a la hora de delinear la arquitectura, con un espléndido tratamiento de la cuerda de la London Philharmonic y una respuesta soberbia del John Alldis Choir, que ya intervenía en el registro de Sir Colin –escondido bajo el nombre de London Symphony Chorus– y aquí parece estar todavía mejor. Muy centrado el clave de Hedwig Bilgram –sin “coqueterías británicas”– y estupenda la trompeta de Edgar Krapp.

Helen Donath se muestra angelical en el mejor de los sentidos, aunque reconozco que ahora no me parece la recreadora ideal para su parte. Notable Anna Reynolds, y más que solvente Stuart Burrows. Donald McIntyre, a despecho de algunos problemas con las agilidades, está bastante mejor –canta con autoridad y arrojo– de lo que cabría pensar en quien pocos años más tarde se convertiría en el Wotan de Boulez/Chéreau.

No tengo mucho más que decir. El Mesías es para semana Santa, no para Navidad. Ahora que están encerrados –espero que rebosantes de salud–, aprovechen la ocasión y escuchen este registro admirable.

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Para lo que ha quedado la Gheorghiu

Por supuesto, yo ya ando en casa. Escribiré poco a poco sobre lo que he escuchado en Bucarest.