Sinfonía de Berio es una obra que me fascina desde hace muchos años. Hace pocos días pude repasar las grabaciones de Boulez y Chailly. Soberbias ambas, en una línea muy virulenta e incisiva que me recuerda no poco al registro en vivo del propio autor con la Concertgebouw. Esta de Rattle ha sido diferente: menos combativa, también menos hermética, al tiempo que más atenta a la sensualidad y al misterio que asimismo alberga esta partitura que Rattle, probablemente con razón, etiqueta en su locución previa al concierto como una de las más geniales de la segunda mitad del siglo XX. Desde el punto de vista técnico, el maestro británico obra un verdadero prodigio, particularmente en esa increíble desconstrucción del Scherzo de la Segunda de Mahler que es el tercer movimiento: parece imposible que se escuchen tantísimas cosas en un tejido polifónico tan complicado como este, y si los magníficos Neue Vocalsolisten Stuttgart no parecen tan portentosos como otros grupos vocales que han registrado la obra, la Filarmónica de Berlín ofrece un nivel superlativo, diríase que insuperable.
Nivel que se mantiene en el Concierto para orquesta de Bartók, hasta el punto de que me atrevo a afirmar que nunca he escuchado una interpretación tan increíblemente bien tocada como esta. Ni siquiera las de Solti con la Sinfónica de Chicago han llegado tan alto. De no dar crédito, lo juro. La batuta explora todos y cada uno de los recovecos de la partitura y los profesores de la orquesta, sin público en la sala, tocan como si les fuera la vida en ello. En cuanto a la interpretación propiamente dicha, resumo mi parecer de manera simple: a los movimientos primero y tercero, aun planteados con apreciable dramatismo, les falta un punto de densidad, atmósfera y concentración para llegar a lo más alto, mientras que el segundo, el cuarto y especialmente el quinto son los que más me gustan de cuantos he escuchado. Rattle se encuentra en su salsa desplegando desparpajo, ironía y sentido del humor, como también jovialidad y brillantez en grado superlativo, mientras que todos y cada uno de los solistas de la Filarmónica de Berlín –faltan muchas caras conocidas, pero da igual: los segundos de a bordo no son menos buenos– intervienen con absoluta implicación expresiva.
¿Hace falta decir más? Sí: mañana sábado día 13 se repite la transmisión. Ni se les ocurra perdérsela.
PS. Me entero hoy domingo que al final no se producirá el estreno a puerta cerrada de Aquiles en Esciros, debido a las excepcionales circunstancias que concurren en la capital de España. Al mismo tiempo, se incrementa el número de orquestas y teatros de ópera europeos y norteamericanos que anuncian streamings gratuitos de diferentes eventos.
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