Pasados ya de moda los diferentes estilos con que había triunfado desde finales de los cincuenta hasta mediados de los setenta arreglando éxitos propios y ajenos, aquí Mancini renuncia a utilizar diferentes melodías como nuevo punto de partida. Lo que hace, por el contrario, dar lustre a la sonoridad original, o al menos al espíritu, de las músicas que entre 1933 y 1939 catapultaron a la fama a la peculiar pareja formada por Fred Astaire y Ginger Rogers. Elabora así breves pero sustanciosas suites de las películas que en España se llamaron Sombrero de copa, Roberta, Volando a Río, La alegre divorciada, Sigamos la flota, Ritmo loco y En alas de la danza, con las que vamos saltando de Irving Berlin a Jerome Kern, a Vincent Youman y a George Gershwin con melodías conocidísimas o otras que lo son bastante menos, pero que en cualquier caso se esconden en algún lugar de la memoria de quienes ya somos más o menos mayores y pudimos ver estas cintas en televisión.
Si los arreglos, realizados siempre para gran orquesta sinfónica, son ejemplares, Mancini triunfa por completo en su faceta de director inyectando swing, chispa y espectacularidad en su punto justo. Trata además muy bien a la cuerda, moderándose en lo que a vibrato y portamentos se refiere, aunque en lo que deslumbra es en el trabajo de los metales. ¿Cómo podía ser menos en un señor que había compuesto muchos años atrás el tema de La pantera rosa y se lo sabía absolutamente todo, y quizá mejor que nadie, sobre la big band?
En fin, una verdadera delicia de disco, que además cuenta con una toma sonora de lujo. Una curiosidad: el concertino es Sidney Sax, así que todo apunta que la Mancini Pops Orchestra no es otra que la National Philharmonic que gestionaba el mencionado violinista y que tantas bandas sonoras grabara.
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