viernes, 16 de agosto de 2019

Nelsons hace Mozart y Tchaikovsky en Leipzig: lo apolíneo bien entendido

Notabilísimo en lo interpretativo este Blu-ray del sello Accentus en el que se recoge la mayor parte –falta un estreno de Thomas Larcher– de un concierto ofrecido por Andris Nelsons y la Orquesta del Gewandhaus de Leipzig, de la que es titular, en marzo de 2018, con la Sinfonía nº 40 de Mozart y Patética de Tchaikovsky en los atriles. Y sería de lo más recomendable si no fuera por un grave problema técnico que comentaré al final.


La verdad es que ha sido una grata sorpresa encontrar una versión así de la KV 550, en pleno siglo XXI. Tan personal y tan arriesgada. Tan a contracorriente de lo que hoy se lleva en Mozart. Tan alejada de las maneras “históricamente informadas”, excepción hecha de la moderación de vibrato en el Andante. Tan moderada en sus tempi -que a algunos, no a mí, le parecerán lentos-. Tan escasamente interesada en los grandes claroscuros. Aunque también, resulta imprescindible advertirlo, tan distinta de lo que Barenboim, otro que sigue apostando por “la gran tradición”, hace con esta obra.

Y es que Nelsons apuesta por una interpretación clásica y apolínea –que no sosa, ni trivial– en el más amplio y mejor de los sentidos. Lo hace ya desde un arranque misterioso que da paso a un primer movimiento poco tempestuoso, inquietante pero no inquieto, ágil al tiempo que sonado con músculo, de perfecto equilibrio entre forma y expresión. El segundo es sereno, esencial y meditativo, atento a los acentos dolientes aunque también visto un tanto desde la distancia. ¿Otoñal? No exactamente, aunque algo de eso hay. El Menuetto es un completo acierto, al articular Nelsons evitando toda pesadez y encontrando el punto perfecto de distancia entre la errónea solemnidad en que incurrían ciertos antiguos maestros y la agitación excesiva de algunas propuestas recientes. El Finale, al contrario de lo que le ocurría al movimiento inicial, sí que está cargado de electricidad y agitación, pero bajo un absoluto control de los medios –polifonía perfectamente expuesta– y sin perder el sentido de la mesura.

Al igual que ocurre en Mozart, Nelsons sorprende con una visión relativamente serena de la Patética thaikovskiana, muy alejada de la electricidad, de la rabia y de las descargas telúricas de otros directores, atentísima a la belleza sonora y dispuesta a reivindicar la elegancia en el fraseo y los valores melódicos que albergan los pentagramas por encima de otras consideraciones; pero no por ello descafeinada, ni complaciente, ni mucho menos narcisista, sino expuesta desde la plena sinceridad. En este sentido, el maestro letón se alinea con el Tchaikovsky de un Giulini o, sobre todo, un Rostropovich. También con el de un Karajan o un Celibidache, aunque sin las opulencias de uno ni las lentitudes del otro.

Así las cosas, las secciones extremas del primer movimiento se desarrollan sin prisa y con enorme naturalidad, bañando la congoja de dorada luz melancólica –sin nubes ni brumas en la lejanía– para en la sección central ofrecer dramatismo en dosis suficientes sin necesidad de perder la compostura. El Allegro con grazia se encuentra hermosísimamente cantado y evita toda tentación de blandura; su trio es un hallazgo, al mismo tiempo sensual y lleno de malos presagios, manteniendo la calma y apartándose del nerviosismo desasosegante –no exento de atractivo– con que lo abordan muchos maestros. De perfecta lógica en su desarrollo, poco militar y muy bien desmenuzada la Marcha, para luego pasar a un Adagio lamentoso no rebelde sino resignado, pero sabiendo no confundir semejante postura con lo lastimero: nobleza y dignidad ante todo. El público guarda un minuto de silencio de lo más significativo.

La toma sonora es absolutamente excepcional en multicanal, pero no en la pista estereofónica: en un punto del primer movimiento de la Patética el sonido baja de volumen ostensiblemente durante demasiados segundos. Ya Ángel Carrascosa lo había advertido en su blog, y yo ahora he tenido la oportunidad de corroborarlo. ¡Menuda chapuza! Si su equipo reproduce exclusivamente a través de dos canales, olvídese.

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